La cabeza y el corazón, los pilares de Podoroska y Schwartzman

Es la mente un arma poderosa. Y si se la acompaña con el físico y el talento, un deportista tiene allanado en gran parte el camino para lograr lo que busca. Uniendo los tres cabos, el poder que se alcanza es absoluto.

Podoroska y Schwartzman, ni antes eran los peores, ni ahora son los mejores. Luchadores y dignos en lo suyo, sería un disparate ponerlos en el sitial de invencibles. Sí es razonable ubicarlos como dos representantes argentinos que hallaron un camino común de éxito en Roland Garros. Porque están logrando unir un estado físico impecable, con el tenis que saben hacer y una mentalidad que se impone.

Sonrisa tímida, mirada iluminada, cuerpo en armonía con las circunstancias, Podoroska está en su momento. Tuvo otros, como cuando ganó oro en los Panamericanos de Lima. Pero este, el de aires parisinos, parece ponerla en un cuento de hadas. Sólo que ella es real, y letal. Devoluciones anguladas, pelotas pesadas o toques sutiles en la red, la llevan a deshacerse de la rival de turno. Pero la cabeza es su tesoro. Fuerza interior antes de un puño cerrado, la raqueta lanzada al aire y el festejo.

Cinco horas antes de llegar a semifinales, Schwartzman, la mano derecha aun no convertida en una momia por el vendaje, iba de punto ante el N°3. Sus vaivenes emocionales y el duro rival lo hicieron caminar por la cornisa. Y casi se cae. Lo rescató el corazón.

Los dos quieren más. Y, por sobre todas las cosas, pueden.

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