“Si no te callás, vas a terminar velando a un familiar”, le dijo un secuestrador

Un grupo de hombres hizo subir a un auto por la fuerza a una de las Madres del Pañuelo Negro, que luchan contra la venta de drogas. Luego de horas de amenazas para que dejara de denunciar el narcomenudeo, la dejaron libre. El fiscal Washington Navarro Dávila ordenó para ella una custodia especial mientras investiga el hecho. Una de las referentes de las Madres del Pañuelo Negro fue retenida para que no viajara a Buenos Aires, donde iba a ser entrevistada.

Navarro Dávila. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA Navarro Dávila. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
10 Octubre 2016
Cuando llegó a su casa de El Palomar, el sábado al mediodía, la mujer estaba con un ataque de nervios que le duró hasta la noche. No quiso hablar. Se sentía mareada y muchas ganas de vomitar. Decidió acostarse para ver si podía relajarse. Sin embargo, algunas horas después sonó el teléfono. La llamaban de Buenos Aires para saber por qué no había tomado el colectivo que la iba a dejar allí. En ese momento, contra todos sus deseos, tuvo que contar lo que le había pasado.

La mujer es una de las Madres del Pañuelo Negro, el grupo que lucha contra la venta de drogas. Su nombre no se publica por el miedo de la familia y por pedido del fiscal Washington Navarro Dávila, quien tiene a su cargo la investigación.

Con el teléfono en la mano, la mujer contó entre sollozos que esa mañana como a las 9.30 había ido a imprimir los pasajes de ómnibus que le había pagado un medio televisivo de Buenos Aires para entrevistarla. A plena luz del día, cuando salía del ciber, se topó con un grupo de hombres que corrió hasta ella. En la jerga delictiva, se podría decir que la “chuparon”, como se denomina al delito de secuestrar a una persona durante algunas horas para evitar que haga algo en particular. En este caso, tomar ese colectivo.

Luego de exorcizar el miedo, la mujer tomó valor y se dirigió hasta la comisaría de Banda del Río Salí para radicar la denuncia. El caso era tan fuerte que inmediatamente se lo comunicaron a Navarro Dávila y el fiscal salió a toda velocidad hasta allí. Mientras cruzaba la capital tucumana rumbo al este, llamó al jefe de la Policía, Dante Bustamante, para pedirle que también fuera hacia la seccional. Cerca de las 22 estuvieron sentados en el despacho principal la víctima, el funcionario judicial y la máxima autoridad policial. Ella aún temblaba.

El secuestro

“Los sujetos la subieron a la fuerza a un Corsa gris con vidrios polarizados. Estaban todos encapuchados y la amenazaban con que, si seguía denunciando el tema de la droga, iba a tener que velar a un familiar. No la golpearon pero pudimos saber que la hicieron sentar en el asiento de atrás, entre dos hombres de contextura robusta. La tuvieron dando vueltas por varias horas hasta que la dejaron ir, cerca de las 13”, informó el fiscal a LA GACETA, en la entrada de la comisaría.

La mujer salió de la comisaría algunos minutos después del fiscal, acompañada de varios efectivos. Por su estado de nervios, no quiso realizar declaraciones. Sin embargo, según se pudo saber, ayer ya se encontraba más tranquila.

“Se le va a tomar declaraciones a ella y a partir de este momento se va a imponer el secreto de sumario para evitar cualquier tipo de malos entendidos y que cunda una psicosis. No queremos que se desvíen las pistas. Además, yo mismo en persona le dije que le iba a dar garantías y protección a su familia. Convoqué al jefe de Policía y al personal especializado para las investigaciones”, añadió el Navarro Dávila.

El contexto del miedo

La víctima fue raptada en un momento en que la droga está en la agenda noticiosa de Tucumán. En las últimas semanas no sólo atraparon a una banda de narcotraficantes -uno de ellos con vínculos políticos en la Legislatura, ya que trabajaba para Santiago Cano- sino que también se ingresó a La Costanera y se desbarató a la banda de “El Gordo Rogelio”. El tema no terminó allí, ya que un grupo llamado el “Clan Garra”, investigado por el juez federal Raúl Bejas por venta de estupefacientes, amenazó de muerte a vecinos y policías que estaban reunidos en la avenida Alem al 1.400. Y el miércoles apareció muerto el cura Juan Viroche. En este caso el fiscal Diego López Ávila informó que le iba a solicitar a la Justicia Federal que estudiara las denuncias públicas que había realizado el sacerdote contra los “transas” de la zona este de la provincia, especialmente de La Florida y Delfín Gallo.

Por todo esto, el fiscal Navarro Dávila consideró propicio señalar que “cualquier persona que tenga algún dato sobre el secuestro de la mujer puede acercarse hasta Tribunales y brindarlo de forma anónima. La gente tiene miedo y necesita alguien en quien confiar. Espero poder ser esa persona. Y si quieren realizar una denuncia sobre drogas, también la puedo recibir y remitirla a la Justicia Federal”.

Lo último que se pudo saber sobre el caso es que desde la Justicia se envió un oficio al ministro de Gobierno, Seguridad y Justicia Regino Amado para que se le brinde protección permanente a la víctima. También se le solicitó a la fiscalía federal de turno y al servicio de Inteligencia Criminal de la Policía de Tucumán (D2) que aportaran todos los datos que pudieran ser de importancia para dar con los secuestradores.

Hasta el cierre de esta edición, no habían logrado encontrar a los captores de una de las referentes de las Madres del Pañuelo Negro.

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