En la noche del domingo a este lunes, más de 72.000 espectadores se juntaron en el Sambódromo y vibraron con el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil, hasta el amanecer. Al ritmo de percusiones ensordecedoras, siete de las 13 escuelas principales del "grupo especial", la élite de la samba, fueron las que desfilaron mostrando la esencia de la cultura carioca.
Cada procesión alinea unas 3.000 personas, ataviadas de las maneras más insólitas, que recorren la pista de 700 metros, custodiada por tribunas con miles de espectadores que ovacionan el paso de enormes carrozas coronadas por mujeres y hombres cubiertos principalmente por plumas y lentejuelas.
El vistoso desfile es también una competencia: cada escuela es evaluada por un jurado, que revisa con precisión la calidad de la música, los vestuarios y el tema elegido por cada grupo, entre otros criterios.
El espectáculo continuará en la noche hoy hasta mañana, con el desfile de otras seis escuelas y comparsas con acento político, como la escola Beija Flor, que anuncia un enredo inspirado en Frankenstein con reflexiones sobre desgracias como la corrupción, la violencia y la intolerancia.