30 Agosto 2016
TODO REVUELTO. Los ladrones revisaron la habitación del dueño de casa. facebook / fernando rios
La bronca de ver la puerta de su casa destrozada y de haber perdido algunas cosas de valor sentimental lo llevó a bajar teclas para contar en Facebook lo que le había pasado. Algunas horas después, ya más tranquilo, Fernando Ríos habló con LA GACETA del escruche que sufrió en su casa de La Ciudadela. Se trata del creador de la “heladera social”, ese emprendimiento que animó a los vecinos a llevar comida a su local para ofrecerlo a los que más lo necesitan. El sistema se copió en todo el país.
“El domingo a las 16 salimos con mi pareja. Yo me fui a trabajar y ella a ver una amiga. Tres horas después, llamó una vecina que se había acercado a nuestra casa porque los perros no habían dejado de ladrar en toda la tarde. Ella fue la que nos contó que nos habían destrozado la puerta y nos habían robado”, denunció. El robo ocurrió en la hora típica del escruche: el domingo a la siesta.
Según explicó Ríos, luego de barretear la puerta los asaltantes fueron directamente a su pieza. Allí sacaron dos cajas fuertes chicas que tenían los ahorros de la familia y algunas cosas de valor sentimental, como una cadenita de su hija. En la pieza también levantaron un celular y una tablet.
Luego de analizar lo que robaron y lo que no, el dueño de la casa sacó una conclusión: “yo calculo que andaban caminando porque se robaron solamente cosas que podían cargar en las manos. No tocaron ni el televisor que está al lado de la puerta ni el equipo de música”.
Paranoia en la cuadra
Al parecer, este caso revivió todos los temores de los vecinos de la calle Lamadrid al 1.400, en el corazón del Abasto. Esos mismos miedos que los llevaron a crear un grupo de WhatsApp en el que avisan cualquier movimiento sospechoso. “Acá estamos acostumbrados a ver motoarrebatos y también hubo escruches. La gente tiene miedo, ya no sale a comer con su familia el domingo”, analizó Ríos.
Unas 24 horas después del robo, la familia fue hasta la comisaría 3° para saber si hacía falta realizar algún otro trámite. Lo que vieron allí sirvió también para otra catarsis en Facebook de Ríos, que también se la comentó a este medio.
“La verdad, nunca había entrado a esa seccional. Me daban ganas de pedir que me pasaran una escoba para ponerme a barrer. Los policías no pueden trabajar en esas condiciones. No se puede sacar nada bueno de una persona que trabaja en esas condiciones. La infraestructura general del lugar da pena... ¿Qué motivación puede tener alguien que trabaje en ese lugar? El olor era desagradable. Uno está 10 minutos y se va, pero hay chicos detenidos que pasan su vida ahí”, reclamó.
“El domingo a las 16 salimos con mi pareja. Yo me fui a trabajar y ella a ver una amiga. Tres horas después, llamó una vecina que se había acercado a nuestra casa porque los perros no habían dejado de ladrar en toda la tarde. Ella fue la que nos contó que nos habían destrozado la puerta y nos habían robado”, denunció. El robo ocurrió en la hora típica del escruche: el domingo a la siesta.
Según explicó Ríos, luego de barretear la puerta los asaltantes fueron directamente a su pieza. Allí sacaron dos cajas fuertes chicas que tenían los ahorros de la familia y algunas cosas de valor sentimental, como una cadenita de su hija. En la pieza también levantaron un celular y una tablet.
Luego de analizar lo que robaron y lo que no, el dueño de la casa sacó una conclusión: “yo calculo que andaban caminando porque se robaron solamente cosas que podían cargar en las manos. No tocaron ni el televisor que está al lado de la puerta ni el equipo de música”.
Paranoia en la cuadra
Al parecer, este caso revivió todos los temores de los vecinos de la calle Lamadrid al 1.400, en el corazón del Abasto. Esos mismos miedos que los llevaron a crear un grupo de WhatsApp en el que avisan cualquier movimiento sospechoso. “Acá estamos acostumbrados a ver motoarrebatos y también hubo escruches. La gente tiene miedo, ya no sale a comer con su familia el domingo”, analizó Ríos.
Unas 24 horas después del robo, la familia fue hasta la comisaría 3° para saber si hacía falta realizar algún otro trámite. Lo que vieron allí sirvió también para otra catarsis en Facebook de Ríos, que también se la comentó a este medio.
“La verdad, nunca había entrado a esa seccional. Me daban ganas de pedir que me pasaran una escoba para ponerme a barrer. Los policías no pueden trabajar en esas condiciones. No se puede sacar nada bueno de una persona que trabaja en esas condiciones. La infraestructura general del lugar da pena... ¿Qué motivación puede tener alguien que trabaje en ese lugar? El olor era desagradable. Uno está 10 minutos y se va, pero hay chicos detenidos que pasan su vida ahí”, reclamó.