El día que Germán fue “visitante” en su propia casa

Él es "decano", pero su mujer y su suegro, de Estudiantes.

FESTEJAN EN SILENCIO. Verónica y su papá, Gustavo celebran el segundo tanto de Carlos Auzqui. A la derecha de ellos, Germán sufre la derrota de su equipo. la gaceta/foto de héctor peralta FESTEJAN EN SILENCIO. Verónica y su papá, Gustavo celebran el segundo tanto de Carlos Auzqui. A la derecha de ellos, Germán sufre la derrota de su equipo. la gaceta/foto de héctor peralta
19 Septiembre 2016
En el sector 2 de la platea “decana”, una pareja mira el juego contra Estudiantes abrazada, y hasta se permite unos minutos de mimos. Desde lejos parece que su amor por Atlético les permite vivir un mediodía de domingo diferente, en el Monumental. Pero no.

Germán Azcoaga se separa por unos minutos de su mujer, Verónica Ovejero, para hablar con LG Deportiva. “Estoy en una situación difícil”, confiesa el hombre en risas. “Yo soy hincha de Atlético, pero ella y mi suegro Gustavo, son de Estudiantes. Ellos me insistieron para venir y, aunque lo dudé, acá estoy”, agrega.

Los colores dividen a la pareja. Él tiene sangre celeste y blanca; ella, su corazoncito pintado de rojo y blanco. “Yo, por mi papá me hice hincha de Estudiantes, pero también soy de San Martín”, jura “Vero” y su novio mueve la cabeza como no pudiendo creer sus palabras.

Germán es fiel seguidor de Atlético, a pesar de que no siempre dice presente en 25 de Mayo y Chile. “No soy de venir todos los partidos, pero siempre estoy pendiente del equipo y lo sigo por televisión”, asegura dejando en claro que a pesar de la diferencia futbolística con su mujer, todo se termina cuando el árbitro pita el final. “Somos muy respetuosos entre nosotros y cada uno vive el partido de su equipo y el otro no dice nada”, afirma y su novia va más allá. “Entendemos que esto es fútbol y que todo se termina en la cancha”, dice.

Ni el 2-0 a favor de Estudiantes corta en seco el amor. Silvio Trucco pita el final, Verónica y su papá festejan en silencio. Pero al toque ella mira hacia su derecha y abraza a su novio. La diferencia termina ahí; los mimos vuelven al toque.

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