La 2020/21 no será una temporada más para Fabián Monzón. Lo sabía incluso antes de la pandemia y de renovar el contrato con Atlético, algo que hizo ayer por un año y medio más. La 2020/21 será la primera temporada que inicie en toda su carrera futbolística sin la presencia de al menos uno de sus padres. Sin el acompañamiento físico de los que tanto recuerda y de los que se fueron durante su primera etapa en el club. Superar ese trance, sentir otro tipo de apoyo de parte de ellos y volver a hacer goles de tiro libre para dedicárselos serán sus objetivos para lo que viene.
“Fui profesional y jugué lo mejor que pude dentro de todas las circunstancias que me tocaron vivir desde que llegué al club”, le cuenta el lateral izquierdo a LG Deportiva. Esas circunstancias fueron justamente la muerte de Rodolfo, su papá, justo antes de empezar la temporada 2019/20 y de Adelaida, su mamá, apenas iniciada. Dos golpes fuertes y certeros para un hombre que aguantó como pudo. “Hubo lesiones que me incomodaron pero después no me sentí mal”, explica Monzón. Claro, el jugador sufrió varias molestias a lo largo del año futbolístico que lo alejaron de las canchas por algunos partidos y aunque eran todas físicas, el corazón era el principal damnificado.
“Espero que está etapa en el club sea muy diferente en ese sentido (las lesiones). Tengo confianza y convicción de que va a ser así. Le pido a Dios por eso”, confiesa Monzón. En lo que no debería ser diferente su realidad futbolística es en su participación ofensiva: en la última temporada anotó dos goles de tiro libre y pudieron haber sido más. “Es mi forma de llegar al gol. Al ser defensor no tengo muchas otras chances y me gusta ayudar al equipo”, explica. “Tengo que entrenarlos más para que los que se fueron afuera, vayan adentro”, agrega. Los bombazos ante Banfield y Patronato en fechas consecutivas enviaron un mensaje a la Superliga en su momento: en Atlético hay un especialista y lo seguirá habiendo hasta fines de 2021.
Hacer un gol significará también la chance de mirar al cielo y dedicárselo a Rodolfo y Adelaida, que siguen cuidándolo desde arriba. Abajo están él y su propia familia, por supuesto. Monzón vive en Tucumán junto a su esposa Christie y su hijo León. Desde Buenos Aires también lo acompaña su hija Dalia. “Ahora nos podemos quedar tranquilos, ya que nos vamos a quedar en Tucumán y nos pone felices”, augura.
Además de la familia de sangre, la que justamente hizo en la provincia también ayuda a contenerlo. Miguel Abbondándolo, vicepresidente tercero del club, fue el dirigente con el que Monzón firmó el nuevo contrato. De hecho, el acto se llevó a cabo en la casa del directivo, algo que no sólo sucedió por la renovación del vínculo. Charlas, consejos y por qué no hasta cierta identificación con la figura paterna lo esperan en esa casa. “Miguel es una persona con experiencia y ha pasado por situaciones difíciles como yo. Me gusta mucho hablar con él y no sólo de fútbol. Es una linda amistad”, remarca el jugador.
Pero Monzón no se olvida de los otros artífices de que en la próxima temporada vaya a vestir los mismos colores, el celeste y el blanco. “Una de las razones por la que me quedo es por el esfuerzo que hicieron en el club para retenerme -subraya-. Eso se nota y lo aprecio muchísimo. Tanto los dirigentes como el ‘Ruso’ (Ricardo Zielinski) y mis compañeros me bancaron muchísimo. Siempre, incluso cuando pasé por las lesiones y me tuve que quedar afuera de partidos importantes. Se los agradezco de verdad”.