Una sobreviviente contó que unos “cables sueltos le salvaron la vida”
Tras la tragedia, el arzobispo Carlos Alberto Sánchez, emitió un breve mensaje. “Como obispo de Tucumán suplico al Señor por las víctimas del dramático derrumbe del edificio y ruego a la Virgen de la Merced les dé paz, fortaleza y consuelo a los familiares, y pronta recuperación a los heridos”.
Lo único que ella recuerda, hasta ahora, es el estruendo del derrumbe y la imagen de dos personas que caminaban delante de ella y que quedaron atrapadas por la mole de cascotes. “Yo sabía que estaban muertos”, dijo Natividad Soria cuando despertó en una cama del hospital Centro de Salud.
Doña Natividad, de 57 años, vive en La Reducción, Lules. El miércoles a la tarde acompañaba a su nuera Graciela Nacul que debía realizar una consulta médica y a su nieta Emma, de cuatro años. Unos minutos antes de la tragedia, Natividad dijo que quería comprar un colador de fideos en un local cercano al ex cine Parravicini. Por esa razón se demoraron unos minutos más hasta pasar después por la vereda de la tragedia.
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En la esquina siguiente esperaba Pedro, el chofer del remises que las había traído desde Lules y que debía regresarlas a su casa. Al momento de la tragedia, las tres caminaban lentamente por la vereda, cuando de pronto se oyó un estruendo y, en un segundo, la pared se desmoronó.
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Natividad cayó al piso cubierta de polvillo en todo el cuerpo. Desesperadamente Graciela abrazó a su hija Emma y le cubrió el cuerpo con su espalda. Ellas también quedaron con los escombros alrededor y el polvillo en la cara, el pelo y el resto del cuerpo. En un segundo hubo gritos, corridas y más polvillo como una nube suspendida en el aire.
Un joven le ayudó a levantarse a Graciela y a Emma. Solo tenían apenas unos raspones. Natividad seguía en el piso con más dolor en la espalda. En ese momento, Graciela llamó por teléfono al chofer. “Vení Pedro, vení a ayudarme con mi suegra”, alcanzó a gritar en el celular. El chofer bajó del auto y corrió los 60 metros desde la esquina hasta el lugar de la tragedia.
“La primera ambulancia que llegó se llevó a mi mamá al Centro de Salud”, señaló a LA GACETA Patricia Correa, mientras ayer esperaba que le dieran el alta médico a su madre.
Doña Natividad era la última de las sobrevivientes del derrumbe del ex cine Parravicini que iba a ser dada de alta ayer a la tarde. “Mi mamá dice que los cables que había colgados le salvaron la vida -resaltó Patricia-; parece que eso amortiguó la caída de escombros en su cuerpo. Por suerte mi cuñada (Graciela) y mi sobrina (Emma) están bien en la casa”, agregó.
Esa misma noche de la treagedia, el miércoles a las 23, llegó al hospital la ministra de Salud, Rossana Chahla. La funcionaria se interiorizó de la situación de la paciente y ofreció su ayuda a la familia luleña. “La verdad que estamos agradecidos, porque hasta ahora la atención ha sido excelente”, resaltó Patricia, mientras fumaba en un espacio al aire libre cerca de la vereda del hospital.
“Un Dios aparte”
Natividad vivió tres años en Mar del Plata, en la casa de una de sus hijas. Hace un año regresó a Tucumán y se instaló en la casa de su nuera Graciela, en La Reducción, para ayudarle con las cosas de la casa y compartir más tiempo con su nieta Emma.
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La mujer recuerda el shock trágico y asegura que tuvo un Dios aparte. Patricia, su hija, la acompañó desde la noche del miércoles hasta ayer en la puerta de la guardia. “No dormí nada, pero tampoco tengo sueño; lo único que quiero es llevármela a la casa para que se recupere”, dijo.