¿Quién es Alberto Fernández?
No anduvo con medias vueltas; dijo que el gobierno manejaba la publicidad de acuerdo a sus criterios y conveniencia y que de ninguna manera iba a apoyar o ayudar a aquellos medios y periodistas que lo critican. “Sí -afirmó-, el gobierno discrimina entre la prensa que es amiga y la que es enemiga”.
Por Danilo Arbila
PARA LA GACETA - MONTEVIDEO
Cristina Fernández de Kirchner, procesada por la Justicia en diez causas por corrupción y con cinco pedidos de prisión, se autoproclamó como candidata a la vicepresidencia para competir en las elecciones primarias de agosto y en las generales de octubre próximo.
Cristina sorprendió a todos y sumó una nueva pista al gran circo político argentino. Con su inesperada jugada quita fuerza y sostén al esquema de polarización al que apuesta el presidente Mauricio Macri para conseguir ser reelecto.
La ex presidenta está a la cabeza de las encuestas que indican que en una primera vuelta le ganaría a Macri. Cuenta con los más altos porcentajes de “simpatía”, pero también con los más altos de “rechazo”. Y es precisamente en ese “rechazo” en el que confiaría el Presidente para una segunda vuelta, pasando por alto que él a su vez genera un nivel de no aceptación similar al de aquella. En los hechos, Cristina se sale de una de las puntas: sabe que sus seguidores la votarán para el cargo que sea y se hace menos visible al “rechazo”.
Y, por si faltara algo, Fernández de Kirchner redondeó la formula y puso a la cabeza a un también más que inesperado Alberto Fernández.
¿Y quién es Alberto Fernández?
Fue un hombre muy cercano a los Kichner, aunque en los últimos tiempos, en que incluso fue bastante critico con Cristina, se le veía como más alejado; nadie lo imaginaba tan allegado ni de tanta confianza como para encabezar la formula.
Alberto Fernández es un hábil político. Ambicioso, inteligente -aunque no tanto como él cree- y muy arrogante. Es muy “porteño”; tiene ese estilo propio de unos pocos, pero que le afecta y le afea la imagen a todos los argentinos, injustamente.
Alberto rápidamente aclaró que él no era Héctor Cámpora, para aventar las especulaciones acerca de que se trataba de la misma maniobra que en 1973 ensayó Perón, quien se encontraba proscripto, para hacerse del poder. En aquella ocasión el máximo líder puso al odontólogo Cámpora como candidato a Presidente. Este salió electo y gobernó durante 49 días, tras los cuales renunció habilitando una nueva elección y la vuelta de Perón.
El tiempo dirá; puede que si ganan, la más sorprendida sea CFK.
Hay quienes le atribuyen a Alberto Fernández ser el artífice de la “grieta“, de la división de los argentinos, y además lo señalan como un militante enemigo de la libertad de expresión. En su despacho ministerial, se dice y se admite, se concretó más de una “ablande” y varios “acercamientos” de importantes figuras del periodismo argentino.
Eso lo hace muy peligroso. Durante su época, en marzo del 2005, una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa, encabezada por el peruano Alejo Miró Quesada, de El Comercio de Lima, visitó la Argentina. El propósito era investigar in situ una serie de denuncias de ataques a medios y al periodismo a través del uso discriminatorio de la publicidad oficial. Se trata esta práctica de uno de los más efectivos instrumentos que utilizan contra la libertad de prensa los gobiernos autoritarios. Ello, además de constituir un acto de corrupción, por cuanto se usan los dineros públicos en función de fines particulares de los mandamases de turno.
Era una época rara en Argentina. El diario Clarín era oficialista. En esa empresa “la misión” fue atendida “de parado”. En Ambito Financiero, su director, el vehemente Julio Ramos, la acusó de desviar el tema porque el problema para la libertad de prensa no era el gobierno sino el monopolio de Clarín.
No hubo entrevista con el Presidente de la Nación. Pese a que había sido acordada con la debida antelación, justo a la misma hora Néstor Kirchner tenia que retirarse de la Casa Rosada, así que saludó de pasada a los visitantes, con ese gesto “tan simpático” que lo caracterizaba. “Los dejo en manos del jefe de mi gabinete” les dijo. Y al último le deseó “que tengan suerte”.
Es difícil precisar si la misión tuvo suerte o no. Eso sí, las cosas quedaron claras. Fernández, Alberto, no anduvo con medias vueltas; dijo que el Gobierno manejaba la publicidad de acuerdo con sus criterios y su conveniencia, y que de ninguna manera iba a apoyar o ayudar a aquellos medios y periodistas que lo critican. “Sí -afirmó-, el Gobierno discrimina entre la prensa que es amiga y la que es enemiga”. Palabras más palabras menos fue lo que Alberto Fernández dijo, con su tono desafiante y “sobrador”, a la misión de la SIP.
Decididamente AF es un kirchnerista de pura cepa. En cuanto a la libertad de prensa es un candidato peligroso. Con Cristina o sin Cristina por detrás, en esa materia él solo se maneja muy bien. No necesita que lo ayuden.
© LA GACETA
Danilo Arbila - Periodista, ex presidente de la Sociedad
Interamericana de Prensa.