El corazón de la ciudad ha dejado de latir

08 Enero 2020

El centro comercial más importante de Tucumán, por historia y locación, se llama “Mercado del Norte”. Cuando se inauguró, el 9 de diciembre de 1939, estaba rankeado como el mejor mercado urbano de Sudamérica, por sus cámaras frigoríficas, por su moderna arquitectura, amplitud y organización y por otros adelantos tecnológicos.

Abrió sus puertas con 250 locales habilitados, a todo lujo. Se ofrecían al alcance de la mano y en pleno centro de la ciudad los productos más frescos y de mejor calidad.

Hoy, 81 años después, operan en ese edificio ubicado en el corazón del microcentro, cinco pescaderías, 14 pollerías, 19 carnicerías, siete verdulerías, 24 pizzerías, tres fiambrerías, 10 rotiserías, tres panaderías, dos semillerías, un local de ropa, cinco bares, dos relojerías, tres comercios de ramos generales, tres de perfumería y limpieza, dos quioscos, uno de compra y venta de oro, uno de reparación de celulares, uno de venta de bolsas y plásticos, una churrería, y un mayorista de golosinas. Estos son los negocios que hoy están en funcionamiento. Negocios que no equivalen a locales, ya que algunos comercios ocupan dos, tres cuatro o más espacios.

Existen además 52 locales cerrados, algunos ocupados con chatarras o usados como depósitos de otros comercios y otros directamente han sido demolidos.

El edificio acusa fallas estructurales serias y urgen obras fundamentales como desagotar el subterráneo, infestado de roedores, cambiar las cañerías de cloacas, las de agua potable y toda la instalación eléctrica. Tiene además, graves problemas de higiene, estética, seguridad y organización.

Durante el debate de candidatos a administrar la capital, organizado por LA GACETA el año pasado, el intendente Germán Alfaro respondió que, en caso de resultar reelecto, como finalmente ocurrió, su obra pública prioritaria, la que no quería dejar de concretar antes de terminar su segundo mandato, sería la recuperación del Mercado del Norte. A poco de comenzar su nueva etapa, el proyecto original de revalorización ya fue desestimado, por demasiado costoso, y fue reemplazado, según explicaron oportunamente los funcionarios municipales, por un plan más económico y menos ambicioso.

Lo cierto es que ya hubo más de una decena de intentos en las últimas décadas de volver a poner en valor ese espacio. Se entiende que la cuestión presupuestaria no sea un tema menor en tiempos de crisis -¿cuándo no estuvo en crisis este país?- pero valen otros ejemplos, no del mundo, sino de otras ciudades argentinas, con similares limitaciones económicas, que han podido avanzar sobre una necesidad tan esencial. Mercados de Córdoba, Mendoza o de varios barrios de la Ciudad de Buenos Aires, algunos similares al tucumano, y otros de mayor escala, se han recuperado con más imaginación y voluntad que con dinero.

La revalorización de un mercado no es sólo un tema de interés municipal, ya que es gravitante y un fuerte foco de atracción para el turismo en cualquier lugar del mundo. Tanto se habla de promoción turística, y quizás uno de los puntos más fuertes de atracción para el visitante está siendo desaprovechado. La provincia también debería formar parte de este proyecto para colaborar a que finalmente algún día los tucumanos volvamos a tener un mercado que nos haga sentir orgullosos.

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