Carnaval: en Amaicha los grandes volvieron a ser niños

Ayer se desató el carnaval furioso en Amaicha del Valle. La celebración dura hasta el martes y hoy se elige la representante de la Pachamama.

TODOS CONTRA TODOS. Si pasás por la plaza, seguro terminás pintado y lleno de espuma. Lo único que no está permitido es enojarse. la gaceta / fotos de Osvaldo Ripoll TODOS CONTRA TODOS. Si pasás por la plaza, seguro terminás pintado y lleno de espuma. Lo único que no está permitido es enojarse. la gaceta / fotos de Osvaldo Ripoll
11 Febrero 2018

El carnaval en Amaicha es alegría, es pintura de colores y harina volando por el aire con las risas disimuladas de fondo. Son adultos que corren como niños y niños que se pasean de un lado a lado con bombuchas. La fiesta se vive en cada rincón de la tierra de los 360 de sol con coplas tiradas al viento y baldes cargados de agua. No hay modo de no contagiarse de la alegría endiablada que enciende las caras de picardía.

Diego Arana está solo, ajeno a los festejos, guarecido debajo de un árbol en la plaza principal. Pasó el mediodía y él, de 45 años, se mantiene invicto de agua y de pintura. Come algo mientras espera a que llegue su familia para seguir viaje, cuando llega un grupo de chicos de 10 años y se encargan de llenarlo de espuma.

Publicidad

Carnaval: la ocupación hotelera alcanzó hasta un 95% en algunos centros turísticos de Tucumán


“No era mi intención participar del carnaval”, le explica a LA GACETA, mientras intenta quitarse el “rey momo” de la cara. Cuando lo logra, viene un nuevo ataque: ya no es espuma, ahora la cosa va en serio y los mismos nenes lo pintan íntegramente de rojo.

Publicidad

Diego se resistió todo lo que pudo. Pero cuando llegó su mujer, él se había convertido en un chico más: la esposa lo encontró correteando a los chicos alrededor de la plaza, armado con tres aerosoles de espuma para dar batalla. “Que se pudra todo. El carnaval contagia”, fue su única explicación.

Claro, hay quienes no dejan nada librado al azar. Como si el carnaval pudiera tratarse de algo serio, María Zavarra (de Yerba Buena) y su grupo de amigas se encargaron de proveerse de “municiones”, como ellas las definieron: 10 aerosoles de espuma, decenas de pinturas, 20 bolsas de bombuchas que cargaron en un caño y llevaron dentro un tacho gigantesco lleno de agua, montado sobre un carro para mojar a quien se les cruzara. “Esto es una guerra y lo mejor de todo es que no hay reglas, sólo divertirse con respeto”, resumió Zavarra.


Desde todos lados

Ayer fue la jornada más candente de la Fiesta Nacional de la Pachamama, que dura hasta el martes. El pueblo estaba repleto de visitas, que ocuparon tanto el predio de la Pachamama como la plaza y las calles. Hoy al mediodía se conocerá la nueva representante de la Madre Tierra, que reemplazará a Rosario Liberia Vargas. Ella se encargó de cantar unas coplas para dar inicio a los festejos, debajo de un algarrobo, el árbol más preciado en la cultura de los amaicheños.

La fiesta se comenzó a armar pasadas las 14. La pintura roja, violeta y amarilla volaba por todas partes. Laura Pascual, de Santiago del Estero, visitó la villa con su familia porque había escuchado buenas referencias. “Tiene buenas referencias el carnaval de Amaicha. Se puede descansar, pero es también el lugar donde los grandes vuelven a sentirse chicos. Tiene otro sabor”, describió.

Sólo en el predio donde se armó el escenario ayer al mediodía había unas 2.000 personas, pero las cifras se triplicaban en la plaza.


Florencia Santamaría, una adolescente de 14 años, contó que llegó desde Monteros. “Alquilamos una combi y subimos con 20 amigos. Es la primera vez que venimos”, dijo con entusiasmo. Y mientras ella charlaba con LA GACETA, una chica le llenó la cara de espuma, todas la cabeza, Luna Espinoza, 20 años y de la capital tucumana, la comenzó a perseguir para dejarla cubierta de colores.

El sol radiante, de ese que se siente crudo en la piel, acompañó la jornada carnavalera más fuerte del fin de semana largo. Al atardecer, algunos fueron a bañarse al río, a quitarse como pudieran la pintura que se empecina en quedarse en cada rincón del cuerpo. Total, para qué... si a la noche la fiesta volvería a armarse.

Comentarios