Hoyos, la figura de la cancha, fue el encargado de negarle al “Santo” la chance de dar el salto

¡Qué poquito le faltó a San Martín para cerrar un fin de semana perfecto! En una fecha en la que todos habían jugado para el “Santo”, el equipo no supo aprovechar ese viento a favor.

Pero no porque haya jugado mal el duelo contra Instituto, o porque su rival lo haya superado en el campo. No pudo dar el salto de calidad porque si bien fue más que la “Gloria” durante los 90 minutos, casi que “regaló” el primer tiempo. Durante ese lapso fue algo tibio, no lo “apuró” a un equipo que vino a cerrarse de mitad de cancha hacia atrás, dejando correr los segundos para volverse a Córdoba loco de contento por el punto.

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Pese a no estar del todo lúcido durante ese período, el “Santo” tuvo un par de chances para ir en ventaja al descanso. Pero chocó con un Lucas Hoyos gigante, así como para los jugadores la “ley del ex” trata de marcarle goles a su antiguo equipo; bien podría decirse que en el caso de los arqueros podría tratarse de impedirlo. Y si es así, Hoyos hizo cumplir ese axioma.

Fue el paredón en el que se estrellaron los sueños del dueño de casa. El responsable de que el “Santo” no haya podido quedar a un punto de la cima de una B Nacional que cada vez está más apasionante.

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El “1” cordobés también estuvo en sintonía durante el complemento; quizás donde se vio lo mejor de San Martín. Allí el equipo de Darío Forestello fue al frente con más efervescencia. La sociedad Matías García-Damián Arce comenzó a rendir los frutos y así la visita se vio desbordada, anonadada.

Pero una y otra vez apareció Hoyos, para taparle la victoria a Gonzalo Rodríguez, a García, a todos. Para colmo, varias veces la pelota recorrió la raya del arco cordobés, pero nadie supo cómo empujarla.

Y ahí fue cuando San Martín comenzó a extrañar a Claudio Bieler el, quizás, único especialista en desactivar esquemas tan amarretes como el que expuso la “Gloria” en Bolívar y Pellegrini.

Pero no se le puede caer encima a San Martín. Una vez más volvió a demostrar que cuando Juan Galeano está bien, el equipo parece pasar de gas a nafta.

Ayer también contó con el aporte de García y Arce que, sobre todo en el complemento, se juntaron y crearon las mejores chances para el local.

Otro punto a destacar es que la defensa está cada vez más sólido. Por arriba, casi no le generan peligro y el sistema defensivo que diagramó el DT hace que los centrales no sufran ante los delanteros rivales. Pero si hay que encontrar un punto negativo a un duelo donde San Martín tuvo la chance de dar el salto hacia el paraíso, es que no supo cómo golpear a un equipo timorato, que se “cerró” muy cerca de su arco.

Faltan cinco fechas y todo puede pasar, pese a que ayer era una chance inmejorable. Pero para poder abrazar la gloria al final del camino, el “Santo” debe apretar un poquito más los dientes, extender en el tiempo lo que hizo ayer en los últimos 20’.

Así y todo ayer pudo haber terminado festejando, si no fuese porque se topó con un verdugo conocido.

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