Le donaron dinero para volver a Tierra del Fuego, con la condición de que "ayude a otra persona”

La primera persona que colaboró a Ivana Fernández, que quedó varada en Tucumán, fue otra chica en la misma situación, en Australia.

CON LOS PASAJES EN MANO. Ivana Fernández y su hija Emilia con los dos pasajes que le donó el legislador Federico Masso (Libres del Sur). la gaceta / Foto de José Nuno CON LOS PASAJES EN MANO. Ivana Fernández y su hija Emilia con los dos pasajes que le donó el legislador Federico Masso (Libres del Sur). la gaceta / Foto de José Nuno

No, no es una cadena de favores, pero se parece. En marzo Ivana Fernández quedó “atrapada” en Tucumán sin poder regresar a su casa en Tierra del Fuego, donde había dejado cuatro hijos y a su marido. La pandemia la retuvo con su bebé, de un año y once meses, con quien había venido en avión, mientras su esposo allá perdía su trabajo y uno de sus hijos se enfermaba de covid y le recrudecía el cáncer que creía superado. Cuando se levantaron las restricciones Ivana no tenía dinero para viajar. Alguien, en Australia, leyó su historia en LA GACETA y la ayudó con dinero. Esa persona también estaba varada en ese país y sufría por su familia, que había quedado en Tucumán.

Apenas leyó la nota del 17 de octubre, Cecilia Vieceli rompió en llanto. Sus hermanas viven en Concepción. “Me quebré. Tengo una hermana trasplantada de córnea y otra que tuvo un tumor en el cerebro. A las dos las salvó la gente, pero no la gente que tiene plata, las salvó la ayuda de quienes les cuesta ganar el dinero”, confiesó por WhatsApp. Entonces depositó de lo poco que tenía, porque ella vive de “changas” - cuida niños o trabaja en bares - y envió $ 20.000 para que Ivana pudiera comprar al menos un pasaje en avión de los dos que necesitaba para volver a ver a su familia.

Cecilia había viajado a Australia hace nueve meses para “curar” sus heridas después de la muerte de su hermana. Viajó con unas amigas pero estando en Melbourne las agarró la pandemia. Hace cinco meses se mudó a Sydney para conseguir mejores oportunidades de empleo, “por lo menos hasta que se me termine la licencia en mi trabajo, que dura un año”, dice. Cecilia es policía en la provincia de Córdoba.

Quiso que Ivana pudiera estar con su hijo, que la espera para operarse. Él tenía cáncer a los ganglios y durante estos meses los tumores volvieron a aparecer. La hermana de Cecilia falleció de cáncer de mama hace tres años. Y hace sólo dos meses, también murieron su abuela y, el lunes, su papá. Lejos de anestesiarle el alma el dolor de los demás la sigue moviendo: “te hago el depósito pero con una condición”, le dijo a Ivana: “que vos también ayudes a otra persona”.

LA NOTA DE LA GACETA. Ivana pedía ayuda para volver a su hogar. LA NOTA DE LA GACETA. Ivana pedía ayuda para volver a su hogar.

“No es una cadena de favores, si le dije eso fue porque la gente tiene que volver a creer en los demás. Leí en esa nota muchos comentarios pero ni una solución. Yo no conocía a Ivana, no sabía si era verdad o no lo que le pasaba. Pero creo que hay que volver a confiar en los demás, para ayudar. Y como vi que eso no pasaba la llamé, contó.

“Yo lo conozco a usted”

“Luego de la publicación (ver aparte) mucha gente llamó a los teléfonos que aparecían en la nota. Entre ellos una abogada que no pudo lograr que Aerolíneas Argentina me reconociera el pasaje y un joven que me depositó $ 500 y quería organizar una colecta que al final no hubo necesidad de hacer. Pero en medio también apareció el legislador Federico Masso. Me citó a su despacho y cuando lo vi lo reconocí: ‘yo a usted lo conozco. Usted me ayudó a hacer una habitación para mi hijo hace 10 años cuando le detectaron el cáncer. Nosotros vivíamos en una casita sin puertas ni ventanas en barrio Juan XXIII (La Bombilla)’, le recordé. Él se sonrió y me dijo que ahora me iba a volver a ayudar y compró los dos pasajes con su tarjeta de crédito. Yo me emocioné tanto que me largué llorar”, cuenta.

Ivana es viuda del papá de sus hijos. Cobra una pensión de $8.000 por lo cual no puede recibir ningún plan social, ni siquiera la Asignación Universal por Hijo. Cobra el salario. “Muchas veces he pensado en renunciar, pero no quiero perder la obra social, PAMI me ayuda con la enfermedad de mi hijo”, explica.

El 10 de noviembre podrá regresar a su casa pero para entonces muchas cosas habrán cambiado: “allá vivimos en una casilla con trineo, es de chapa y por dentro, durloc. Se levanta y se traslada. Nosotros alquilamos el terreno solo. Pero el contrato dice que si en tres meses no se paga el alquiler el dueño del terreno se queda con la casilla”. Ya pasaron tres meses e Ivana espera poder salvar su casilla con el dinero que le donaron. También, llegar a tiempo para acompañar a su hijo en operación.

Cecilia, por su parte, seguirá un tiempo más en Australia. Triste, por sus pérdidas. Pero contenta de ser un eslabón de la cadena solidaria, acaso la única capaz de guiarnos en la oscuridad de la pandemia.

La historia

En busca de mejores condiciones de vida

Ivana Fernández creció en el barrio Juan XXIII  (La Bombilla) en una familia muy humilde. Fue a la escuela Solidaridad y Paz y allí conoció los valores de la familia y el trabajo, cuenta. Su ex marido la abandonó y debió afrontar sola la crianza de sus cuatro chicos. “Me fui a Tierra del Fuego porque era la única manera de progresar. No quería que mis hijos crecieran mirando cómo se hacen allanamientos policiales. Queríamos vivir en paz. Allá mis hijos estudian, uno de ellos ya entró a la policía y ahora yo este año voy a terminar la secundaria”, cuenta.

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