Nace una nueva Yerba Buena y se impone el reto de la planificación

UN ESTALLIDO. En pocos meses han abierto grandes emprendimientos. la gaceta / foto de Adrian Lugones UN ESTALLIDO. En pocos meses han abierto grandes emprendimientos. la gaceta / foto de Adrian Lugones

La urbanización a lo largo de la avenida Perón ha hecho estallar los límites. Se está trasladando el eje urbano del municipo hacia su costado noroeste. Lo que suceda en unos 30 años dependerá, en gran medida, de las decisiones que se tomen ahora. Cómo hacer para que ese desarrollo sea sostenible.

Metros de tela ocupan un mesón. Unas mujeres hablan sobre cómo quedarán en el sillón de una de ellas. Al final, no se deciden y salen del negocio. Dan unos pasos y se sientan en una confitería. Dos años atrás -apenas-, el centro comercial en el que ha transcurrido esta escena no era más que un plantío de cañas. Hoy, decenas de tiendas han invadido el lugar de aquellos sembradíos.

La urbanización a lo largo de la avenida Perón, en la ciudad de Yerba Buena, ha hecho estallar las periferias. Da la sensación de que se han roto los límites; de que se está desarrollando un nuevo eje urbano en el costado noroeste del municipio. Es que, en los últimos meses, han abierto dos centros de compras de magnitud, City Place y Yerba Buena Design; una concesionaria de automóviles, Pieve; y el edificio de oficinas Alter City. Además, otras edificaciones alistan sus aperturas, como el supermercado Gómez Pardo, las torres de viviendas y negocios de Alperovich Group y una estación de servicios. También se están construyendo departamentos, y por las oficinas gubernamentales circulan carpetas con más sueños de inversionistas.

La situación puede resultar peliaguda si se tiene en cuenta que urbanizar no siempre es sinónimo de mejoramientos. Ha quedado demostrado que el exceso de construcción y su falta de planificación ahogan la vida. Surge, así, una pregunta con vistas al porvenir: ¿cómo deben proceder los yerbabuenenses para procurarse un desarrollo sostenible? Si se observa un mapa de la urbanización en esa comarca, sobresale un dato: un 25% del territorio no ha sido ocupado todavía. Y la mayor parte de ese porcentaje con posibilidades de expansión corresponde a esta zona. Pocas urbes poseen la ventaja y el desafío de contar con tierrras en estado de virginidad.

Se le pregunta entonces a Franco Marigliano -subsecretario de Planeamiento del gobierno municipal- cuáles son las previsiones. “Vamos a proyectar ahí la ciudad del futuro”, contesta. Luego especifica que mantendrán la continuidad de las calles que provienen de la ciudad vieja, a fin de prolongar el tejido urbano, en vez de interrumpirlo con countries y barrios cerrados, como ha venido sucediendo. “No serán los dameros tradicionales, sino que tendrán unas dimensiones mayores”, aclara. En pos de ese objetivo cuenta que a diario, introducen correcciones en las propuestas de los inversores, porque no existe entre ellos una conciencia del provecho de los espacios públicos. “Les decimos: ‘por ese lote tiene que pasar una calle. Vean cómo hacen. El problema es que son mezquinos. No piensan en la ciudad, sino en su rentabilidad”, opina.

Un ejemplo de esas trochas del futuro es la avenida Central, que fue propuesta con ese nombre en la década del 90. De concretarse -alguna vez-, correrá paralela a la Perón, unos 500 metros fincas adentro, contigua a la traza del canal Horco Molle.  Ernesto Marchetti, director de Planeamiento, añade que la Perón tiene tres destinos principales, pues constituye una vía de comunicación, una alternativa comercial y un escenario para actividades deportivas. Ante esta tripleta, asegura que están trabajando en la regulación del tráfico, en la adecuación de veredas y en la implementación de bicisendas. Hace unos días se instaló allí el primer bebedero público, un proyecto de un concejal macrista que llevaba cinco años de atraso.

La ciudad del futuro

Para 2020, se espera que haya concluido la migración interna que llevará a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo (dos tercios de la población) a vivir en las nuevas ciudades que llevan algo más de dos décadas construyéndose. Apenas 30 años atrás, Yerba Buena era un pueblo dormitorio. Hoy, con unos 120.000 habitantes estimados y una tasa de crecimiento del 15 % anual -los gobernantes locales calculan que cada ocho años duplica su población- constituye un prototipo de ese desplazamiento. Lo que suceda en unos 30 años dependerá, en gran medida, de las decisiones que se tomen ahora.

Al respecto, el arquitecto Luis Lobo Chaklián enfatiza en la importancia de la planificación. A decir suyo, urge que la Municipalidad elabore un plan estatrégico urbano y territorial, como hizo San Miguel de Tucumán. De ese documento habla con orgullo, pues ha participado en su elaboración como funcionario del distrito vecino. Luego explica que una normativa de esas características será eficaz para ordenar el tránsito, colocar semáforos y generar espacios comunes, entre otras utilidades. En este último punto, se detiene y reclama plazas y veredas.

En octubre pasado, durante la tercera Conferencia de las Naciones Unidas para la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible -abreviado, Habitat III- los ponentes consagraron a los espacios públicos -justamente- como lugares de realización de la vida social. En la práctica, esto significa que las ciudades del futuro deberán fomentar la convivencia, generar trabajo, contar con procesos participativos, velar por el uso sostenido de sus recursos y construir barrios abiertos. No obstante, advirtieron que hay un desequilibrio entre los problemas que afrontan los distritos y los recursos legales y económicos con los que disponen.

En parte, José Frías Silva fantasea con ese futuro para sus propiedades. Él es uno de los dos terratenientes mayoritarios de los espacios con posibilidades de expansión. “Imagino que mis terrenos serán loteados en porciones pequeñas, que estarán parquizados y que habrá calles con movimiento. No quiero countries”, dice. Enseguida, reclama avances en los sistemas pluviales y más apego al código de construcción, de parte de los empresarios.

Hasta 2014, en el Gran San Miguel de Tucumán -integrado por Alderetes, La Banda del Río Salí, Las Talitas, San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo y Yerba Buena- había 91 urbanizaciones cerradas. De ese total, 61 se encontraban en la ciudad piedemontana. Los datos fueron recogidos por Matilde Malizia, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y autora de una tesis post-doctoral sobre los countries y barrios privados yerbabuenenses. Junto con ella trabajan sus colegas Paula Boldrini y Pablo Paolasso. Recientemente, el equipo del Centro de Estudios sobre Territorio y Hábitat Popular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la Universidad Nacional de Tucumán, elaboró otro documento, con cifras actualizadas. Y comprobó que ha habido un predominio en el crecimiento de las urbanizaciones cerradas, de los asentamientos y de las obras de viviendas estatales. “Nos ha llamado la atención la ausencia de nuevos barrios tradicionales”, advierte Malizia. Con respecto a la Perón -puntualmente- los investigadores han observado una falta de planificación “Relevamos barrios que han quedado aislados y calles que vienen de la ciudad vieja pero, al cruzar la avenida, desaparecen”, dice.

En 1999, el costo de un terreno en un loteo abierto lindero a la Perón promediaba entre los $ 22 y los $ 40 el metro cuadrado. Actualmente, cuesta desde $ 2.000 en adelante. Los números visibilizan, con elocuencia, la onda expansiva. Estudios del Banco Mundial -citados por el diario El País, de España- hablan de que territorios propensos a las inundaciones, especialmente en ciudades de Argentina, Perú y Uruguay, deberán afrontar lluvias más intensas. Así las cosas, de una mejor planificación de las ciudades dependerá que esas proyecciones sean, tan sólo, un mal augurio.

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