"Las salas de terapia son como un campo de batalla"

El decano de la Facultad de Medicina de la UNT, Mateo Martínez, dijo que la gente aún no toma conciencia de la gravedad de la situación.

31 Octubre 2020

La situación del personal de la salud en todo el país es cada vez peor. Las fuerzas en medio de la pandemia son cada vez menos. Y Tucumán no es la excepción. Ayer, el decano de la Facultad de Medicina de la UNT, Mateo Martínez, afirmó que tienen una capacidad de respuesta limitada, y que la gente debería tomar conciencia y colaborar para no agravar la situación. “Este virus ya se llevó la vida de medio centenar de trabajadores de la salud en Tucumán”, advirtió. Martínez fue entrevistado por los periodistas Gabriela Baigorrí e Indalecio Sánchez en Buen Día, el programa de LG Play. Así fue el diálogo:

¿Cómo está viendo la situación general en Tucumán?

- Para quienes estamos en el sector salud nos resulta difícil comprender cómo la sociedad busca o procura vivir en cierta condición de normalidad, que es lo que todos anhelamos, pero no piensan lo suficiente en los servicios de salud. Uno ve un bar abierto y lleno de gente y después pasa por una terapia intensiva que parece poco menos que un campo de batalla. Hay un punto crítico que es la fatiga de los trabajadores. Somos seres humanos y tenemos una capacidad de respuesta limitada. Tenemos familias y todos saben que se vuelve a la casa y no sólo se corre riesgos en el plano personal sino que además se está trasladando ese riesgo a los familiares. Hay muchos trabajadores de la salud afectados. Siento mucha incomodidad de ver cómo algunos servicios que no son esenciales, como los recreativos, funcionan casi a pleno. Sé que hay pérdidas económicas, sé que hay gente que depende de un bar o de un restaurante y creo que el Gobierno debería hacer algo para mitigar esas pérdidas, pero hay seguir pensando sobre la situación que pesa sobre los servicios de salud.

¿Hay alguna forma de comparar el costo de atender pacientes con coronavirus con el de la ayuda a las PyMES?

- Hay publicaciones de la Organización Mundial de la Salud que advierten que invertir en prevención de salud es infinitamente menos costoso que tratar de mitigar las pérdidas económicas. Y la pérdida de un ser querido es invaluable. En octubre del año pasado se conoció un informe que alertaba sobre una inminente pandemia; sólo no se sabía qué microbio iba a estar involucrado y dónde se va a iniciar. Un dato muy cruel es que ningún gobierno está preparado para enfrentar algo así. El informe se llama “Un mundo en peligro” y hoy vemos que países pobres o modestos tienen las mismas pérdidas que los países ricos.

¿Se puede decir que estamos alcanzando la tan ansiada meseta?

- Hay cierta quietud en los últimos días. Hace 20 tuvimos una escalada y ahora parece estar un poco más tranquilo, pero no hay que bajar los brazos. La epidemia no parece comportarse de manera matemática o lineal. Es buena esta quietud de esta última semana, ya que nos permite reflexionar y seguir preparándonos. No hay garantías de que no vaya a haber una nueva escalada de casos. Veo con cierta preocupación que la gente espera que todas las respuestas deben venir del Estado y creo que nosotros debemos hacernos responsables de la pequeña responsabilidad que nos quepa. Cuidarnos a nosotros, a nuestra familia y a los demás. La gente está pendiente acerca de cuántas camas de terapia intensiva quedan para ver cómo va a ser mi conducta y lo que deberíamos tener conciencia es que estamos en una situación muy peligrosa, inédita en las ultimas décadas. La mayor parte de los decesos fueron en los últimos meses. Debemos hacernos cargo de esta nueva realidad; debemos adaptarnos, asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponde; hay que tener en cuenta cómo es nuestro comportamiento.

¿Puede haber nuevas cepas de este virus, como se reporta en Europa?

- En esta pandemia el sector político tiene tantas faltas de certezas como el sector académico y el científico. Primero se discutía si hasta los barbijos eran efectivos. La viruela mató 500 millones de personas por oleadas, durante muchas décadas, pero el virus era único, no mutaba. Pudimos tener vacuna y fue erradicada. En este caso hay un virus que tiene capacidad de cambio y la inmunidad que deja no sería permanente. Debemos estar atentos, no sé si preocupados. Hoy la vacuna es el barbijo, la distancia y el lavado de manos, nada más. No hay soluciones mágicas. Si a fin de noviembre tenemos las vacunas, necesitamos 45 millones de dosis. ¿Cuanto tiempo va a pasar hasta que todos estén vacunados? Hay un problema de logística y de distribución. Van a pasar muchos meses hasta que se la coloque a todos. Mientras sigamos depredando, la probabilidad de que aparezcan nuevas epidemias es alta.

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