San Martín: apagado, siempre sufre

Con la cabeza en otro lado, el “Santo” fue superado por Newell’s y perdió el invicto en casa.

ÚNICA ARMA. San Martín llevó algo de peligro sobre el arco de Newell’s a través de la pelota parada. Tino Costa manejó con criterio y clase, pero sus compañeros estuvieron erráticos en la definición de cabeza. la gaceta / foto de héctor peralta ÚNICA ARMA. San Martín llevó algo de peligro sobre el arco de Newell’s a través de la pelota parada. Tino Costa manejó con criterio y clase, pero sus compañeros estuvieron erráticos en la definición de cabeza. la gaceta / foto de héctor peralta

La derrota en casa llegó en el momento más inoportuno posible. San Martín pisó en falso y se quedó con varias materias pendientes, que deberá aprobar el próximo año: salir de la zona de descenso; volver a ganar en La Ciudadela y lograr dos victorias en fila, algo que no pudo conseguir en la primera mitad de la Superliga.

El golpazo que le dio Newell’s no lo esperaba nadie en Bolívar y Pellegrini. Los festejos por el triunfo ante el rival de toda la vida se extendieron demasiado, incluso ayer por la noche se pensó más en la gran victoria del sábado pasado que en el duelo que se estaba disputando.

El “Santo” volvió a entrar dormido. Rodrigo Moreira se pasó de la raya y dejó con 10 a su equipo. Ahí el juego se “rompió”. Los dirigidos por Gastón Coyette acusaron el golpe por demás. No hubo remontada heroica, tampoco no apareció esa valentía con la que se llevó por delante varios rivales en el último tiempo. Sí muchas imprecisiones, desacoples defensivos, pérdidas casi infantiles y errores en la última línea que derribaron en la pérdida del invicto de local que ya llevaba 399 días. Con poco fútbol, pero con mucha inteligencia y contundencia, Newell’s sacó tres goles de diferencia ante un San Martín que pareció haberse ido de vacaciones luego del épico triunfo en el Monumental.

Así, en el último juego ante su gente de 2018, el “Santo” manchó un final que pintaba a toda orquesta. El año en el que regresó a Primera División tras nueve años, en el que logró dar vuelta un mal arranque en el torneo con victorias soñadas como cuando bajó al líder Racing, o la de hace una semana, de visitante, en el primer clásico en la Superliga. Sin embargo, no pudo terminarlo de la mejor manera.

San Martín tenía la chance de terminar el año dejando atrás la zona de descenso y metiendo en el bolso una buena cosecha de puntos para creer que en 2019 la permanencia es posible. Pero la peor versión del último tiempo, el cúmulo de errores en el juego, una infantil expulsión en el amanecer del juego y el pésimo arbitraje de Silvio Trucco (en muchos pasajes inclinó la balanza a favor del visitante y anuló un gol de Purita con una sanción polémica por una posición adelantada dudosa) patearon en contra y le impidieron irse de vacaciones con una sonrisa.

Llegó el momento de recargar energías y refrescar la mente para un plantel que en la primera mitad del próximo año tendrá la responsabilidad de dejar a San Martín en Primera. Pero para eso, deberá ajustar algunas tuercas y extender en el tiempo las buenas actuaciones que le permitieron remontar un campeonato que venía de cola.

La derrota debe servir para enfocar bien la mira y no desviarse en trivialidades, porque cuando el “santo” está motivado es un rival para temer, pero cuando se descuida sufre en todos los frentes.

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