El suceso, el accidente que sobreviene; también la situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata, definen la palabra emergencia. Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad. Situación mala o difícil. Un equipo en crisis. Reducción en la tasa de crecimiento de la producción de una economía, o fase más baja de la actividad de un ciclo económico. Son algunas de las definiciones del término crisis.
Ayer, el presidente, Mauricio Macri, declaró “en emergencia” al país y anunció una política de ajuste para enfrentar la crisis con la reducción a menos de la mitad del gabinete de ministros, el aumento de los aranceles a la exportación y medidas de contención para los sectores más pobres. En su alocución, el mandatario dijo, entre otras cosas: “a los que exportan les vamos a pedir un esfuerzo mayor; es una emergencia”; “esta vez el cambio es verdadero”; “este es un momento distinto a todos los que vivimos en el pasado”; “esta crisis no es una más, tiene que ser la última”; “los argentinos estamos hartos de un pasado que no debe volver”; “quizá esta es la última oportunidad que tenemos para que la verdad salga a la luz”.
Tras responsabilizar a un pasado de 70 años por el déficit fiscal y a “los cuadernos de las coimas” por la incertidumbre de los mercados, y adelantar detalles sobre su reunión con el Fondo Monetario Internacional, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunció nuevas medidas y dijo: “quiero decirles que estén tranquilos, este equipo está dejando todo en la cancha para que la Argentina salga adelante”. Las dos intervenciones no lograron sosegar a los mercados porque el dólar volvió a subir: de $ 37,40 pasó a $ 39,04, mientras que el índice Merval, que había acumulado una abrupta alza de casi un 10% el viernes, caía pasado el mediodía un 2%. Terminó con una pérdida del 1,5%.
El país asiste una vez más a una situación límite. El estado de emergencia que vivimos ha despertado distintas reacciones en la población, que viene soportando aumentos de tarifas en los servicios y la depreciación de sus salarios como consecuencia de la inflación. No es novedad que la Argentina gasta más de lo que puede y el único modo de despegar es ordenando las cuentas de modo que los egresos no sean mayores que los ingresos. También es cierto que ningún sector quiere que el ajuste lo alcance, pero parece razonable que los que más tienen aporten más para poder salir de esta encrucijada.
Siempre es conveniente la prudencia, sobre todo en estos momentos delicados por los que atraviesa el país, de los que se puede salir con la concreción de un acuerdo entre todas las partes que están involucradas en su destino, que, por otro lado, permitió salir de la hiperinflación y sus consecuencias dramáticas en épocas no tan lejanas.
Quizás el Presidente sabe que esta es la última posibilidad para hacer finalmente realidad sus palabras, para recuperar la confianza de la sociedad. Si las medidas surten el efecto requerido y se logra la mejoría deseada, se habrá dado un paso adelante. En lugar de echar más leña al fuego o en tirarle más nafta al incendio, sería importante que quienes tienen la responsabilidad de conducir el país lleguen a un consenso para salir con fuerza del pozo en el que estamos inmersos los argentinos.