Ayer desempolvaron el despacho de la Dirección General de Planos y Maquetas (DPM), la cartera más activa y dinámica de los más de cinco años de gestión del gobierno de Juan Manzur. Nadie lo puede negar.

Abrieron las ventanas, orearon la oficina, pasaron el plumero y dejaron que el sol ilumine las decenas de proyectos apilados en las estanterías, a esta altura ya abarrotadas de sueños postergados.

Pensaron en mudar a la gigante DPM a un bufete más amplio, porque los croquis de las obras públicas programadas ya no caben en ese espacio de Casa de Gobierno.

Los anuncios de nuevas construcciones que comunicó y sigue comunicando la Casa de Gobierno, sin tregua, se guardaban en un pendrive de 512 gigabytes, pero los archivos tuvieron que moverse a un disco duro de 100 terabytes, con 200 veces más capacidad, porque los audios ya ocupan decenas de horas de promesas.

A este ritmo frenético que se autoimpuso la actual administración habrá que adquirir más y más memoria informática, porque con tantos anuncios ya no hay espacio que alcance, revelaron fuentes desconfiables.

La Dirección General de Planos y Maquetas es la obra cumbre de Manzur.

Si bien es la única, el gobernador exhibe orgulloso su máxima y solitaria creación: bocetar, prometer, dibujar, anunciar, presupuestar, diseñar, planear, augurar, maquetar, planificar, soñar, proyectar… Son algunas de las trascendentales funciones que lleva a cabo la colosal Dirección General de Planos y Maquetas.

Debe ser tan vertiginoso el ritmo de trabajo de esta oficina que hace que el resto de la Casa de Gobierno parezca un cementerio.

Ninguna otra provincia argentina debe contar con una cartera de este tipo, única en el país y prácticamente inédita en el mundo, según revelan expertos maqueteros internacionales.

Los chistes en las mesas de café pretenden una comparación: la de que el dictador Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, quiso emular el ejemplo tucumano, pero al ver las dimensiones faraónicas de los proyectos se sintió empequeñecido y abandonó la cruzada.

De allí fue, según cuentan, que Kim decidió retomar sus ingenuos deseos infantiles, como fabricar armas nucleares, construir el estadio más grande del mundo, el Rungrado May Day, con capacidad para 150.000 personas; levantar Samjiyon, una ciudad colosal en medio del desierto, así como bombardear Japón, su gran sueño.

Es que los proyectos del Gobierno tucumano acobardan hasta a los más osados y ambiciosos líderes. A su vez, puede llegar a generar cuantiosa envidia entre sus pares.

Sigue sigue Sptunik

Los que cuentan cuentos cuentan que el presidente ruso, Vladimir Putin, accedió a enviar las vacunas Sputnik V a la Argentina cuando le dijeron que acá vivía Manzur.

Los políticos no dan puntada sin hilo, como suele decirse, y Putín no dejó escapar esta gran oportunidad. En algún momento -especuló-, estas vacunas volverán a Rusia en enormes obras públicas, de la mano de Manzur el grande, el excursionista, el viajero, el único capaz de gobernar sus extensos y opulentos territorios sin estar nunca en ellos.

Putin sabe de esta fama del gobernador que recorre el mundo. Un mago, un estratega, uno de los pocos políticos del planeta que puede gobernar una provincia por WhatsApp, aunque cuando debe viajar miles de kilómetros para asuntos importantes no duda en hacerlo, como asistir a copetines, intercambiar banderines, firmar convenios de buenas intenciones o hacer anuncios, su máxima “expertise”.

¿Por qué desempolvaron ayer el despacho de la estratégica Dirección General de Planos y Maquetas? Porque vino a Tucumán uno de los máximos admiradores del mandatario provincial, el ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis.

En voz baja, fuentes desconfiables contaron que el funcionario nacional vino a aprender del mejor, algo que jamás admitiría en público.

Y Katopodis vino también a cumplir el sueño de todo político de fuste, hacer anuncios en la mismísima tierra de un gran anunciador.

Así fue que el ministro, entusiasmado como un niño en Nochebuena, empezó a tirar anuncios tras anuncios. Se lo veía feliz emulando al más grande, mientras el anfitrión lo miraba satisfecho de reojo, como un padre orgulloso de su hijo.

El mejor alumno

“Este va a ser el año de la reconstrucción. Será el año en el que se podrá recuperar, reconstruir una Argentina que recibimos diezmada, quebrada y defaulteada”, prometió Katopodis, sin disimular que estudió de memoria la retórica del mandamás provincial, ya de fama mundial.

Prometer y culpar a otro, uno de los principios rectores del manzurismo bien aplicado.

El “otro” puede ser la herencia recibida, un gobierno nacional opositor, una pandemia, el mal clima, la devaluación de la moneda nigeriana o las travesuras de Jaldo, que siempre está presto para dejarse culpar.

“Tucumán fue una de las provincias arbitrariamente discriminadas en los cuatro años del macrismo. Me toca a mí venir a recuperar, a habilitar, a poner en marcha obras que estuvieron paradas en los cuatro años. El gobierno anterior no entendía que con ello no se estaba castigando a un gobernador, a los intendentes del peronismo, sino a los tucumanos”, disparó Katopodis, e inmediatamente lo miró a Manzur, acaso buscando su aprobación.

Sin embargo, las declaraciones del ministro nacional cayeron como un baldazo de agua fría sobre algunos gobernadores peronistas, con mandato vigente o ya cumplido, como el salteño Juan Manuel Urtubey o el santiagueño Gerardo Zamora. Se sintieron personalmente agraviados por Katopodis, que no hizo más que repetir las enseñanzas de Manzur el grande.

Estadios internacionales, autopistas, nuevas rutas y aeropuertos, trenes elevados, miles de viviendas, cientos de escuelas, más de $ 5.000 millones en obras hídricas, son algunas de las obras que concluyeron entre estas dos provincias peronistas durante el gobierno de Mauricio Macri.

“Tiene razón Katopodis, algo hicimos muy mal”, cuentan que habría admitido Zamora en su intimidad, consternado por haber traicionado los principios manzuristas de prometer y culpar al otro.

Desde el círculo privado de Urtubey se filtró que ayer el ex gobernador salteño, luego de escuchar a Katopodis, cayó en un profundo estado de depresión. “Se nos fue la mano con las obras en el macrismo, no me lo van a perdonar”, cuentan que susurró, mientras caminaba a encerrarse en su habitación.

Antes de irse, el ministro nacional le rindió un homenaje al gobernante tucumano, e imprimió uno de los principios vectores de la Dirección General de Planos y Maquetas. No alcanza con ametrallar con anuncios y promesas, sino que deben repetirse los mismos anuncios tantas veces como sea posible. Y así, orgulloso de su maestro, Katopodis volvió a anunciar uno de los anuncios más anunciados por el gobernador: la autopista a Las Termas de Río Hondo.

Henchido de emoción, cuentan los testigos que el titular del Poder Ejecutivo estaba tan ancho que rompió el traje como Hulk.

Como sello de despedida, Katopodis donó un montón de promesas a la exaltada Dirección General de Planos y Maquetas y dejó sus tesoros al cuidado de los responsables del Plan Norte Grande, Marcelo Caponio y Sisto Terán, convencido de que son las personas más indicadas para cuidar y hacer cumplir a rajatabla los principios manzuristas: los de seguir prometiendo y anunciando hasta el fin de los días.

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