Bochornoso video que manchó una final de rugby

15 Noviembre 2018

En los últimos tiempos, se suele hablar a menudo del deterioro de las instituciones republicanas, de la intolerancia, de la transgresión de las normas, de la falta de respeto hacia los otros, de la pérdida de valores. Ello se refleja en distintos aspectos de la sociedad tucumana y se ha instalado también en el deporte, incluso en el del rugby, considerado un deporte de caballeros.

El domingo pasado, Los Tarcos se consagró campeón del Campeonato Regional de Rugby “Fredy Narese” al derrotar en la final a Tucumán Rugby por 21 a 16. Tras los festejos, se divulgó un video por las redes sociales, en el que mostraba a jugadores del ganador, descontrolados y alcoholizados, burlándose con expresiones y gestos soeces de sus adversarios verdinegros, lo cual provocó el rechazo de una buena parte de la comunidad rugbística.

Este hecho vergonzoso motivó un pedido de disculpas del club campeón que fue subido a las redes sociales por sus integrantes: “Pido disculpas de manera pública en nombre del plantel del Club Los Tarcos por los festejos fuera de lugar tras la final. Va en contra de los valores que enseña nuestro deporte. Esperamos que la gente del club Tucumán Rugby sepa entender las disculpas y aceptarlas. Fueron dignos finalistas y caballeros en la cancha. De eso se trata el rugby”.

Los cultores de la ovalada han hecho ostentación siempre de la caballerosidad, pese a la rudeza del juego. En el último Mundial, jugado en Inglaterra en 2015, los partidos mostraron, por ejemplo, el respeto de los jugadores hacia el árbitro; más allá de que estuvieran en desacuerdo con algunos de sus fallos, no se vio ningún conato de queja o de agresión. En un deporte áspero, las reacciones por roces entre los jugadores suelen ser comunes y en caso, pero en caso de incurrir en excesos, son sancionadas. La corrección del público no fue un detalle menor; el pasillo de despedida que hacen al final del partido los vencedores para despedir con aplausos a los perdedores, suele ser un gesto habitual.

El tercer tiempo, una reunión de camaradería tras el final del partido que reúne a ganadores y perdedores, es una de las características elogiables de este deporte. Los protagonistas confraternizan más allá del circunstancial vencedor. Y también esta práctica se ha destacado por la ejemplaridad: el jugador que haya incurrido en una falta muy grave puede recibir la pena máxima de 99 años sin jugar, es decir que no podrá volver a tener entre sus manos la ovalada en cualquier torneo.

Los jugadores, especialmente los que incursionan en primera división, deben pensar que los chicos de las divisiones inferiores se reflejan en ellos; un mal ejemplo de los mayores es contraproducente. Se trata, por otro lado, no sólo de saber perder, sino de saber ganar. Cuando las chanzas se convierten en agresiones explícitas se está deshonrando una práctica deportiva.

Las disculpas siempre son bienvenidas, pero también sería importante que el hecho no pasara inadvertido por las autoridades de ese deporte como si se tratara de “una estudiantina”; la Unión Tucumana de Rugby debería considerar si el episodio es pasible de alguna sanción para evitar que estos excesos no se repitan.

“El fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”, afirma una antigua y ocurrente expresión, aunque al parecer no siempre suele ser así.

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