Las historias detrás de los créditos UVA

El sueño de la casa propia se les ha vuelto una pesadilla: en un año, las cuotas y el capital adeudado han aumentado al ritmo de la inflación. Los tomadores de los créditos UVA le reclaman al Congreso una ley de emergencia. Quienes en julio del año pasado pagaban una cuota de $ 15.000 hoy abonan cerca de $ 30.000.

- Los créditos Unidad de Valor Adquisitivo (UVA) nacieron en abril de 2016 como la novedad del Gobierno de Mauricio Macri. Tuvieron su auge a mediados de 2017. Actualmente cayeron hasta un 78 %. No obstante, en todo ese tiempo se hicieron unas 110.000 hipotecas bajo esta modalidad.

- Las cuotas se ajustan a través de esas UVA, que evolucionan en función del Índice de Precios al Consumidor (IPC); es decir, en función de la inflación.

- Una cuota que un año atrás rondaba los $ 13.000, ahora llega a unos $ 22.000 (60 % más). También el capital se mueve según la inflación: un préstamo inicial de $ 2 millones hoy acumula una deuda aproximada de $ 3,3 millones (80 % más).

- Los UVA admiten un plazo máximo de cancelación de 30 años. Sin embargo, en enero se supo que unos 48.000 clientes ya estaban en condiciones de pedir el tope de la cuota. En ese momento el valor de lo que debían pagar superaba en más de 10 % al que hubiera resultado si se ajustara por Coeficiente de Variación Salarial (CVS).

- Ante este escenario surgieron colectivos denominados “Hipotecados UVA Autoconvocados”. Tienen ramificaciones en todo el país y un único reclamo: que se revise el sistema de indexación.

- El martes pasado los bloques de toda la oposición acordaron un anteproyecto unificado que declara la emergencia de los créditos durante un año, o mientras duren los niveles actuales de inflación, y propone que se calculen las cuotas en base al CVS.

- También el plan Procrear Ahorro Joven genera dudas. Es una variedad de los créditos UVA pensada para personas de hasta 35 años. Los tomadores debían ahorrar UVA en un plazo fijo. Después de un año, debían sumar ese ahorro a un crédito y un subsidio. Aunque los beneficiarios han terminado de pagar, todavía no tienen información sobre si podrán acceder al crédito.

“Todo lo que gano es para pagar la cuota de la casa”

“Uff... Siento desolación. Mucha desolación. Esto es feo. Soy llorona, te pido disculpas. Pero no puedo parar de llorar... cuando pienso que lo único que hago es trabajar, trabajar y trabajar. Vivo para trabajar. No puedo disfrutar de nada. Ni de ir al cine ni de tomar una gaseosa. Todo lo que tengo es para pagar la cuota de la casa, la luz y el gas. Cuido mi trabajo como oro. Si quedo sin trabajo, me muero.

Gracias a Dios, tengo salud. Pero ¿hasta cuándo aguantaré? Me han golpeado no solo en lo económico, sino también en lo emocional. Vivo con angustia. Me levanto cada mañana y digo: ¿qué voy a hacer si el dólar se va a 60?

Estoy, estamos todos los hipotecados en la misma. Nuestra única esperanza es el Congreso. Pedimos que los diputados le pongan un freno al aumento de las cuotas. No deberían superar el 30 % de nuestros sueldos, pero eso no se respeta. ¡Ningún banco lo respeta! ¿No se dan cuenta de que somos una pobre gente?

Del súper, olvidate. Hago las compras del día, la verdura... la carne... los pañales. A los ahorros de toda mi vida me los comí este año. Todos los ahorros que tuve ya no los tengo. Lo peor no es eso. Lo peor es no saber qué va a pasar. Es esta incertidumbre.

Estoy embarazada: se viene la segunda. Soy quinesióloga en un centro privado. Hoy, 10 de abril, no me queda un peso. Ni un peso. Mi marido tiene una carpintería de aluminio, pero no factura ni la mitad de lo que ganaba antes. En febrero del año pasado firmé el crédito por $ 1,5 millones. Jamás dejé de pagar. Hace 12 meses que estoy pagando. Y siento que no avanzo. Le debo al banco $ 2,3 millones”.

Emili Tremite tiene 33 años. Se dedica a la quinesiología y vive en el barrio Procrear, de Yerba Buena. Es mamá de Mateo (en la foto) y espera a Pierina para agosto.

"Me sacrifiqué un año y todo es incertidumbre”

“Nosotros alquilábamos un departamento, pero el dueño lo vendió (lo había comprado con un crédito UVA y no podía pagar la cuota bancaria). Entonces nos mudamos a lo de mi hermano. Aquí estamos los tres: mi marido, mi hermano y yo. En dos meses nacerá mi bebé. Pensaba que, para esta época, iba a tener mi casa. No pierdo las esperanzas. Todavía no las perdí.

Hace un año me anoté en el plan Procrear Ahorro Joven. Hoy, después de haber ahorrado durante todo este tiempo, no sé si sigue vigente. No recibimos información. A veces, en una misma mañana, vamos al banco dos tomadores diferentes, nos atiende la misma persona y nos contesta cosas distintas. Nadie sabe qué va a pasar con este plan.

Teníamos que conformar un plazo fijo y ahorrar en UVA. Después el Gobierno nos iba a dar un subsidio y algún banco un crédito para una vivienda.

Pero son varios los puntos que no tienen respuesta. Por un lado, en febrero venció mi plazo fijo y no pude renovarlo. No he podido hacer algo tan simple como renovar un plazo fijo. Mientras tanto seguimos amontonados. Dos heladeras, dos lavarropas y un montón de muebles. Quería un cuarto para mi bebé.

Por otro lado, si finalmente me dan el crédito, me pregunto para qué me alcanzará ese dinero. Hoy las propiedades cotizan en dólares y son inalcanzables. La tercera pregunta que me hago es: ¿me meto? Si estamos viendo que las cuotas suben todos los días. No puedo hablar más... Voy a llorar porque todo es incertidumbre. Porque me sacrifiqué un año... y no sé qué hacer”.

Mariana Nieva tiene 27 años. Trabaja en la administración pública. Está embarazada de siete meses.

"Nunca nadie nos habló sobre el riesgo de endeudarnos con UVA”

“Yo tenía un terrenito, vino el banco y me lo hipotecó. En ese momento no dudé. El plan parecía creíble. Además, era la única oportunidad para conseguir mi casa. Hoy me arrepiento. He saltado al abismo.

Siento que haberme metido en un crédito UVA fue un salto al abismo. Las cuotas y el capital se ajustan con la inflación, pero nunca nadie nos explicó eso. Nunca nadie nos habló sobre el riesgo de endeudarnos de esta manera. No dimensionamos que la deuda no es en pesos. Y que la actualización de ese coeficiente se hace diariamente.

Macri decía que la inflación iba a bajar, pero se ha duplicado. Apenas uno cobra el banco se debita su parte. Después, si solo te queda para comer, pagar la luz y vivir, es tu problema. Si esto sigue así, en un año caemos todos.

La situación se ha vuelto grave y el Gobierno tiene la responsabilidad. O le ponen un tope a las cuotas o vamos camino a una crisis de ejecuciones inmobiliarias. Nos están debitando más del 30 % de los salarios. Supuestamente, ese porcentaje era el límite. Pero en eso también fuimos engañados: la letra chica dice que el porcentaje es válido únicamente para la cuota inicial.

Sabemos que algunos hipotecados se han atrasado en dos cuotas y han recibido llamados de intimación. Son

unos insensibles. ¿No entienden que el que pidió un crédito de $ 500.000 hoy debe $ 1 millón? Tengo miedo: he hipotecado mi único patrimonio”.

Facundo Onaga es arquitecto. Vive en el country Labradores, de Tafí Viejo.

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