La doctrina de las vicisitudes

La doctrina de las vicisitudes
============02 TEX con Capitular (12203475)============
Vicisitudes. Ese es el término que mejor define a lo que pasa alrededor de la gestión del gobernador Juan Manzur. La política de seguridad está en jaque por la escalada de violencia. El mandatario respalda al ministro Claudio Maley y ha dado un mensaje hacia el cuadro de conducción policial para que ese apoyo no sea cuestionado. Tucumán está en la vidriera nacional, pero en la Casa de Gobierno el plan es resistir. Hay una clara necesidad de mostrar resultados y que la fuerza vuelva a tener presencia en la calle y, por sobre todo, respecto ciudadano. Manzur, silenciosamente, fue a la Casa Rosada. El martes se reunió con el jefe de Gabinete Marcos Peña y hablaron sobre la política de seguridad. Pero en la charla abordaron otros temas. A la Casa Rosada le inquieta la cumbre del viernes y del sábado en San Luis. E intenta disolverla. Los referentes del PJ van por la unidad. Pero las disonancias son claras. El gobernador puede dar una muestra de ello. La presidenta del distrito Tucumán del PJ, Beatriz Rojkés de Alperovich le ha mojado la oreja en una cuestión tan sensible como el caso del niño Facundo Ferreira.  “Ningún accionar legítimo en seguridad puede tener por saldo un niño de 12 años asesinado con un disparo por la nuca”, dijo la ex senadora. Y en otra frase, apuntó contra la gestión del presidente Mauricio Macri. “En los tiempos difíciles que corren, la erosión del tejido social que llevan adelante las políticas del Gobierno nacional, están mostrando sus efectos en nuestra provincia”, afirmó.
Las respuestas llegaron ayer desde el recinto del Congreso cuando la diputada Gabriela Cerruti (FpV-PJ) le preguntó a Peña sobre el caso tucumano. “Respecto diputada Cerruti a la cuestión del asesinato en Tucumán, es una discusión que a veces roza un nivel muy bajo. Primero porque no es la policía de la ministra Bullrich, sino de quien fuera ministro de su Gobierno, Juan Manzur, con quien hemos hablado del tema porque nos preocupa”, manifestó el jefe de Gabinete, en su exposición en la Cámara Baja. Peña niega la existencia de la “doctrina Chocobar” y una eventual expansión de esa política por todo el territorio nacional. 
Manzur ha quedado en medio del fuego político. Sus contactos permanentes con la Rosada lo sacan de foco. Tal vez por eso no vaya a la cumbre del PJ en La Pedrera, San Luis. “Los gobernadores no ganan nada yendo a esa reunión”, dicen muy cerca del macrismo. “No está en agenda”, sostienen en el entorno del mandatario. Manzur, no obstante, intenta instalarse, a nivel nacional, como uno de los hombres que pueden llegar a dar batalla para llegar a la fórmula que el PJ para las generales del año que viene. Dos operadores cercanos al peronismo ya lo mencionaron: Jorge Asís y Juan “Tata” Yofre dijeron que está en la mesa chica. 
Eso también explica las razones de las vicisitudes del gobernador de Tucumán al momento de definir el futuro institucional, político y electoral de la fórmula que integran con Osvaldo Jaldo. Al vicegobernador le incomodan las reuniones a solas entre Manzur y el senador José Alperovich, que buscan resolver cuestiones que van mucho más allá de lo político. No obstante, Manzur necesita también de un operador en el Congreso como el presidente de la bancada justicialista en el Senado, Miguel Pichetto, de buen diálogo con Alperovich. Teje, tejen y siguen tejiendo. Su incursión nacional tiene un reto anterior: demostrar un liderazgo mayor al de su hacedor político, Alperovich.
Para Manzur no hay segundo semestre ni un próximo verano de diálogos electorales. Sus allegados dicen que definirá si aspirará por una reelección del cargo después de dar el último mensaje de apertura del período ordinario de sesiones, el 1 de marzo del año que viene. Mientras tanto, seguirá viajando, buscando posicionarse en el mapa político nacional. En ese escenario, también tratará de mantener a la tropa propia  dentro de la estructura que comanda para no sufrir el síndrome del pato rengo, es decir, la sensación de desgaste propio de los gobernantes que están próximos a cumplir su mandato. 
Si hay algo que necesita hoy, mañana y pasado Manzur es autoridad. De otra manera, todas sus aspiraciones políticas naufragarán. La cuestión, entonces, es llegar a 2019 jugando en la casilla del medio y con la cuota necesaria de poder, sin más vicisitudes.
Vicisitudes. Ese es el término que mejor define a lo que pasa alrededor de la gestión del gobernador Juan Manzur. La política de seguridad está en jaque por la escalada de violencia. El mandatario respalda al ministro Claudio Maley y ha dado un mensaje hacia el cuadro de conducción policial para que ese apoyo no sea cuestionado. Tucumán está en la vidriera nacional, pero en la Casa de Gobierno el plan es resistir. Hay una clara necesidad de mostrar resultados y que la fuerza vuelva a tener presencia en la calle y, por sobre todo, respecto ciudadano. Manzur, silenciosamente, fue a la Casa Rosada. El martes se reunió con el jefe de Gabinete Marcos Peña y hablaron sobre la política de seguridad. Pero en la charla abordaron otros temas. A la Casa Rosada le inquieta la cumbre del viernes y del sábado en San Luis. E intenta disolverla. Los referentes del PJ van por la unidad. Pero las disonancias son claras. El gobernador puede dar una muestra de ello. La presidenta del distrito Tucumán del PJ, Beatriz Rojkés de Alperovich le ha mojado la oreja en una cuestión tan sensible como el caso del niño Facundo Ferreira.  “Ningún accionar legítimo en seguridad puede tener por saldo un niño de 12 años asesinado con un disparo por la nuca”, dijo la ex senadora. Y en otra frase, apuntó contra la gestión del presidente Mauricio Macri. “En los tiempos difíciles que corren, la erosión del tejido social que llevan adelante las políticas del Gobierno nacional, están mostrando sus efectos en nuestra provincia”, afirmó.
Las respuestas llegaron ayer desde el recinto del Congreso cuando la diputada Gabriela Cerruti (FpV-PJ) le preguntó a Peña sobre el caso tucumano. “Respecto diputada Cerruti a la cuestión del asesinato en Tucumán, es una discusión que a veces roza un nivel muy bajo. Primero porque no es la policía de la ministra Bullrich, sino de quien fuera ministro de su Gobierno, Juan Manzur, con quien hemos hablado del tema porque nos preocupa”, manifestó el jefe de Gabinete, en su exposición en la Cámara Baja. Peña niega la existencia de la “doctrina Chocobar” y una eventual expansión de esa política por todo el territorio nacional. 
Manzur ha quedado en medio del fuego político. Sus contactos permanentes con la Rosada lo sacan de foco. Tal vez por eso no vaya a la cumbre del PJ en La Pedrera, San Luis. “Los gobernadores no ganan nada yendo a esa reunión”, dicen muy cerca del macrismo. “No está en agenda”, sostienen en el entorno del mandatario. Manzur, no obstante, intenta instalarse, a nivel nacional, como uno de los hombres que pueden llegar a dar batalla para llegar a la fórmula que el PJ para las generales del año que viene. Dos operadores cercanos al peronismo ya lo mencionaron: Jorge Asís y Juan “Tata” Yofre dijeron que está en la mesa chica. 
Eso también explica las razones de las vicisitudes del gobernador de Tucumán al momento de definir el futuro institucional, político y electoral de la fórmula que integran con Osvaldo Jaldo. Al vicegobernador le incomodan las reuniones a solas entre Manzur y el senador José Alperovich, que buscan resolver cuestiones que van mucho más allá de lo político. No obstante, Manzur necesita también de un operador en el Congreso como el presidente de la bancada justicialista en el Senado, Miguel Pichetto, de buen diálogo con Alperovich. Teje, tejen y siguen tejiendo. Su incursión nacional tiene un reto anterior: demostrar un liderazgo mayor al de su hacedor político, Alperovich.
Para Manzur no hay segundo semestre ni un próximo verano de diálogos electorales. Sus allegados dicen que definirá si aspirará por una reelección del cargo después de dar el último mensaje de apertura del período ordinario de sesiones, el 1 de marzo del año que viene. Mientras tanto, seguirá viajando, buscando posicionarse en el mapa político nacional. En ese escenario, también tratará de mantener a la tropa propia  dentro de la estructura que comanda para no sufrir el síndrome del pato rengo, es decir, la sensación de desgaste propio de los gobernantes que están próximos a cumplir su mandato. 
Si hay algo que necesita hoy, mañana y pasado Manzur es autoridad. De otra manera, todas sus aspiraciones políticas naufragarán. La cuestión, entonces, es llegar a 2019 jugando en la casilla del medio y con la cuota necesaria de poder, sin más vicisitudes.

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