Llegó la hora: "Tenemos que tratar de hacernos fuertes en casa”, aseguró Forestello

Llegó el día con el que los hinchas soñaron desde mediados de 2009 cuando San Martín perdió por última vez su lugar en Primera División.

Pasó mucha agua por debajo del puente, muchísima. Atrás quedaron años oscuros y problemas institucionales que repercutieron en crisis futbolísticas que amenazaron con destruir todo. Pero el “Santo” está de pie nuevamente, listo para dar batalla.

Gracias a que no disputó la primera fecha debido a que Independiente pidió la postergación de ese duelo debido a su participación en la copa Suruga Bank, en Japón, volverá a iniciar su camino en casa, como en dos de sus tres anteriores debuts.

Esos primeros juegos en la máxima categoría siempre le resultaron favorables a San Martín jugando de local: ganó los dos que jugó, ambos por 2 a 0.

En la temporada 1988/89, el equipo dirigido por Nelson Chabay festejó en su estreno. El 11 de septiembre de 1988, en Bolívar y Pellegrini, venció 2 a 0 a Instituto, de Córdoba, gracias a un doblete de José “Mono” Campos. Mientras tanto, el 8 de agosto de 2008, en cancha de Atlético, San Martín debutó en su última temporada en Primera con otro triunfo: 2 a 0. Aquella vez sobre Huracán, gracias a Juan Monge y Mario Turdó.

La única vez que el “Santo” tropezó en el primer juego de la temporada (jugando en la elite) fue durante su segunda excursión por Primera. El 30 de septiembre de 1992 visitó a Huracán en un juego correspondiente a la tercera fecha debido a que las dos primeras habían sido postergadas. En esa ocasión, el “Santo” perdió 2 a 0.

“Son sólo estadísticas. No me llevo de esas cosas. Tenemos que hacer un buen partido y ganar, esa es la única realidad”, plantó bandera Darío Forestello, pensando en el duelo de esta tarde contra Unión.

Lo cierto es que la idea de todos en La Ciudadela es arrancar a paso firme la cuarta temporada en Primera. Todos esperan que el paso por la Superliga sea eterno y para eso no hay tiempo que perder. A partir de hoy deben comenzar a defender un lugar que costó demasiado recuperar.