San Martín se ató de pies y manos

El “Santo” tenía casi asegurado el triunfo pero se durmió y no supo aprovechar el empate del líder. Los goles.

A TONO. El desempeño de Walter Busse, que en la foto lucha contra Camacho, no contrastó con el del resto del equipo. El volante no aportó en el armado del juego ofensivo y el “Santo” sintió esta ausencia. foto Ignacio Izaguirre (especial para la gaceta) A TONO. El desempeño de Walter Busse, que en la foto lucha contra Camacho, no contrastó con el del resto del equipo. El volante no aportó en el armado del juego ofensivo y el “Santo” sintió esta ausencia. foto Ignacio Izaguirre (especial para la gaceta)

Ay, San Martín. Cuando los dioses del fútbol le sonreían y el destino le hacía un guiño para que el ascenso directo no dependiera de nadie, el “Santo” le dio la espalda.¿Cómo explicar que la victoria ante Flandria se le escurriera como arena entre las manos? El empate, 3 a 3, en Jaúregui, -con la consiguiente ilusión desvanecida de la cima compartida con Aldosivi- es un merecido castigo para un equipo que esta vez se mostró raquítico de fútbol y no supo ser inteligente para manejar un partido que estaba para una goleada y que casi lo termina perdiendo.

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Una sorpresa: San Martín, campeón de los segundos tiempos en el torneo -la mayoría de sus goles y de sus puntos los consiguió a partir del minuto 46-, desbarrancó justamente en una etapa final para el olvido.

Una constatación: Flandria, que lucha por una supervivencia prácticamente utópica en la B Nacional, jugó con el cuchillo entre los dientes, como una verdadera final. San Martín solo pareció haberse enterado con el pitazo final de Pablo Dóvalo: las cabezas gachas testimoniaron la amargura de la oportunidad perdida.

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A ritmo de siesta. Así jugó San Martín el primer cuarto de hora. Entonces hubo una primera aproximación al arco rival. La pelota la monopolizaba Flandria. Pero con una ráfaga de efectividad dio la impresión de que el conjunto de Darío Forestello en realidad había sido inteligente en resignar protagonismo y dejar venir al “Canario”: dos llegadas, dos goles.

Primero, Gonzalo Rodríguez definió por entre las piernas del arquero Mauro Ruggiero –gran asistencia de Ignacio Arce- y apenas tres minutos después Juan Galeano y el mismo “Turbo” edificaron la jugada que Claudio Bieler transformó en gol. La mesa del triunfo -y de la punta- estaba servida para el “Santo”.

Quizá ese fue el problema. San Martín no supo asestarle el golpe de gracia a Flandria, que estaba conmovido, casi resignado a un inminente regreso a la B Metropolitana. Y a la vuelta del vestuario, el anfitrión se lo llevó por delante, renovado con los ingresos de Milton Zárate y Walter Ortiz.

Increíble pero real I: el “Santo” no hizo un solo tiro al arco hasta los 30’ del complemento. Para entonces, la chapa había cambiado de modo sustancial: exhibía un 2-2, con otra ráfaga de goles, esta vez de Zárate y Luciano Pons.

Increíble pero real II: San Martín reaccionó y los tres sustitutos enhebraron el tercero, con el toque final Franco Costa, en la primera pelota que tocó. Parecía todo sentenciado, pero no: el “Santo”, inocente, permitió que Mauro Bellone sacudiera la red de Arce para establecer el 3 a 3.

Después, lo pudo ganar San Martín con un remate de Bieler, y también Flandria, cuando falló Sebastián Matos. Al final fue empate. Para los neutrales fue un partidazo. Para los hinchas de San Martín, una tremenda decepción. En definitiva, en Jaúregui, el equipo de Forestello no jugó a lo campeón.

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