Buscar al padre

Es uno de los grandes temas literarios. Desde Edipo y Hamlet a Carta al padre o Pedro Páramo. En ficciones más recientes también se palpa la necesidad de perseguir la historia de los padres como forma de resolver la propia. “Los hijos son los detectives de los padres, que los arrojan al mundo para que un día regresen a ellos para contarles su historia”, escribe Patricio Pron. Intentando definir la particular naturaleza del vínculo, Federico Jeanmaire plantea: “Tal vez la relación entre padres e hijos no es otra cosa que una infinita cadena de tácitos tratados de paz”.

16 Junio 2019

Por Carmen Perilli

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

La relación entre el padre y el hijo varón asume características propias vinculadas a los mandatos de masculinidad. La búsqueda del padre es uno de los grandes temas de la cultura, un mito ya recogido en la Odisea en la figura de Telémaco, el hijo de Ulises, recorriendo el mundo en busca del padre. El encuentro puede tener un peso trágico como en Edipo o en Hamlet. Una de las escenas mitológicas está en la Carta al padre de Franz Kafka: “Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué contestar, en parte por ese miedo que me provocas”. El libro Adiós a los padres, del alemán Peter Weiss, habla del abismo que puede llegar a mediar con los padres: “De mi padre no sabía nada. Su principal rasgo era la ausencia”.

Dentro de la literatura latinoamericana del siglo XX no hay metáfora más potente que Pedro Páramo, de Juan Rulfo, ese “territorio donde los tiempos y las identidades se diluyen”, como dice Juan Villoro. Juan Preciado, uno de los hijos, se interna en ese mundo buscando a su padre, con quien no se encontrará ni en la muerte, mientras otro de los hijos matará al progenitor. En nuestras comunidades las representaciones del padre se ligan a la del caudillo y a la del macho latinoamericano. La paternidad fallida es la marca de las escrituras de los 60 y los 70 como las de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, cuyas leyendas familiares muestran deterioradas imágenes de hombres fuertes.

Una novela resplandeciente y tremenda aparece en Argentina en los 90 inspirada en una biografía. El desierto y su semilla, de Jorge Barón Biza, testimonia una de las historias más crueles: la del padre terrible que desfigura con ácido a la madre.

En la narrativa masculina de principios del siglo XXI nos encontramos con gran cantidad de textos en los que la muerte y la enfermedad del padre actúan como línea de sombra que permite advertir su verdadero rostro y reencontrarse, aunque muchas veces de modo tardío. Es el caso de obras como El hermano alemán, de Chico Buarque, una ficción autobiográfica, donde el escritor y cantante trabaja la gran sombra paterna del historiador Sergio Buarque, de Holanda, a través de la búsqueda de un enigmático y secreto medio hermano, al que nunca vio, y que nació en la Alemania nazi. El silencio familiar que encubre el tema no impide que esa sombra sobrevuele a la familia. A la muerte del padre el narrador siente perdida toda posibilidad de preguntarle sobre el hermano. Sólo entonces descubrirá que el padre siempre quiso reconocerlo, pero el gobierno alemán se lo negó. La búsqueda de Sergio hijo es, en realidad, la búsqueda de la historia sustraída por el mutismo del padre, aquella que sólo pido avistar y que tomará la forma del encuentro.

En El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia Patricio Pron, hijo de militantes peronistas, trabaja la relación entre la generación de los 70 y la herencia histórica con un título que remite a un verso de Dylan Thomas. Lo hace a través del testimonio, la crónica y la autobiografía. El narrador, un joven escritor argentino, vive en Alemania y regresa a Argentina para despedirse de su padre enfermo. En ese retorno se halla con los papeles paternos, busca datos sobre la militancia familiar y encuentra una carpeta donde el padre guarda los documentos de una indagación sobre el asesinato de Alberto Burdisso que luego lleva al enigma sobre el paradero de su amiga Alicia Raquel Burdisso, secuestrada y asesinada por la dictadura militar en Tucumán. Este hallazgo lo conduce a una suerte de doble búsqueda. “El pasado se redefine continuamente”, dice el personaje. El narrador tiene problemas de memoria y debe enfrentar el pasado del padre: “Un día, supongo, en algún momento, los hijos tienen necesidad de saber quiénes fueron sus padres y se lanzan a averiguarlo. Los hijos son los detectives de los padres, que los arrojan al mundo para que un día regresen a ellos para contarles su historia y, de esta manera, puedan comprenderla”. Un hilo fantasma atraviesa la distancia entre generaciones: “la sensación de estar unidos en la derrota, padres e hijos”. “A veces nos recuerdo a mi padre y a mí deambulando por un bosque de árboles bajos y pienso que ese bosque es el del miedo…”

La vida entera

Federico Jeanmaire, el día que supo que su padre iba a morir, comenzó a escribir un texto al que llamó “Papá”. Su padre fue un militar de carrera y funcionario de dos dictaduras que intentó obligarlo a seguir su carrera. Retrata al padre y a la relación y llega a una conclusión: “Tal vez la relación entre padres e hijos no es otra cosa que una infinita cadena de tácitos tratados de paz”. La escritura nace como el intento desesperado de tender puentes, de establecer algún tipo de relación. Sólo en los momentos finales comprende cuánto se parecen y logra acercarse al padre.

Un padre extranjero, de Eduardo Berti, narra el largo camino del hijo hacia la verdad oculta en la vida del padre. El escritor viaja a Argentina ante la noticia de la enfermedad del padre. Queda asombrado ante la novela que este escribió y devela su terrible secreto, su trágica historia como judío rumano y sobreviviente del Holocausto que ha borrado incluso su nombre: “La vida de mi padre, pensé, es la secuela de un barco”. En el texto, el relato paralelo es la misteriosa historia del escritor Joseph Conrad, otro polaco convertido en inglés, preocupado por el hijo.

Otro gran libro sobre la relación con el padre es Signor Hoffman, del guatemalteco judío Eduardo Halfon, quien se enfrenta a los silencios en los que estuvo sumida la vida del padre y el abuelo “Porque quizá lo importante no era dónde escribimos la historia, sino escribirla. Narrarla. Dar testimonio. Poner en palabras la vida entera. Aunque tengamos que escribirla en papeles sueltos o en papeles robados”.

En todos estos escritores se palpa la necesidad de perseguir la historia de los padres como forma de resolver la propia. Dentro de una particular Comala nuestros autores buscan a sus padres. La muerte puede ser la línea de sombra que les permite llegar a ellos. Y. por supuesto, la escritura.

© LA GACETA

Carmen Perilli -

Escritora y crítica literaria.

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