Nadal, el héroe de Roland Garros: no hay adjetivo que alcance

10 Junio 2019

Por Alejandro Klappenbach

Hemos sido testigos de un acontecimiento que actualiza una pregunta sin respuesta. ¿Cuáles son las palabras que debemos usar para hablar de Rafael Nadal y su título número 12 en Roland Garros? ¿Existen esas palabras? Si alguien las conoce que me diga, también, si alcanzan. Por favor. En la redacción del diario están a disposición mis datos de contacto...

De este lado surge la misma impotencia de 2017 y 2018. El tenista español, a sus 33 años, ha vuelto a empujar la vara. Otra vez. Una más. Para agrandar su dimensión de leyenda y, de paso, sumar 18 grandes y acercarse a los 20 de Federer. “Si lo he conseguido yo, que soy una persona ‘normalita’ sin dudas vendrá alguien en el futuro y superará mis números” decía Rafa, post triunfo contra Roger Federer. ¿Es posible que Nadal crea ésto que dijo? Me permito la duda.

“No puedo entrenar el juego que necesito para enfrentar a Rafa en ladrillo. No encuentro nadie como él”. Las palabras del propio Federer tras caer en la semifinal reflejaban impotencia. Y, además, mostraban la realidad. El estándar Nadal en canchas lentas no tiene comparación. Su nivel de intensidad, concentración, prestación física, potencia, velocidad, golpes, inteligencia, convicción y resistencia no puede compararse con el de ningún otro jugador.

A todo eso, y sin el descanso necesario, se enfrentó Dominic Thiem, número 4 del ranking, también finalista en 2018, y señalado por muchos como quien dominará la superficie cuando Rafa diga basta. El austríaco jugó dos horas de tenis soberbio, niveló el score a set por lado y, entonces, fue víctima de un Nadal en estado puro. Tras ceder su servicio y, con eso, el segundo parcial, el español fue un león indomable en el arranque del tercero, ganó cuatro games seguidos y marcó el momento con ventaja de 4-0.

¿Dos momentos favorables para Thiem? Las respuestas de Nadal fueron idénticas: los dos tramos en los que mejor jugó y compitió. “Esos momentos fueron clave. El partido estaba nivelado, seguramente era impensado suponer una seguidilla tan favorable. Obviamente en ambas oportunidades salí fortalecido y pleno de confianza”. La inercia de ese arranque del tercer parcial se estiró hasta dejar a Rafa a solo un set del título. Entonces se jugó el último tramo con incógnitas. Thiem redobló su agresividad y consiguió oportunidades de quiebre en el primer y tercer game del set. No las pudo firmar. Y, como si eso fuera poco, Nadal sí le tomó el servicio en el juego del medio. El consecuente 3-0 fue la sentencia de que, aunque no se entregara, Thiem no tenía nada más por qué pelear.

Rafa ganó 6-3; 5-7; 6-1 y 6-1, levantó el trofeo, lo mordió para las fotos, tomó el micrófono y, después de agradecimientos varios y felicitaciones a su rival, miró adonde estaba su gente y dejó una frase que hace más grande su conquista: “hace unos meses no sabía si mi cuerpo me permitiría estar aquí. Vuestro apoyo ha sido vital. Muchas gracias”.

Tal vez sean esas, solo esas, las palabras justas. “Muchas gracias”. Gracias a vos Nadal, gracias a vos Rafa, por mostrarnos la mayor proeza de la historia del deporte.

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