El trotamundos que hizo delirar a la Ciudadela

En su regreso al fútbol argentino, tras 12 años de ausencia, Fabián Espíndola se puso el traje de goleador y le regaló al hincha "santo" un golazo que sirvió para definir el clásico.

LA FAMILIA. Bárbara y sus hijos Jayko y Neesysha esperan en Buenos Aires. LA FAMILIA. Bárbara y sus hijos Jayko y Neesysha esperan en Buenos Aires.

Lo extrañaba. Confiesa que mientras jugó en el exterior, a su vida le faltaba sentir el grito sagrado de los hinchas, esa especie de himno que tiene el fútbol argentino y ese que estremece cuando una hinchada celebra un gol. Un grito que se escuchó con fuerza el domingo en La Ciudadela cuando marcó ese golazo, el segundo de San Martín que definió el clásico contra Atlético. Fabián Espíndola, el delantero nacido hace 33 años en Villa de Merlo (San Luis) llevaba 12 temporadas en el exterior y se presentó de la mejor forma posible en su retorno al fútbol argentino.

En la jornada de descanso que le concedió ayer el cuerpo técnico, Espíndola aprovechó el día para mudarse desde el hotel en que estaba alojado a un departamento que permitirá que su esposa Bárbara y sus hijos Jayko (6 años) y Neesysha (2), ambos nacidos en los Estados Unidos, vivan con él en la provincia. “Tengo que conseguirles colegio a los chicos, que actualmente están viviendo en Buenos Aires. Cuando los inscriba van a venir todos a Tucumán. Los extraño demasiado para estar alejados”, expresó Espíndola, que pasó por Ecuador, Estados Unidos, México, Venezuela y España.

- ¿Cómo viviste las primeras horas luego del clásico?

- Tranquilo y contento porque hacía mucho que no sentía la hermosa sensación de jugar en mi país. La vida me dio la posibilidad de jugar muchos años afuera, por eso puedo decir que en ninguna parte del mundo se vive el fútbol como en nuestro país. El hincha argentino es único, especialmente por la forma en la que participa en los partidos.

- ¿Qué sensaciones te dejó la experiencia en el exterior?

- Fue algo que me marcó para toda la vida. Una experiencia hermosa, que me ayudó a atenuar la sensación de vivir lejos de mi familia. Una de las cosas que extrañaba era compartir momentos especiales con ellos. Por eso, cuando surgió esta posibilidad de venir a San Martín hice todo lo posible para que se concretara.

- ¿Qué es lo mejor que te pasó en esos 12 años ?

- La experiencia de jugar en un fútbol nuevo como el estadounidense. Para ellos todo es novedoso. En lo personal pude formar una familia. Si bien mi esposa es de Buenos Aires, mis dos hijos nacieron en Estados Unidos. Esto me lleva a guardar un respeto enorme por ese país que me brindó toda su hospitalidad en los años que viví allá. Además, me posibilitó tener como compañeros a astros mundiales como Thierry Henry. Con Marcelo Barovero compartimos plantel en Nexaca, de México. El ex arquero de River es una persona fuera de serie.

- ¿Cambió algo en el fútbol argentino respecto a 2006?

- Me fui a los 21 años y puedo decir que el fútbol argentino no cambió demasiado. Los jugadores seguimos dejando todo en el campo de juego y para ganar los partidos hay que jugarlos hasta el último minuto. Una prueba es lo que pasó el domingo, donde se jugó con mucha garra y peleando cada pelota como si fuese la última.

- Debe ser gratificante para vos haber conseguido superar la prueba en San Martín.

- Luego de charlar con la familia creí que era el momento adecuado para regresar al país. La idea era que los chicos se criaran junto al resto de sus seres queridos. En lo que respecta a lo deportivo, las mayores dudas de la gente de San Martín era saber cómo estaba físicamente. Aunque yo sabía que estaba bien. Por eso no me molestó que se tomaran las precauciones antes de que se formalizara el vínculo. Por suerte, salió todo bien ahora y soy uno más del plantel.

-El gol en el clásico fue la mejor carta de presentación que le pudiste ofrecer al hincha.

- Sí… me siento complacido porque pude aportar lo mío para que la gente se haya retirado del estadio celebrando. Además, es una forma de agradecerles a quienes creyeron en mí y permitieron que llegue a San Martín.

- ¿Qué sentiste cuando viste que la pelota tocaba la red?

- Tardé un poco en reaccionar. Recién lo hice cuando escuché el grito que bajaba desde las tribunas. En esos momentos me dije ‘qué loco haber hecho un gol’ y que la gente lo pudiera exteriorizar de la forma en que lo hizo. El domingo volví a darme cuenta que cómo se grita un gol en Argentina; no se hace en ninguna parte.

- ¿Y ahora qué pasará?

- Siempre fui una persona positiva. Hasta ahora sólo recibí buena onda. Por eso, lo único que tengo que hacer es ponerme las pilas y hacer las cosas bien para que el técnico pueda tenerme como una alternativa a la hora de conformar el equipo. Sé que tengo una oportunidad única y no me voy a rendir sin hacer el último esfuerzo. Se nos viene una temporada donde cada punto que juguemos se cotizará en oro.

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