Redes sociales: el registro de nuestra huella emocional

Las historia de los otros dicen más de uno mismo.

El hijo de un nuevo presidente acapara la atención de todos en la televisión. En las redes se habla más de él que del discurso del mandatario y que del desaire de la vicepresidenta hacia su adversario. Su imagen es desafiante y en los comentarios se desata una batalla de argumentos y contraargumentos. Claro que también hay oraciones llenas de odio, pero a los corazones y banderas del arcoiris no les importa. Clima de época o sinapsis de lo que las generaciones más jóvenes sienten, viven y declaman.

Aquí más cerca, Manuela también se convierte en la protagonista de un masivo acto político. Llega a la plaza Independencia con sus amigas y termina en el palco principal. La rodean funcionarios y el presidente le canta el feliz cumpleaños, la elogia y le besa los pies. La alegría de Manuela explota en las redes y el beso presidencial oficia casi como un cierre de campaña. “Lo humanizan”, “lo ridiculizan”, cualquier opinión sirve para ganar una elección.

Mientras tanto, y más lejos del poder, Fabiola lucha para mantener a su familia recolectando basura y la “Mary” pelea el sueño de ser mamá y campeona de boxeo. Alexis y su primo Jonhatan pasan al olvido después de salvar a un niño en el río Loro y poco se sabe del pequeño que se hizo gigante cuando les dijo a los concejales de Concepción: “nos morimos de hambre por su culpa”.

En las redes también se hacen gigantes las mujeres, las “millennials” principalmente, que no se contentan con la militancia digital y ponen el cuerpo en las calles para cantar, bailar y decir que son la nueva política. Videos, fotos, canciones de sus consignas están por doquier. Incomprensión y machismo, también. Y casi como un presagio, el año termina con un escándalo político que tiene como principal acusado a un ex gobernador. El poder y la lucha de género se hacen carne. “El violador eres tú”, sentencian ellas. Él por su parte, expone en Twitter a su denunciante.

Pero este año las redes no fueron solamente el historial de estos momentos. Fueron más bien el registro de nuestra huella emocional. De sentimientos cruzados por la crisis económica y por el abanico de posibilidades políticas que aún nos sigue agitando. Por eso nos preguntamos: ¿qué dicen las redes de nosotros?, ¿qué parte de nuestra historia dejamos en un comentario?, ¿le damos “like” a lo que expone nuestros miedos?

Las historias de Fabiola, la Mary, Manuela, o Estanislao nos dicen más de nosotros que de ellos mismos. Por eso también nos inspiran imágenes como la del docente que se disfrazó de San Martín en La Ramada o la del colectivero de la línea 4 que se bajó del coche para ayudar a una familia de ciegos. Esas fueron algunas de las publicaciones que más reproducciones tuvieron durante los últimos 12 meses en LA GACETA. Fueron las más exitosas, fueron las que nos emocionaron y nos devolvieron la posibilidad de algo nuevo, de ser mejores.

El año que viene nos encontrará buscando más historias. Con más curiosidad por lo que nos conmueve a los tucumanos, pero también con la necesidad de buscar pistas para orientarnos en tiempos movedizos. En las redes no habrá muchas certezas, pero al menos tendremos la posibilidad de poner en común nuestras diferencias. Lo que hagamos con ellas será responsabilidad de todos.

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