Es una de las palabras más populares de los últimos lustros. Ha conquistado diversos territorios y siempre da la impresión que será difícil desalojarla de su trono. Se afirma a menudo que la crisis ha desembarcado en el mundo de los libros, y aunque muchos de ellos han abandonado su versión papel para convertirse en digital, que va ganando adeptos entre las nuevas generaciones.
El 23 de abril es el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, fecha instituida por la Unesco en 1995 porque el 23 de abril en homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, Shakespeare y de Garcilaso de la Vega, que fallecieron en 1616. El objetivo es homenajear a los libros, a los autores y fomentar la lectura.
¿Se puede hablar de una crisis del libro? Tal vez no a juzgar por la gran cantidad de títulos que lanzan las editoriales. ¿Hay una crisis de lectores? ¿Leen los adultos? ¿Leen nuestros niños? ¿Qué leen? Varias preguntas flotan desde hace tiempo y las respuestas son dispares y generan, en general, más preocupación que optimismo. Los medios audiovisuales han ido desplazando al libro tradicional. Muchas editoriales apelan a la creatividad para acercar a los chicos a los libros, valiéndose de herramientas informáticas.
Durante la Feria del Libro de Buenos Aires de 2015, uno de sus famosos invitados dijo que se estaba perdiendo el hábito de la lectura. “Antes veías en el subte, el autobús o en la cola del médico gente leyendo, pero ahora no, están todos mandando mails, wasaps, mensajes. Esa hora y media de ocio que el usuario razonablemente culto dedicaba a leer para entretenerse, ahora la usa para responder correos. Hasta los que somos lectores habituales leemos menos tiempo. Sospecho que a medida que pase el tiempo, esto irá a más. No es que se lea por otros medios, sino que se está dejando de leer”, comento con cierto pesar el escritor español Arturo Pérez Reverte.
¿Se lee cada vez menos? ¿Cada uno de los millones de libros que se publican tiene su lector? Desde enero pasado, como un aporte para promover la lectura y la reflexión, LA GACETA publica diariamente recomendaciones de libros -también lo hace dominicalmente su sección Literaria- formuladas por ciudadanos.
Existen programas educativos para fomentar la lectura en los niños, pero si los adultos -padres y educadores- no dan el ejemplo estos difícilmente adquieran esta sana costumbre. Por ejemplo, no existe una política de Estado provincial en materia de enseñanza y divulgación de nuestros autores, por lo tanto la llegada de su producción a Incluso los autores de mayor renombre que ha dado esta tierra, son escasamente conocidos por los comprovincianos.
En alguna oportunidad, hemos sugerido que la Provincia a través de su editorial podría encarar la publicación de antologías que reunieran textos de autores tucumanos para distribuirlos en las escuelas y colegios. Pero para que el libro llegue al lector que es el objetivo final, se deben generar lectores ya desde la primaria. En la formación de los docentes debería haber una asignatura “Literatura de Tucumán”, porque no se puede enseñar lo que no se conoce, ni menos estimular la lectura si el educador no tiene ese hábito.
Si está dejando de leer, como afirma el escritor español, desde el ámbito educativo debe regarse el semillero. Los árabes solían decir que libros, caminos y días dan al hombre sabiduría.