Víctimas del abandono y de la indiferencia de la sociedad, y dependientes de que alguien les dé una migaja de afecto o de comida, los perros callejeros son cada vez más y esto se vuelve preocupante. Además de ser un reclamo constante por parte de los rescatistas, la problemática aparece en varios proyectos de ley (dos de ellos presentados en 2019, y otro a inicio de este año). Sin embargo, la cuestión avanzó recién la semana pasadagracias a un dictamen de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Legislatura. Para controlar la sobrepoblación de la fauna urbana, la iniciativa promueve crear un régimen de castraciones masivas.
“Lo que queremos es declarar a la provincia como no eutanásica. Es decir, que el control demográfico de los perros y los gatos callejeros no se resuelva desde la matanza. En su lugar, proponemos que cada municipio y comuna se hagan cargo de las esterilizaciones quirúrgicas. En este caso, el Ministerio de Salud Pública sería el organismo de aplicación”, explicó el legislador Gerónimo Vargas Aignasse.
Si bien ya hay dos entidades que practican castraciones gratuitas (tenemos el programa Tucumán Mascotas y, en la capital, el Centro de Adaptación y Reubicación Animal de la Municipalidad), la cantidad de turnos disponibles no alcanza para hacerle frente a la demanda. “El servicio que se brinda es insuficiente porque ambos espacios trabajan sin datos duros que indiquen la sobrepoblación existente. Es decir: se puede informar sobre las castraciones anuales que se realizan, pero al compararlas con el número de aquellas que 'se necesitan' para controlar el flagelo siempre estamos por detrás”, opinó Silvina Apas, conductora del programa radial “Conciencia animal”.
En esta línea, la activista advierte que el proyecto de ley requiere algunas modificaciones. El énfasis está en un artículo que establece “esterilizar anualmente, por lo menos, el 20% de la fauna urbana”.
“Elaborar un censo es inviable e improbable. Lo que deberíamos hacer para abordar este porcentaje es un cálculo en función de la cantidad de habitantes que hay. Así lo hizo Holanda y -en un lapso de 10 años- logró convertirse en el primer país del mundo sin perros ni gatos callejeros”, explicó Apas.
Claro que, una vez sancionado el marco legal, la solución no se vería de la noche a la mañana. Al contrario, podría tardar un mínimo de seis años conseguir que las esquinas o los terrenos baldíos no sean el hogar de decenas de mascotas con narices frías.
“Para que surta efecto, el cuidado animal debe tratarse como una política de Estado. En especial porque el tema también alude a la salud pública. La exorbitante proporción de animales abandonados puede traer graves enfermedades zoonóticas y accidentes”, detalló Vargas Aignasse.
La “quinta pata”
Para que ocurra un verdadero cambio de paradigma, no basta solo con la ley. Junto con las organizaciones animalistas, el vecino es el que debe asumir un rol activo en las castraciones. “Con el objetivo de evitar huecos legales, el asesoramiento para esta ley también debería estar a cargo de las comisiones de Derecho Animal (de San Miguel de Tucumán y de Concepción) y de los miembros de la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (Afada)”, sugirió Apas.
El siguiente paso sería concientizar sobre la etapa previa: el abandono. “Necesitamos ser reeducados para erradicar la idea de que una mascota es un objeto que puede ser descartado. Y para eso lo primordial es disponer de una ley que ordene y castigue los malos tratos”, reflexionó Lourdes Heredia, miembro del grupo “Hocicos húmedos”.
También hay intenciones, entre estar organizaciones, de promover el proyecto de ley nacional para enseñar en las escuelas sobre los derechos de los animales, para evitar la violencia.
“Ver tantos canes y felinos sin dueño es apenas la consecuencia de nuestras malas prácticas. Todo animal callejero es el resultado de la falta de castraciones de los animales domésticos o el abandono de sus crías. Es un círculo vicioso”, expresó la veterinaria.