Desaparece lo que no se cobra

A primera hora de hoy, el gobernador Juan Manzur anunciará en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno la exención impositiva provincial a espectáculos y actividades culturales, académicas, recreativas, sociales y científicas que se realicen en espacios convencionales de Tucumán que dependan del Estado en algunas de sus manifestaciones (desde la Nación hasta las comunas rurales, incluyendo las de la Universidad Nacional de Tucumán) o de las salas independientes que estén registradas en el Instituto Nacional de Teatro.

La medida de alícuota cero alcanzará a los impuestos de Ingresos Brutos y de Sellos. Hasta este anuncio, los recitales, conciertos y funciones teatrales que se realizaban en salas del ámbito provincial estaban alcanzados, en el primer caso, por un gravamen del 10% en caso de que los productores no estuviesen inscriptos en la Dirección General de Rentas (si lo estaban, deberían haber pagado el 3,5%) del contrato con el artista; en Sellos, el aporte era mínimo. Pero luego ambos montos se actualizaban a partir del bordereaux de entradas vendidas en el show.

En los hechos, Rentas no venía exigiendo ni cobrando este porcentaje ni ningún otro. Por este motivo, en términos contables y de la ansiada estabilidad financiera que tanto le preocupa a los Gobiernos, el impacto de la medida de exención es absolutamente nulo. Pero que no se haya exigido el pago ni perseguido a los deudores no significa que se haya condonado ni perdonado el impuesto en términos legales. Una cosa es que el cobrador no toque el timbre de la puerta y otra muy distinta es que no se deba nada. De nada sirve el argumento de que no debería existir un tributo de esta naturaleza, así como tampoco debería sobrevivir el de Ganancias sobre los salarios: mientras figure en la letra, está vigente.

Por este motivo, el decreto que hoy anunciará Manzur es un paso para clarificar la situación. Si bien legalmente sale refrendado por el ministro de Economía, Eduardo Garvich, la negociación se llevó adelante en el ámbito de la Dirección General de Rentas, donde se relevó la situación. Fue determinante la insistencia del titular del Ente Autárquico Teatro Mercedes Sosa, Raúl Armisén, quien empujó la decisión sobre la base del absurdo de los hechos, tal como se venían dando. Si no se cobraba, ¿qué utilidad tenía que estuviese vigente la disposición? La lógica imperó, y el argumento decisivo giró alrededor del efecto expansivo de los hechos artísticos en cuanto a ingresos para la provincia, teniendo en cuenta el movimiento de público, la inversión realizada, el costo de las giras (cada vez más alto), los gastos anexos de quienes van a ver una función (comida, transporte, estacionamiento, etcétera) y las medidas de promoción que rigen en otras provincias, que las hacen más atractivas que Tucumán a la hora de diseñar un viaje por el interior.

El empujón final fue el respaldo explícito de los principales interesados, los productores artísticos locales, nacionales y regionales, que han sido invitados especialmente al acto y varios de ellos comprometieron su presencia en el coqueto espacio institucional para aplaudir las palabras del mandatario. Aunque no lo confiesen expresamente, el año ha sido horrible en términos de taquilla y el balance dejó números en rosa tirando a rojo, por lo cual toda ayuda que reciban es digna de agradecimiento, según su óptica.

Las gestiones de Armisén ahora van a apuntar al despacho de Germán Alfaro, para que el intendente capitalino exima del pago de las tasas municipales a los mismos espectáculos que ya estarán librados de los gravámenes provinciales (se percibe el 1,32% de la entrada). En cambio, nada se hará con los impuestos nacionales: tan lejos no llega su verba convincente.

Miran desde afuera

La medida no abarca toda la producción de hechos culturales. Por empezar, deja de lado a aquellos eventos culturales que se concreten en clubes deportivos, como los que frecuentemente se realizan en Central Córdoba, uno de los más activos en el campo de lo privado y con aspiraciones de crecer fuertemente con proyección regional.

El espacio de la familia Urueña está consolidado como el primer lugar abierto para espectáculos que convoque a miles de personas y que no entra en el cupo máximo del Mercedes Sosa, de menos de 1.600 asientos. En ese contexto, sería fundamental que el Estado provincial aborde el tema desde la existencia de una opción para los shows masivos porque, en caso contrario, se estaría ante una potencial inequidad. El plano preocupante es que el desarrollo como productores en otras provincias del NOA, con la visita de artistas internacionales que llenen estadios, tenga impulso sin escala tucumana.

La decisión tampoco alcanza a la realización de películas en la provincia, pese a las numerosas gestiones que realizó el director de Medios Audiovisuales del Ente Cultural de Tucumán, Rafael Vázquez, para conseguir la misma exención que se anunciará hoy cuando se quieran filmar en escenarios locales propuestas que tengan el aval del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). La ilusión del funcionario era anunciar la desgravación fiscal en el cierre del reciente Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo, pero todo quedó en el aire. Las puertas tocadas no habrían sido las adecuadas, y tampoco alcanzó el empuje del titular de esa repartición, Mauricio Guzman.

Como trasfondo, en Casa de Gobierno se habla de la diferencia de trato entre dos entes autárquicos, el Mercedes Sosa y el Cultural, mientras algunos piensan que deberían traccionar juntos en ciertas cuestiones. Por el contrario, el mundo los distancia, y eso que tanto Armisén como Guzman son funcionarios heredados por Manzur de la gestión de José Alperovich. Hay que ver bien a la rosa de los vientos para determinar por dónde soplan.

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