17 Enero 2017
EL TRÁMITE MÁS DURO. Zenteno viajó desde Tafí del Valle hacia la capital para retirar de la morgue judicial los cuerpos de su esposo y de su hijo Orlando. la gaceta / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
El dolor era tan grande que no le permitía hablar. Maribel Zenteno tenía los párpados hinchados de tanto llorar. No había dormido en toda la noche y había viajado temprano desde Tafí del Valle hacia la capital para retirar los cuerpos de su esposo y de uno de sus hijos de la morgue judicial. A cada momento se repetía para sí misma una única pregunta: “¿por qué?”.
A Zenteno le costaba reordenar los hechos en su cabeza, era demasiado pronto y estaba demasiado angustiada. “Vamos todos los domingos a ver al equipo del barrio, Peñarol, yo soy la tesorera de ahí. Como al equipo le está yendo bien, el domingo fuimos toda la familia, incluyendo los nietos; es la única diversión que tenemos los domingos”, explicó. Fue a la salida de la cancha que se desató la tragedia.
Una tormenta obligó a suspender el encuentro, por eso Oscar Moreno (53), el marido de Zenteno, se retiró de la cancha de San José Fútbol Club, donde se disputaba el partido. El resto de la familia, en cambio decidió quedarse y esperar a que la lluvia pasara.
“Quedé con mis hijos y mis nietos. Después reanudan el partido y un policía lo llama a mi hijo (Oscar Orlando Moreno) y le dice que Velasco quería plata, que el papá hace mucho que no les da y ellos necesitan la plata, si no le llevan el auto”, relató la mujer. En ese sentido, explicó que su hijo compró un Volkswagen Vento usado hace un año aproximadamente y que un policía de apellido Velasco, que trabajaría en la comisaría de Simoca, les cobra una coima todos los meses a cambio de no secuestrarles el auto porque no realizaron las transferencia. “Parece que se enteraron de que hace poco vendimos la cosecha y pensaban que teníamos plata”, agregó.
Momentos después, Orlando Moreno se retiró de la cancha y el hijo mayor de Zenteno se acercó a la mujer para avisarle que querían meterlo preso por el auto.
Una vida de trabajo
Zenteno no se había enterado de los disparos hasta que llegó a su casa y advirtió la ausencia de algunos miembros de la familia. “Orlando no aparecía y salimos a buscarlo, pero estaba muerto y lo mataron a mi marido también”, dijo, desmoronada en llanto. “Lo único que hacemos es trabajar, siempre lo veo a mi hijo en medio del agua o del sol cortando lechuga para poder progresar y ahora vienen y me lo matan. Encima se llevan a mi otro hijo preso ¿por qué? Ellos vivían regando, cortando lechuga. Es una injusticia que Dios haya hecho esto, yo no merecía que me castigue así, me llevó el pilar de la casa. Vivían regando día y noche, todos los vecinos saben, eran personas trabajadoras, no tenían maldad con nadie”, repetía Zenteno sin poder controlar otro brote de angustia.
“Por un auto”
En Tafí del Valle, la familia se preparaba para la llegada de los cuerpos y el inicio del velatorio. Eleonora Moreno, hija y hermana de los dos agricultores asesinados, recibió a LA GACETA en su casa. “Dijeron muchas mentiras, quieren ensuciar a mi familia. Mi papá y mis hermanos son agricultores, se dedicaban a eso desde siempre y estaban trabajando todo el día. Ahora como es la venta de la lechuga nos querían sacar plata”, expresó con bronca y dolor.
Desde muy temprano vecinos y allegados a las víctimas se acercaron a la casa del barrio Peñarol. En el patio de la propiedad, hombres, mujeres y niños rodeaban a Eleonora, intentando contenerla.
“Si preguntás en el barrio, todos te van a decir que son excelentes personas y que ayudan mucho a sus vecinos. No es justo que los hayan matado así”, lamentó Silvina Villafañe, quien además fue testigo de parte de la dramática secuencia, ya que también había asistido a la cancha.
Otro vecino, Gregorio Roldán, expresó: “la familia está desesperada, los arruinaron. Los ‘manguearon’ por un auto y los terminaron matando. Todos estamos conmovidos por lo que sucedió”.
A Zenteno le costaba reordenar los hechos en su cabeza, era demasiado pronto y estaba demasiado angustiada. “Vamos todos los domingos a ver al equipo del barrio, Peñarol, yo soy la tesorera de ahí. Como al equipo le está yendo bien, el domingo fuimos toda la familia, incluyendo los nietos; es la única diversión que tenemos los domingos”, explicó. Fue a la salida de la cancha que se desató la tragedia.
Una tormenta obligó a suspender el encuentro, por eso Oscar Moreno (53), el marido de Zenteno, se retiró de la cancha de San José Fútbol Club, donde se disputaba el partido. El resto de la familia, en cambio decidió quedarse y esperar a que la lluvia pasara.
“Quedé con mis hijos y mis nietos. Después reanudan el partido y un policía lo llama a mi hijo (Oscar Orlando Moreno) y le dice que Velasco quería plata, que el papá hace mucho que no les da y ellos necesitan la plata, si no le llevan el auto”, relató la mujer. En ese sentido, explicó que su hijo compró un Volkswagen Vento usado hace un año aproximadamente y que un policía de apellido Velasco, que trabajaría en la comisaría de Simoca, les cobra una coima todos los meses a cambio de no secuestrarles el auto porque no realizaron las transferencia. “Parece que se enteraron de que hace poco vendimos la cosecha y pensaban que teníamos plata”, agregó.
Momentos después, Orlando Moreno se retiró de la cancha y el hijo mayor de Zenteno se acercó a la mujer para avisarle que querían meterlo preso por el auto.
Una vida de trabajo
Zenteno no se había enterado de los disparos hasta que llegó a su casa y advirtió la ausencia de algunos miembros de la familia. “Orlando no aparecía y salimos a buscarlo, pero estaba muerto y lo mataron a mi marido también”, dijo, desmoronada en llanto. “Lo único que hacemos es trabajar, siempre lo veo a mi hijo en medio del agua o del sol cortando lechuga para poder progresar y ahora vienen y me lo matan. Encima se llevan a mi otro hijo preso ¿por qué? Ellos vivían regando, cortando lechuga. Es una injusticia que Dios haya hecho esto, yo no merecía que me castigue así, me llevó el pilar de la casa. Vivían regando día y noche, todos los vecinos saben, eran personas trabajadoras, no tenían maldad con nadie”, repetía Zenteno sin poder controlar otro brote de angustia.
“Por un auto”
En Tafí del Valle, la familia se preparaba para la llegada de los cuerpos y el inicio del velatorio. Eleonora Moreno, hija y hermana de los dos agricultores asesinados, recibió a LA GACETA en su casa. “Dijeron muchas mentiras, quieren ensuciar a mi familia. Mi papá y mis hermanos son agricultores, se dedicaban a eso desde siempre y estaban trabajando todo el día. Ahora como es la venta de la lechuga nos querían sacar plata”, expresó con bronca y dolor.
Desde muy temprano vecinos y allegados a las víctimas se acercaron a la casa del barrio Peñarol. En el patio de la propiedad, hombres, mujeres y niños rodeaban a Eleonora, intentando contenerla.
“Si preguntás en el barrio, todos te van a decir que son excelentes personas y que ayudan mucho a sus vecinos. No es justo que los hayan matado así”, lamentó Silvina Villafañe, quien además fue testigo de parte de la dramática secuencia, ya que también había asistido a la cancha.
Otro vecino, Gregorio Roldán, expresó: “la familia está desesperada, los arruinaron. Los ‘manguearon’ por un auto y los terminaron matando. Todos estamos conmovidos por lo que sucedió”.
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