Consecuencias de las desprolijidades y desmanejos en el entorno del plantel argentino

Claudio Tapia, Daniel Angelici y Hugo Moyano son los responsables de la conducción de la AFA.

LA CONDUCCIÓN DE LA AFA. Hugo Moyano (presidente de Independiente), Claudio Chiqui Tapia y Daniel Angelici (presidente de Boca). ARCHIVO LA CONDUCCIÓN DE LA AFA. Hugo Moyano (presidente de Independiente), Claudio "Chiqui" Tapia y Daniel Angelici (presidente de Boca). ARCHIVO
21 Junio 2018

La debacle que hoy vive el fútbol argentino comenzó con el insólito 38 a 38 de las elecciones en la AFA. Aquella votación fallida fue un presagio de lo que nadie creía posible, pero que terminó sucediendo. 

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Las desprolijidades y desmanejos en el entorno del plantel argentino fueron los ejes centrales de este nefasto presente. Las luchas internas y de egos en la AFA terminaron envolviendo irremediablemente la atmósfera de un equipo que estuvo al margen del caos institucional cuanto pudo, detalla Ambito.com

La intervención luego de la votación, con Armando Pérez al mando, desató una iracunda batalla dirigencial que abandonó las necesidades de la Selección. Apoyados en un plantel que se "manejaba todo", Claudio Tapia, Daniel Angelici y Hugo Moyano, junto a sus laderos, tomaron el poder en la institución del fútbol argentino luego de una desgastante y encarnizada etapa de un año donde llamaron a nuevas elecciones, con una lista única. 

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Pero el daño ya estaba hecho, aunque luego decisiones de la actual presidencia, la profunidzaron. Gerardo Martino se tuvo que ir luego de un abandono de los dirigentes para conformar el plantel que disputaría los Juegos Olímpicos Río 2016 (tras el bisubcampeonato de América). Con la llegada de Pérez como interventor, el sucesor fue Edgardo Bauza, quien estuvo tan sólo ocho partidos, pero como fue llevado por el presidente anterior, Tapia decidió echarlo ni bien asumió. 

En su lugar llegó Jorge Sampaoli, quien no pudo nunca formar un equipo ni tener un plantel unido. Entró en disputas con los jugadores y con los propios integrantes de su cuerpo técnico y nunca se logró una identidad de juego definida. 

Así, con un plantel desgastado mentalmente y con mermas físicas, se clasificó al Mundial sólo por las genialidades de Lionel Messi. Pero desde aquella gloriosa tarde de Quito a este deprimente presente en Nizhny Nóvgorod nunca hubo una evolución y las diferencias fueron cada vez más marcadas. 

Sin unidad y sin plan de juego, la Selección cayó en la deriva y su continuidad en el Mundial de Rusia pende de un hilo.

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