COMPILACIÓN
EL ARTE DE LA FICCIÓN
JAMES SALTER
(Salamandra - Barcelona)
El arte de la ficción, de James Salter, reúne tres conferencias que pronunció en la Universidad de Virginia pocos meses antes de fallecer en 2015. La primera lleva el título del libro; las otras dos son: “Escribir novelas” y “Convertir la vida en arte”. Salter describe su extraño recorrido vital que lo llevó a encontrarse con la gran literatura a los 41 años; hasta entonces había sido aviador de caza y escritor de a ratos. De la mano de un mentor quedó deslumbrado con autores como Isaak Bábel: «un escritor que no interfiere. Se retira a sí mismo de la historia y la deja que concluya por sí misma, a veces de una forma abrumadora». Esa búsqueda de la distancia marcará su propia obra. Un situarse donde no se lo note es su marca. En las conferencias hay consejos como: «Has de dar mucho para recibir algo. Recibes sólo un poco, pero es algo…”. Fue un respetuoso del trabajo con el lenguaje. Advierte que la lengua “es una pieza importante, casi sagrada. La lengua lo sostiene y lo contiene todo”.
El estilo es lo más importante. Encontrar la propia voz se vincula con la implicación del autor en su obra y su forma de ver e interpretar el mundo que lo lleva a descubrir el ritmo de su escritura. Salter apunta: «Los escritores que me gustan son los que son capaces de observar muy de cerca. Los detalles son todo». Da cuenta de sus múltiples lecturas: Balzac y Flaubert. Thomas Wolfe, Faulkner o Isaak Bábel, Vladimir Nabokov, Jack Kerouac, Saul Bellow, entre muchos otros.
Formó parte de lo que se conoció como la Gran Novela Norteamericana, aunque no ocupó los lugares más destacados. Su perseverancia en el oficio de escribir llevó a Salter a decir que: «Las cosas que has escrito no envejecen contigo, o por lo menos así me lo parece. Tal vez quedan marcadas por el tiempo, pero no se puede estar al día cuando el tiempo ya ha pasado. O perduran al margen de cualquier época o dejan de existir. La literatura avanza así.». Un concepto que hace pensar en esta sociedad del presente. En las conferencias nos habla de sus preferencias como lector, de su preocupación por encontrar el estilo y de la ardua labor de la escritura. Su última disertación concluye con el epígrafe de Todo lo que hay, una de sus novelas: “Llega un día en que adviertes que todo es un sueño, que sólo las cosas conservadas por escrito tienen alguna posibilidad de ser reales”. Una llamativa fe en la literatura.
© LA GACETA
Por Carmen Perilli