En materia de seguridad, el enero que acaba de terminar se tiñó de negro. Con 14 casos, se batió un récord en cantidad de homicidios. También se quebró una marca en lo que se refiere a robo de motos: se denunciaron más de 30 sustracciones por semana, cuando la media del año pasado llegaba a 15. Un barrio de clase trabajadora se quedó sin recorrido de una línea de colectivo por unas horas por la inseguridad. Al menos tres countries de Yerba Buena, donde muy pocos se atreverían a cometer delitos contra la propiedad, fueron víctimas de una o dos bandas que hicieron una gran tarea de inteligencia para cumplir con su cometido. Ya no hay una sensación de inseguridad, sino que existe la certeza de que los delincuentes están apoderándose en una provincia donde siempre hay un pero para todo.

Hace unos días el intendente Germán Alfaro anunció la creación de un centro de monitoreo que recibirá las imágenes que registren 500 cámaras de seguridad ubicados en distintos sectores de la capital. La idea es que allí se vea lo que suceda en las calles e inmediatamente envíe móviles para neutralizar el hecho. ¿Pero qué patrullero podrá acudir a tiempo si el servicio 911, el que debe dar respuesta inmediata, cuenta actualmente con 15 vehículos? Nada se explicó sobre esa cuestión. Hay una dura realidad: el Ministerio Público Fiscal entregó más de 100 vehículos secuestrados del delito a la Policía, mientras que el Gobierno adquirió 30, y otros fueron aportados por intendentes que buscan que sus ciudades sean más seguras.

Las cámaras de seguridad servirán entonces para ayudar a esclarecer los hechos. ¿Pero por qué se insiste en la persecución de la delincuencia y no en la prevención? No hay respuestas. Este sistema de vigilancia es utilizado en todo el mundo y es una herramienta de gran efectividad. ¿Pero se pensó en su mantenimiento y en su cuidado (corte de ramas o falta de iluminación) para que no haya impedimentos en su normal funcionamiento? No sabe, no contesta.

Muertes al por mayor

Enero se cubrió de sangre. Nunca antes se habían cometido tantos crímenes en el primer mes de un año desde que se registran los homicidios y lo más probable es que antes tampoco, ya que en esos tiempos el número de hechos se ubicaban en menos de 100 al año. A la hora de analizar uno por uno, quedó al descubierto que siete se produjeron por conflictos intravecinales, cuatro por situaciones de inseguridad (una víctima murió, hubo dos casos de la mal llamada “justicia por mano propia” y un presunto delincuente fue ultimado por el policía al que quiso asaltar) y tres femicidios (dos de ellos vinculados).

El difícil panorama movilizó a las autoridades a realizar una reunión interministerial para tratar de frenar la ola de violencia. En principio, se llegó a la conclusión de que las adicciones, la crisis social y económica del país en general y de la provincia en particular, se transformó en una bomba que comenzó a estallar y cuya consecuencia nadie se atreve a pronosticar. ¿Pero por qué se tardó tanto tiempo en realizar este diagnóstico si desde hace al menos dos años que los tucumanos se acostumbraron a convivir con un homicidio cada dos o tres días? Un interrogante que no tiene respuestas.

Falta de recursos

Los vecinos de barrio Parque fueron los que sonrieron al enterarse que formaban parte del Plan de Cuadrículas que lanzó el Gobierno. El ministro Claudio Maley y los otros funcionarios del área recibieron personalmente los agradecimientos de los habitantes de esa zona de la capital. En esa oportunidad, la gente le pidió que los uniformados recorrieran el lugar durante las 24 horas y no sólo de 8 a 23. El planteo no fue excesivo. Lo hicieron porque un taller mecánico fue desmantelado por ladrones dos veces en menos de 48 horas . ¿Pero por qué la fuerza sigue sin recibir más recursos humanos y logísticos? Silencio, padre.

La crisis estalló ayer en Los Chañaritos cuando los choferes de la Línea 17, hartos de sufrir asaltos, decidieron no recorrer más ese barrio. Las llamas se apagaron cuando la Policía les prometió que los acompañarán. ¿Pero podrán hacer lo mismo con en otras zonas donde se registra el mismo delito, teniendo en cuenta la falta de recursos? Tampoco hay respuestas, sí un parche más.

¿Y la sociedad?

El exponencial crecimiento de robo de motos tiene una sola explicación: el mercado negro de motopartes y de unidades crece diariamente. Es más barato encontrar un repuesto o un rodado allí. ¿Pero es justo que esas personas reclamen mayor seguridad si con esa conducta ayudan a incrementar los casos? Ayer quedó al descubierto que hay bandas que se dedican a hurtar bicicletas que tienen un costo millonario para pedir rescate o venderlas en otra provincia. ¿Pero por qué las víctimas no hacen las denuncias para que las autoridades traten de desarticular estas organizaciones? Otro interrogante sin responder. Otro pero de la inseguridad.

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