Rosales y el cuento del tío, nada menos que con Maradona

La historia sobre cómo el juvenil “decano” conoció y se relacionó con el 10 como si fuera su sobrino no es un engaño. Recibió consejos del DT y fue promovido a Primera.

CON EL MÁS GRANDE. Rosales se abraza con Maradona durante su estadía en Buenos Aires, cuando jugó en Argentinos. CON EL MÁS GRANDE. Rosales se abraza con Maradona durante su estadía en Buenos Aires, cuando jugó en Argentinos.
02 Septiembre 2020

“El 10 es un puesto en peligro de extinción”. Venimos escuchando esta frase desde hace mucho y, sin embargo, los enganches siguen haciéndose lugar en un ecosistema hostil como el fútbol de hoy. Atlético no es la excepción: hay que hacer fuerza para pensar en un jugador de esas características en los últimos años en el club. Aún así, como si fuera una flor en medio del desierto, en el “Decano” hay un 10: Hernán Rosales. Ojo, el juvenil de 20 años es flor que recién intenta asomar. Un 10 que intentará primero hacer los méritos para llevar ese número en el dorsal. Habiendo advertido sobre su precocidad, también es necesario aclarar que esa flor tuvo cerca y por varios años al mejor encargado para regarla: Diego Maradona.

Justamente Maradona. El paradigma de los enganches y los números 10 en la historia del fútbol. La historia del Diego y el único 10 que hoy por hoy tiene Atlético se remonta algunos años atrás pero para entenderlo todo, quizás sea mejor ir aún más atrás porque aunque no haya astros del fútbol mundial, es interesante.

Viviana, su mamá y Miguel, su papá, son oriundos de Termas de Río Hondo, Santiago. Dedicados enteramente al rubro gastronómico (él mozo y ella cocinera), solían viajar a la costa argentina todos los veranos para aumentar sus chances de trabajo y de paso veranear. Era tal la tradición que Hernán terminó naciendo en Miramar, donde estaban instalados ese verano de 2000.

EN SANTIAGO. Rosales con Miguel (papá), Viviana (mamá) y el resto de la familia.  EN SANTIAGO. Rosales con Miguel (papá), Viviana (mamá) y el resto de la familia.

El lugar de nacimiento no modificaría mucho la vida de los Rosales, que llevaron a su hijo de vuelta a Santiago una vez transcurrido el verano. Allí se crió, y para cuando tenía nueve años, el fútbol ya era buena parte de su vida. Tanto así que sin siquiera haber cumplido 10 apareció la chance de jugar en las infantiles de River, a través de un dirigente. Papá y mamá aceptaron y Hernán viajó a Buenos Aires para instalarse en la pensión “millonaria”. Allí estuvo dos años y luego pasó a Argentinos, donde hizo todas las inferiores.

¿Dónde más iba a estar un 10 como el que se perfilaba para ser Hernán sino en Argentinos? La fábrica de jugadores creativos más grande del país. “Mi ídolo siempre fue Román (Riquelme)”, le admite Rosales a LG Deportiva. Justamente Román, un hijo del “Bicho”. Otro de sus hijos fue Diego Maradona y justamente aquí es cuando aparece en la historia y en su vida.

Ya instalado en Argentinos, conoció a Daniela, la hija de Sergio Daniel López Maradona, hermano de Diego. Estuvo de novio con ella siete años y en ese período, fue bien recibido por su suegro en ese entonces y por el propio Diego en el seno de la familia. “Diego y toda la familia me acogieron. Ellos me ayudaron mucho durante toda mi formación, por suerte sigo teniendo una buena relación con todos”, admite Hernán. Casi como si se tratara de un tío y un sobrino, después de tantos años de relación con la sobrina “verdadera” ¿Qué mejor que tener al “tío” Diego Maradona cerca para ayudar a un chico de inferiores que quiere ser el número 10 de su equipo?

CON LA 10. Rosales patea un tiro libre durante un partido de Reserva con Atlético. CON LA 10. Rosales patea un tiro libre durante un partido de Reserva con Atlético.

Las reuniones familiares tenían charlas futbolísticas de todo tipo y muchas preguntas de parte del ahora jugador de Atlético. Fotos,  muchas fotos que certifiquen los momentos inigualables que pasaría Rosales durante varios años.

Estaba en un club con buena proyección y espacio para los más chicos y cerca de Maradona. ¿Por qué se fue? “En las últimas vacaciones que había pasado con mi familia me di cuenta de lo mucho que quería estar con ellos. Los extrañaba. Desde los nueve años que no vivo con ellos. Decidí que quería estar cerca de mi familia”, explicó Rosales.

¿Cómo iba a estar cerca de su familia y a su vez, en un club de Primera y con pretensiones de más? Tucumán fue lo primero que pensó. Y hacia allí fue, pensando que si Atlético le daba una chance, no la desaprovecharía. Con el mismo bolso que volvió de Buenos Aires, fue hasta al complejo José Salmoiraghi e hizo la prueba de jugadores libres correspondientes. “A los pocos días, los dirigentes estaban llamándome para que arregláramos mi contrato”, admitió.

Empezó en Cuarta, en el equipo que dirigía Martín Anastacio. Luego pasó a jugar en el equipo de la Liga que participaba en el Anual, que finalmente resultó campeón. Posteriormente tuvo varios partidos en Reserva.

Todo hasta que fue promovido a principios de año por Ricardo Zielinski, al plantel de Primera. Incluso estuvo en el banco en el famoso partido ante Lanús por la Superliga, donde debutaron sus colegas juveniles Camilo Albornoz, Agustín Lagos y Ramiro Ruiz Rodríguez. No pudo entrar, pero sabe que falta poco para eso. Ese día tenía la 37 en la espalda. Difícilmente repita ese dorsal la próxima vez. No porque vaya a tener la 10 de entrada, sino porque los números para los juveniles varían y generalmente son altos. Aún así, le lleva una ventaja al resto: no son muchos los 10 en el “Decano” y ninguno estuvo tan cerca de Maradona como él.

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