“Es difícil que familiares de presos pasen sustancias”

La esposa de Medina dice que son los guardias los que ingresan los narcóticos para vender.

OTROS TIEMPOS. Silva junto a Medina, quien estaba por salir en libertad. gentileza ana silva OTROS TIEMPOS. Silva junto a Medina, quien estaba por salir en libertad. gentileza ana silva
03 Diciembre 2017

Ana Silva, esposa del preso asesinado después de haber denunciado la venta de drogas dentro de la cárcel, coincide en que hay casos de familiares de internos que se las ingenian para evadir los controles y pasarles droga, pero asegura que se trata de poca cantidad y que no tiene que ver con los grandes volúmenes que sostendrían el negocio de la venta de narcóticos en la cárcel.

“Es cierto que se dan casos de familiares de internos que pueden llegar a ingresar al penal algún tipo de droga. Pero la verdad es que es difícil porque las requisas son estrictas. Primero te hacen bajar la ropa, después te obligan a hacer varias flexiones y hasta te alumbran con una linterna. Creo que esas cantidades no son las que sostienen el negocio de la droga. Las cantidades grandes las hacen entrar los guardiacárceles”, fundamentó.

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Silva denunció que su marido, Fernando Sebastián Medina, fue asesinado por otro interno que sería un supuesto “soldadito” de miembros del Servicio Penitenciario a los que había señalado como los responsables de ingresar sustancias que después vendían entre los detenidos de las diferentes unidades de la penitenciaría local.

“Mi marido ya no quería que lo siguieran obligando a vender drogas. Lo presionaban porque sabían que le saltaba poco para salir en libertad y él no quería tener problemas”, explicó.

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De acuerdo a esa acusación, Medina fue trasladado sin permiso desde la Comisaría 7ª, a donde había sido traslado junto a otro interno en calidad de testigos protegidos, pero aparentemente sin que existiera una orden escrita, los llevaron nuevamente hasta el penal de Villa Urquiza, donde Medina fue asesinado a puñaladas por Sebastián “Pichi” Mendoza, un preso de 20 años, que cumple una condena de 18 años por un homicidio.

“Mientras yo suplicaba ayuda a la Justicia, a mi esposo lo estaban asesinando. Lo único que espero es que se sepa la verdad y que paguen los responsables”, concluyo.

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