La devoción por María es a prueba de agua

La lluvia fue la protagonista de toda la Fiesta de la Inmaculada Concepción.

09 Diciembre 2016

En la madrugada de ayer comenzó a llover y no paró durante toda la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Eso hizo disminuir la permanencia de los fieles en el santuario de La Reducción, Lules, y frustró la venta de los feriantes, pero no detuvo las peregrinaciones, que llegaron al templo durante toda la noche a pesar de la lluvia. Quienes habían acampado en el predio de la iglesia tuvieron que salir corriendo cuando comenzó el viento y la tormenta. Los únicos que disfrutaron del clima fueron los vendedores de paraguas, los demás se volvieron a su casa.


Testimonios de fe  

Contra viento y marea.- María Santos tiene 92 años y jamás faltó a la fiesta de la Madre. “¿Porqué lo haría ahora?”, dice. Acompañada por su hija, cuenta que va a rezarle a la Virgen por toda la familia y especialmente por su esposo que murió hace 11 años.

Mate cocido y pan casero.- Ana María Pérez, de Lules, es servidora en la fiesta de la Inmaculada desde hace varios años. “A los peregrinos los recibimos con mate cocido calentito y con pan casero que las mismas servidoras amasamos. Este es mi servicio a la Virgen”, relata contenta.

Un susto.- Nancy Brandán es servidora en la fiesta desde hace 20 años. “Pertenezco al grupo La posta del Peregrino. Nosotras estamos para todo lo que necesite la gente. Ayer por ejemplo con la lluvia y el viento muchos chiquitos se perdieron y nosotros ayudamos a encontrarlos. Había una señora a la que tuvimos que llevar al hospital porque se descompuso”, dice.

De rodillas.- Osvaldo Díaz camina arrodillado, con la lluvia golpeándole la cara. Pero está feliz. “Vengo a agradecerle a la Virgen porque después de buscar cinco años, conseguí trabajo”, dijo el vecino del barrio Echeverría.

Enferma del corazón.- A Margarita Cristina Fuentes los médicos la habían desahuciado. “El médico le dijo a mi hija que lo único que se podía hacer era rezar. Y eso es justamente lo que hicimos. Nos fuimos a otro médico y él nos dijo que tengo una arteria tapada, que es peligroso pero que me puede operar. Y yo sé que con la ayuda de la Virgen todo va a salir bien. El lunes tengo que ir al médico y no voy con miedo, sino con esperanza”, dice la mujer abrazando a su pequeña hija.

Cuatro décadas de devoción.- “Durante 40 años vine caminando hasta La Reducción, pero empecé con problemas de rodillas, y el médico me prohibió que venga a la peregrinación. Yo me quedé muy triste al principio, hasta que aquí en la iglesia las hermanas me dieron consuelo, me dijeron que podía ser servidora y así seguir siendo útil a la Virgen, pero a través de la ayuda a los demás”, cuenta con alegría.

Solidaridad.- Daniel Soria, Marcela Máximo y sus hijos Nicolás y Jazmín vienen todos los años de a pie desde Yerba Buena hasta la Reducción. “Este año nos emocionó ver tanta solidaridad en la ruta para con los peregrinos. Los vecinos salían a convidarnos agua fresca y panchitos, nos hicieron sentir muy bien”, dicen emocionados, a pesar de que debido a la lluvia tuvieron que levantar la carpa que habían instalado en el predio de la iglesia.

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