La política no se tomará vacaciones

En menos de una semana, el gobernador Juan Manzur intentó mostrar dos imágenes: la de La Cocha, en un encuentro con los intendentes que fue un mensaje hacia adentro del Partido Justicialista acerca de una tregua entre sus dos principales referentes (el otro es Osvaldo Jaldo), y la de Yerba Buena, en la que el mandatario -con una cena en su residencia privada- buscó mostrar que el gabinete está consolidado, al menos por ahora. El oficialismo es como un constante rompecabezas, que a veces privilegia la armonización de acciones para lograr el objetivo buscado (reconstruirse) y otras veces se enfrasca en sus pujas internas para posicionarse internamente. De allí las intentonas de una reforma constitucional que puede volver el juego a cero, a mezclar las piezas y a alimentar prácticas de viejas novelas en la relación entre un gobernador y su vice.

“No hay margen para las divisiones”, afirma el vicegobernador, pensando en el turno electoral de 2021. Tampoco para que el oficialismo muestre grietas en una pandemia de la Covid-19 que ha causado dolores de cabeza a la administración Manzur. De todas maneras, nadie descuida su quinta.

Se observa claramente en los sondeos preelectorales. Todos intentan medir su fortaleza y la mayor parte de las coaliciones encargaron encuestas para saber dónde están parados antes de que empiece la contienda parlamentaria. El Senado parece ser el ringside elegido por los políticos para dirimir sus fuerzas. ¿Por qué? La Cámara Alta del Congreso de la Nación suele ser un trampolín de lanzamiento (y de protección jurídica también) para aquellos dirigentes que quieren seguir escalando en la carrera política.

El oficialismo espera confiado en que habrá un trabajo monolítico en el territorio para que Manzur ofrende al presidente Alberto Fernández un triunfo electoral en el distrito de más del 50% de los votos. En la Casa de Gobierno saben que la vara está demasiado alta y que, más que contra la oposición, el Gobierno debe seguir luchando contra viejos fantasmas como la inseguridad o la pobreza. En la noche del lunes, Manzur les transmitió a todos sus funcionarios de primera línea que se pongan al frente de la gestión y que muestren resultados. Les avisó que no habrá vacaciones largas y, si alguno se toma la licencia (hay varios que proyectaron viajes) no se vaya lejos de Tucumán frente a cualquier eventualidad que pudiera surgir.

Durante enero, el mandatario continuará su peregrinación por Buenos Aires en busca de más vacunas para evitar otra ola de contagios de Covid-19. Manzur pidió a los funcionarios que sean pacientes, que traten de defender la gestión nacional y que, en el mejor de los casos, moderen sus críticas si las vacunas tarden en llegar.

La política tampoco se tomará vacaciones. La dirigencia de la oposición comenzará a recorrer cada rincón de la provincia desde el segundo día de 2021. Ya se ha diseñado un esquema de trabajo entre la dirigencia que busca captar la mayor cantidad de votos en el interior, mostrando las falencias de la gestión Manzur. Otra parte de la oposición se irá a los Valles a sostener más reuniones y a tratar de fortalecer una coalición que, hasta ahora, no hizo más que causar más ruidos a una inagotable interna radical. Los números que puso en la mesa la dirigencia tradicional de la oposición evidencian cuál es el camino: un núcleo duro de 34 puntos para Juntos por el Cambio; otro 37% de piso para el oficialismo y más atrás FR con un 11%. Claro que este sondeo incluye al intendente capitalino Germán Alfaro dentro de la coalición opositora. ¿Qué sucedería si el jefe municipal decide jugar por fuera? ¿Se convertiría en árbitro de la contienda? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones políticas y electorales del intendente del mayor distrito electoral de la provincia? Son preguntas que se hacen dentro de Juntos por el Cambio como también en el Frente de Todos.

Está más que claro que el oficialismo local está a merced de lo que pueda definir la Casa Rosada en el armado de la lista para senadores; tal vez en diputados tenga una mayor injerencia el binomio gobernante de la provincia. Cristina quiere la mayor cantidad de parlamentarios dentro del cuerpo que preside. Del mismo modo, la oposición intentará medir fuerzas en el Senado, como una manera de anticiparse a las generales de 2023. Algunos creen que la pelea que se viene será con la ex jefa de Estado, más que contra Alberto Fernández. En el oficialismo hay otro interrogante: ¿Manzur será candidato a senador suplente, como lo fueron sus antecesores? Admitir tal escenario sería un signo de debilidad y que estaría dispuesto a resignar una eventual lucha por seguir en la gobernación. La aspiración reeleccionista siempre está latente. Jaldo lo sabe y por eso juega al desconfío; pero da tregua. Un peronista define claramente la conducta del gobernador frente a estos interrogantes. “Manzur tiene la habilidad de hacer transpirar a un croupier porque nunca se sabe cómo jugará y su rostro no hace un gesto respecto de qué camino va a seguir; la lógica diría que suele ser al revés”, compara. Aún más, hay dirigentes cercanos al oficialismo que están pensando en seducir a algunos referentes de la oposición, de tal manera de constituir otra alternativa para las elecciones de octubre del año que viene. ¿Cuál sería el objetivo? Que las tres bancas tengan un sello oficialista. Parece una utopía, pero el peronismo y sus aliados son una fuente inagotable de experimentos en este laboratorio político llamado Tucumán.

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