“Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. La expresión de Mahatma Gandhi para responder a la famosa ley de Talión cobra dramática actualidad con el asesinato a golpes, a manos de una turba enfurecida, del acusado de la violación y muerte de la pequeña Abigaíl Riquel.
Luego de que se conociera el ataque, surgió una idea compartida por decenas de personas, en las que se señala la ausencia e ineficacia del Estado como principal causa de lo sucedido. Ya no sólo del ataque que terminó con la vida de José Guaymás, sino con lo sucedido con la misma Abigaíl, cuyo cuerpo vejado y golpeado fue encontrado en un terreno cerca de la intersección de avenidas América y Francisco de Aguirre.
Es que se conjugan dos historias que hablan de fallas en poderes del Estado, que no supieron resolver por un lado la seguridad de la víctima ni el castigo al sospechoso. El posterior pedido de los familiares a la Policía para que colaboren con la búsqueda y la negativa recibida, según la denuncia, no hicieron más que encender la mecha de la bomba que estallaría pocos días después.
Según opinaron varios especialistas consultados por LA GACETA, esta ausencia del Estado en la toma de decisiones deriva en hechos como los que se vivieron el miércoles.
Fueron los vecinos y familiares de la víctima quienes encontraron al acusado, con información propia, y quienes lo capturaron y ejecutaron. Todo esto ante la pasividad de los policías que se vieron desbordados por la horda.
Y el linchamiento, reconocen los consultados, abre una puerta peligrosísima que debe ser clausurada con un mensaje claro. Justamente ayer en Lastenia un grupo de vecinos intentó entrar en la comisaría para linchar a un hombre que había sido acusado de abuso sexual. ¿Efecto cascada?
En las consideraciones que hace el defensor oficial Agustín Acuña, marca la realidad desde la polémica mirada del filósofo Thomas Hobbes. Según él, cada ser humano busca su propia conservación antes que nada, lo que origina desconfianza y competición y una guerra de todos contra todos en la que cada uno busca su propio beneficio, sin que medien la moral ni los límites, más allá de la oposición que tengamos de los otros.
Anomia, ausencia, falta de liderazgo, debilidad de las instituciones, mensajes poco claros o contradictorios, poco apego por las normas, fueron frases que se repitieron a lo largo de las entrevistas, lo que tras el análisis marca la posibilidad de regenerar el tejido social roto, pero con reglas mucho más claras y estrictas. De otra manera, Ghandi tendrá, otra vez, razón.