Cada uno es responsable de defender la vida

En las últimas semanas, el incremento diario de contagios de coronavirus ha puesto en alerta a las autoridades provinciales y de algunos municipios, donde han aumentado los casos. El miércoles, el Ministerio de Salud declaró a Tucumán como distrito con circulación viral comunitaria y anunció que profundizará el control del cumplimiento del empleo de tapabocas.

Desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio en todo el país, el 20 de marzo, las autoridades sanitarias de Tucumán se refirieron con frecuencia a la circulación viral comunitaria, en la mayoría de los casos, para negar que esta se había desatado en la provincia. Por el contrario, afirmaban que los casos detectados correspondían a la circulación viral por conglomerado, es decir aquella que se produce en grupos de personas que tuvieron el mismo nexo epidemiológico. Esta situación se puede controlar mejor aislando a estos grupos del resto; cuando el nexo no se puede hallar, estamos frente a la circulación viral comunitaria, es decir que el mal ha comenzado a circular sin que se conozca con precisión el origen.

El miércoles se informó que seis de los infectados con covid-19 se hallaban en la sala de cuidados críticos de los diferentes hospitales y tres de ellos se encontraban con asistencia mecánica respiratoria. Ayer, el Comité Operativo de Emergencia resolvió mantener la Fase 5 con algunas restricciones. La ministra de Gobierno dijo que para que se siga manteniendo la flexibilidad en las actividades económicas, todos los tucumanos deben extremar los cuidados sanitarios. Dijo que están suspendidas las reuniones sociales y familiares en el territorio provincial y solicitó a la comunidad que frente al feriado que se avecina, tome conciencia de que la mayor parte de los contagios ocurrieron por esos encuentros.

Hemos visto los daños sociales y económicos que esta pandemia viene provocando en el mundo y que ya se ha llevado a la muerte a más de 750.000 personas. La cuarentena anticipada le ha permitido a nuestro país prepararse sanitariamente para el peor momento que estamos viviendo actualmente. Pero también ha contribuido a preservar la vida de los argentinos. La flexibilidad del confinamiento ha permitido un desahogo psicológico en las personas y la posibilidad de que diversos sectores de la actividad económica y productiva pudieran salir de una situación de quebranto o recuperarse mínimamente. El hecho de que en Tucumán no haya habido hasta hace pocas horas circulación viral comunitaria, llevó a miles de comprovincianos a relajarse, a no usar el barbijo ni mantener el distanciamiento social y comenzaron a generalizarse fiestas y reuniones clandestinas con un número mucho mayor a las 10 personas permitidas. Posiblemente, los controles también evidenciaron algún relajamiento, pero no es menos cierto que no se puede poner un policía al lado de cada tucumano para que este cumpla con las medidas necesarias para evitar el contagio.

Lo peor que puede ocurrir es subestimar este mal, en la creencia de que son los otros los que pueden enfermarse y no nosotros. Este disparo de contagios es la evidencia de que una buena parte de la población ha minimizado el coronavirus y no ha respetado los consejos ni los protocolos. Si esta actitud antisocial persiste es posible que los contagios se conviertan en una bola de nieve que no solo será difícil de derretir, sino que el sistema de salud colapsará con consecuencias lamentables. ¿Hace falta que le ocurra a un ser querido o cercano para tomar conciencia de que debemos cuidarnos y proteger a los otros? Tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe, reza el refrán. ¿Qué estamos esperando entonces? Defender la vida siendo responsables depende de cada tucumano.

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