La pandemia puso en jaque a la industria del coworking

Una de las causas es la irrupción forzosa del “home office”. Los propietarios de los espacios de trabajo colaborativo estiman que el sector se normalizará recién en 2021.

OTROS TIEMPOS. Trabajadores de diversos rubros compartían oficinas y potenciaban juntos sus proyectos.  FOTO DE FACUNDO FADDA OTROS TIEMPOS. Trabajadores de diversos rubros compartían oficinas y potenciaban juntos sus proyectos. FOTO DE FACUNDO FADDA

Coworking: el adiós a la oficina en casa”, titulaba un artículo de LA GACETA publicado el 17 de marzo de 2019. Por aquel entonces, nadie se habría imaginado que exactamente un año después el país estaría a punto de entrar en cuarentena total por el avance mundial de un nuevo virus respiratorio. Ante esta situación, la industria de los espacios de trabajo compartido sufrió un embate que atenta justo contra su razón de ser. ¿Cómo lograr que emprendedores de distintos rubros vuelvan a reunirse e interactúen bajo un mismo techo cuando la norma es el aislamiento social? “Hola a la oficina en casa”, es el panorama que ofrece -en contraste- el destino en este convulsionado 2020.

El coworking era una tendencia en aumento a nivel local y global. De hecho, hay especialistas que sostienen que era la cuarta industria en auge dentro del ámbito empresarial. El coronavirus llegó para cambiarlo todo: en Tucumán hay establecimientos del tipo que se vieron forzados a cerrar sus puertas. Otros, en tanto, intentan subsistir mediante propuestas con sus usuarios en el ámbito virtual.

Dentro del primer lote entra el Buró Coworking, el primer espacio del tipo en el NOA (fue inaugurado hace más de siete años). Uno de sus nuevos propietarios, Mauricio García Villanueva, contó que el espacio que adquirió en octubre junto con otros tres socios debió cerrar, al menos de forma temporal. “Fue una decisión triste pero necesaria para poder volver sin acumular deudas que nos asfixien en el mediano plazo”, expuso el joven de 23 años. “Nuestro negocio se basa en la reunión física”, agregó.

El copropietario estimó que recién en 2021 podrá normalizarse la situación del sector. También anticipó que deberán mudar la sede original del establecimiento a oficinas de menor tamaño. “Extrañamos mucho el encuentro. Creo que el trabajo en casa coexistirá en el futuro con el coworking”, pronosticó.

Además de ser abogado y corredor inmobiliario, Fernando Viñas es dueño de Eureka Cowork, marca que tiene dos espacios de trabajo compartido en el microcentro. “Cerca del 50% de los miembros continuaron pagando su paquete mensual como forma de cooperar con nuestra estructura -comentó-. Hay quienes temen la continuidad del trabajo presencial por la irrupción del home office. La sinergia que se da al interactuar en persona no es la misma”.

Reactivación paulatina

Viñas elaboró una teoría sobre lo que podría ocurrir con el coworking en el mundo pospandemia. “Veo una gran oportunidad en el corto plazo. El impacto psicológico que produjo el encierro, sumado a que muchos trabajadores se vieron forzados a adoptar el home office sin las condiciones adecuadas, incrementará la demanda de los espacios de trabajo colaborativo”, estimó el letrado. Y añadió: “nuestra facilidad para alquilar oficinas, a comparación de los contratos rígidos, será una ventaja competitiva para quienes busquen reducir gastos fijos”.

Luciano Molina Gali y Florencia Montiel son dueños de Blackbox Cowork en Yerba Buena. “Nos reinventamos mediante la conexión virtual con nuestros coworkers. Dimos de baja las membresías del sector compartido cuando inició la cuarentena y ahora las estamos reactivando de manera paulatina con todos los protocolos de bioseguridad”, indicaron. Su comunidad posee más de 35 miembros y -según afirman- todos ellos extrañaban la interacción física para potenciar sus proyectos. “Estos espacios tienen un gran futuro”, vaticinaron los emprendedores.

Una idea se repite entre los consultados: si bien el trabajo en casa tiene sus beneficios, demanda más tiempo y queda atravesado por la vida personal. Así lo sostiene también la abogada Liliana Moyano, que asistía a uno de estos espacios. “Quiero volver; me sentía en libertad”, resumió.

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