Las PASO ya quedaron en el olvido. En Tucumán y en la Nación ahora están concentrados en enterrar a algunos líderes y en mantener a flote a otros. En ese nuevo escenario poselectoral, nuestra provincia parece destinada a luchar por la independencia y en este caso no será por el gran grito patrio, como en 1816, sino por romper las cadenas del peronismo con el kirchnerismo. Juan Manzur tiene mucho que ver con eso, pese a que fue un ministro mimado de Cristina Fernández. Mientras el gobernador niega estar inmiscuido en el grupo que pretende enterrar a la señora de Kirchner, sus relaciones cercanas con gobernadores, sindicalistas y dirigentes que estuvieron en las antípodas de ella cuando timoneaba al país marcan lo contrario. Incluso, en el entorno de Sergio Massa insisten con que el tucumano lo habló por teléfono para ofrecerle su ayuda en la tarea de restarle votos a quien fuera su jefa política hasta hace un par de años. El mandatario lo desmintió, pero el domingo los principales diarios del país se hicieron eco de la información. Cuando el río suena...

Lo cierto es que Manzur se ubicó como músico principal en el concierto de lo que se pretende sea un nuevo peronismo sin Cristina, más conciliador con Mauricio Macri y agazapado para volver al poder con nuevos aires de moderación. El ex ministro conoce el arte de la seducción política y es ducho en eso de caminar entre Dios y el diablo sin enojar a ninguno de ellos. Su gran escollo puede estar aquí nomás, cerquita de la Casa de Gobierno: su confidente y amigo, Gabriel Yedlin, se reivindicó kirchnerista. Lo mismo se cansan de hacer las hermanas Rojkés y varios otros funcionarios de mediano peso. De hecho, el diario “La Nación” consignó que Cristina ya se habría comunicado con Beatriz Rojkés para rearmar una estructura nacional, que quite el mote de “kirchnerismo acotado a Buenos Aires y Santa Fe” que empieza a instalarse.

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Hasta aquí todas son hipótesis y, en el peronismo nacional a Manzur aún le resta dar varios pasos, con intérpretes de la talla de Massa, Schiaretti, Urtubey y hasta del cuestionado Insfrán. Todos mantienen un perfil elevado y un poder aglutinador interesante en el peronismo. ¿Y José Alperovich? Bien gracias, mientras esté por estas tierras, que no cesa de recorrer. Cada vez toma más forma la teoría de quienes creen que el actual mandatario se ubica a nivel nacional consciente de que su padre político podría pedirle el sillón en 2019. Todo especulación por ahora.

A remontar se dijo

Beatriz Ávila tiene todo para crecer, mientras José Cano se aferra a las raíces de quien supo ser para no desmoronarse en la pendiente descendente que lo sorprendió hace dos domingos. Por eso es de esperar que de ahora en más la esposa del intendente Germán Alfaro aparezca con un rol más activo, haciéndose conocer y tratando de recuperar terreno en San Miguel de Tucumán. Su marido también cambiaría de estrategia y dejaría los buenos modos con los que buscó moverse para no enojar a los socios de banderas rojas y blancas. Tendría la intención de diagramar él las salidas, la campaña y hasta la red de fiscales. No está dispuesto a dilapidar su caudal de votos en manos del “huracán” Osvaldo Jaldo y del “renacido” Ricardo Bussi.

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¿Y los radicales? Ahí siguen, divididos entre los que ruegan que a Cano le vaya mal para ocupar su lugar, entre los que miran para otro lado aguardando que pase el cuarto de hora del odontólogo y entre los que persisten con el operativo “Gobernación 2019”. Enfrascados en esa trifulca, quedaron cerca de ser devorados completamente por Cambiemos o por el peronismo, siempre atractivo para algunos “boinas blancas”.

Los cambistas locales miran de reojo a Domingo Amaya y estarían haciendo cola en Buenos Aires para pedir su cabeza. ¿Retomará los buenos vínculos que años atrás tuvo con los inquilinos de la Casa de Gobierno? ¿O dejará de lado el recreo que se tomó para las PASO e intentará mostrar que es útil para el macrismo? En estos días habrá reuniones en la Rosada que podrían definir algunas cuestiones de campaña y los roles de Amaya, de Cano y de Alfaro . Ellos, casualmente, tienen programadas visitas por esos lares.

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