Una novela checa

Policial metafísico que rinde homenaje a Praga.

PERCEPCIÓN. Ignorar un destino no impide percibir su proximidad, advierte Bertazza en la primera página de su novela. PERCEPCIÓN. Ignorar un destino no impide percibir su proximidad, advierte Bertazza en la primera página de su novela.
02 Junio 2019

NOVELA

SÍNDROME PRAGA

JUAN PABLO BERTAZZA

(Adriana Hidalgo - Buenos Aires)

Praga es arte, es tradición, es Historia: “La coherencia de su variedad”. Museos, castillos, catedrales, el Puente San Carlos. Mozart, Kafka, Kundera. Hasta el disco Vinagre y rosas, de Joaquín Sabina, fue concebido en esa ciudad. Y hacia allí va Rodrigo, un argentino más, un poco a ciegas, a trabajar como guía turístico: “A Praga sabemos cuándo venimos pero no sabemos cuándo nos vamos”, le dirán, apenas llegado.

En su continuo derrotero por esas calles, dará con personajes extravagantes, evasivos, multiculturales; con situaciones inesperadas que él aceptará sin dilaciones, por momentos con abulia; dará con la extranjería, las distancias que impone una lengua, la idiosincrasia de un pueblo al que se desconoce; y con una historia de amor con Katka (cámbiese la F por la T y el homenaje quedará certificado).

Pero algo acecha, y es el Síndrome, un extraño fenómeno que hace que cuatro dígitos aparezcan en la frente de las personas, una marca que -como la muerte- no puede borrarse y sólo es visible al entrar en contacto con la luz del sol. Eso sí: nadie es capaz de ver los números impresos en su propia frente, ni en fotos, ni en espejos. ¿Hasta qué punto se relacionan estos hechos con la leyenda del Gólem? Más: ¿Qué pasaría si nos fuera revelado el día de nuestra muerte? ¿Qué si lo supieran y no nos la comunicaran? He aquí el Síndrome.

Escrita en formato diario de viaje, desde un 3 de julio hasta el 10 de agosto (las fechas, se ve, serán eje fundamental de la novela), Síndrome Praga, la primera novela del poeta y periodista Juan Pablo Bertazza -libro que acaba de tener su presentación oficial en la capital checa-, deriva en la ciencia ficción, o, mejor aún, en un policial metafísico, esotérico, y cierra con un final sorprendente, imprevisto, aunque un indicio se encuentre en la primera página: “como si ignorar un destino no impidiera percibir su proximidad”.

De todos modos, la novela es, también, un gran homenaje, una gran guía sobre la ciudad. Como París, Praga no se acaba nunca.

© LA GACETA

HERNÁN CARBONEL

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