La importancia de evitar la degradación del suelo

13 Julio 2019

El suelo es una de las fuentes esenciales de la vida; no solo es proveedora de alimentos, sino de múltiples beneficios. “La agricultura es la madre fecunda que proporciona todas las materias primeras que dan movimiento a las artes y al comercio”, sostenía Manuel Belgrano. El suelo vegetal no es eterno, si se lo maltrata puede dejar de producir recursos y agotarse. Si ello sucede la economía de cualquier país sufrirá una gran pérdida.

Un tercio de los suelos en el mundo están degradados y se corre el riesgo de perder más. Con un incremento de la población mundial, calculado en 9.000 millones en 2050, la contaminación del suelo es un problema mundial que degrada los suelos, envenena los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos, señala un informe de la Organización de la Naciones Unidas.

Los suelos tienen un gran potencial para filtrar y amortiguar los contaminantes, degradando y atenuando sus efectos negativos, pero esta capacidad es finita. La mayoría de los contaminantes proceden de actividades humanas, como las prácticas agrícolas no sostenibles, las actividades industriales y la minería, los residuos urbanos no tratados y otras prácticas no respetuosas con el medio ambiente. A medida que la tecnología evoluciona, los científicos son capaces de identificar los contaminantes no detectados anteriormente, pero al mismo tiempo estas mejoras tecnológicas conducen a la liberación de nuevos contaminantes en el medio ambiente, indica el organismo mundial.

En Tucumán, la degradación de suelos es provocada por el monocultivo de soja transgénica y el paquete de pesticidas que la acompaña; la deforestación, el sobrepastoreo y el pobre manejo del suelo y el agua (escorrentía y riego), algunos subproductos contaminantes de la industria, los cuales reducen su capacidad productiva disminuyendo su condición para la producción de alimentos, afirma en un artículo Héctor Sánchez, el jefe de Recursos Naturales del INTA Famaillá.

El especialista indica que otra grave situación de deterioro ambiental se registra en la cuenca del Salí-Dulce, debido a la contaminación de las aguas superficiales con efluvios industriales de los ingenios. El principal contaminante es la vinaza, un desecho generado en la producción de etanol en las fábricas azucareras que fue causante, y aún lo es, de una importante mortalidad ictícola en el embalse de Río Hondo. También se refiere a los desmontes ocurridos en la cuenca del río San Francisco que fueron la principal causa de las inundaciones en La Madrid en 2017.

Los tucumanos no nos hemos caracterizado precisamente por cuidar nuestros recursos naturales ni el ecosistema. En noviembre de 2006, especialistas en medio ambiente dijeron que en la provincia había un millón de hectáreas degradadas; a ello había que sumarle que solo el 18% de la superficie del territorio estaba cubierto por bosques. La Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Nación señaló que entre 2006 y 2011, fueron arrasadas 25.333 ha de bosques nativos, bosques en galería, bosques bajos, abiertos y arbustales.

Esta realidad refleja una lasitud en el control y en la sanción a los infractores que es responsabilidad de las autoridades, así como la necesidad imperiosa de una política de Estado en materia de medio ambiente, que promueva además la educación, de manera que en algún momento, cada tucumano sea consciente de la importancia de cuidar la Madre Tierra porque de ella depende el futuro de las próximas generaciones. La mente humana es como la tierra, se cosecha de lo que se siembra.

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