La obesidad, un mal que afecta a chicos tucumanos

Lejos de detenerse o de dar una tregua, sigue cosechando víctimas. Desde hace ya unos lustros, ocupa un lugar destacado entre los males que afectan al ser humano. En las próximas tres décadas, las enfermedades asociadas a la obesidad provocarán el deceso de 30 millones de personas. En el reporte “La pesada carga de la obesidad-La economía de la prevención”, se indica que actualmente, más de la mitad de la población padece sobrepeso en 34 de los 36 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y que casi una de cada cuatro personas es obesa.

Las tasas medias de obesidad en adultos han sufrido un incremento que va desde el 21% en 2010 hasta el 24% en 2016, lo que significa que hay 50 millones más de personas obesas. Según el informe de la OCDE, divulgado en octubre pasado, los niños con sobrepeso muestran un menor rendimiento académico en la escuela, tienen más probabilidades de faltar al colegio y, cuando crecen, tienen menos posibilidades de concluir los estudios de educación superior. La entidad señaló que la reducción en un 20% del contenido calórico de los alimentos de alta densidad energética (papas fritas y los productos de confitería), podría evitar hasta un millón de casos de enfermedades crónicas al año, en especial de cardiopatía.

En diciembre pasado, la Organización Panamericana de la Salud informó que las ventas de alimentos y bebidas ultraprocesados -comida “chatarra”- en América Latina, habían crecido en la región un 17,5% desde 2009 a la fecha. El estudio se efectuó en Argentina, Chile, Brasil, Colombia, México, Perú y Venezuela.

Tucumán no escapa a esta preocupante realidad. El nutricionista Francisco D’Onofrio había afirmado en abril de 2019 que uno de cada tres niños en edad escolar padecía sobrepeso u obesidad. “Esto los pone en riesgo en el futuro porque los predispone a que sufran enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión. También aumenta la probabilidad de que sufran problemas psico-sociales y sean discriminados. Se les está afectando principalmente el derecho al desarrollo pleno”, aseveró.

En julio pasado, una endocrinóloga del hospital Avellaneda reveló que la tendencia a la obesidad se percibía ya en bebés a partir de los seis meses de edad y advirtió sobre el riesgo de que los chicos comenzaran a tener problemas de salud que antes se consideraban exclusivos de los adultos, como diabetes, presión arterial alta y colesterol alto, además de provocar baja autoestima y depresión.

Principalmente entre los niños y adolescentes, la comida chatarra sigue teniendo gran popularidad. La actividad deportiva en la escuela se reduce a pocas horas semanales que no cubren las necesidades de movimiento para cuerpos en desarrollo. Los quioscos escolares ofrecen justamente lo contraindicado, pese a que hay una ley publicada en el Boletín Oficial en abril de 2017, por la cual el Ministerio de Salud debe elaborar periódicamente listados de alimentos y productos saludables. También, tendrá que desarrollar acciones de concientización sobre los beneficios y sobre la importancia de la buena alimentación.

El Estado tiene la principal responsabilidad en este asunto. La enseñanza de alimentación saludable en la escuela primaria, así como la formación de los padres en este asunto, por ejemplo a través de talleres, serían fundamentales para cuidar la salud de las futuras generaciones.

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