Asegurar la propiedad intelectual de las semillas

Asegurar la propiedad intelectual de las semillas

La campaña de granos grueso avanza con un comportamiento de lluvias que empieza a ser estable, por lo que los cultivos están reflejando ese buen momento climático y crecen adecuadamente en casi toda la provincia.

Como dicen los técnicos ,para empezar a pensar en la campaña fina por venir todavía es temprano y los suelos deben tener su perfil completo de agua a la hora de tomar la decisión de qué sembrar.

También afirman que para que los cultivos crezcan adecuadamente lo principal es, aparte de las buenas condiciones climáticas, haber elegido una semilla que aporte todo su potencial y permita que el productor llegue a cosecha con los mejores resultadas; siempre y cuando el clima ayude y las labores del productor hayan sido realizadas en tiempo y forma.

Las semillas de cualquier cultivo son una parte fundamental y exclusivamente necesaria para realizar cualquier actividad agrícola.

Sin semilla no existe posibilidad alguna de concretar una actividad agrícola y, si esta no es de calidad y no otorga al productor lo que realmente necesita, se va totalmente al fracaso.

Se debe defender el derecho de propiedad intelectual de quienes producen avances en la tecnología de semillas, atacando el repudiable comercio ilegal. Pero también se advierte que “el derecho de los demás termina donde empieza el derecho de uno”, en este caso de los productores.

Las empresas privadas y muchos organismos de investigación del Estado, o mixtos, dedican muchos años de investigación para lograr obtener la semilla que es usada en todas las explotaciones agrícolas ganaderas del mundo.

La Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas N° 20.247, legisla como de orden público el derecho del productor a usar variedades vegetales con el fin de obtener semillas para su propia resiembra. Si el agricultor procesa y almacena en su explotación las semillas resembradas, no debe efectuar trámite alguno, según lo estipula la ley nacional.

El uso propio es un derecho del productor que le otorga la posibilidad de sembrar su propia semilla sin necesidad de comprar en forma permanente a los propietarios de la creación fitogenética, pero la protección de su patente y propiedad intelectual es fundamental para seguir con la demanda de semillas que existe y el Estado es quien debe regular este procedimiento para beneficio de todos, obtentores y usuarios de diferente escala.

Esto no es nuevo y los investigadores siempre opinan al respecto, afirmando que “es imprescindible garantizar la propiedad intelectual, o sea asegurar el reconocimiento a la creación de las variedades bajo la forma de regalías, siendo interesante destacar que la regalía para el cultivo de soja significa solamente 7 kg de soja por hectárea, siendo un cultivo que en años normales puede exceder los 3.000 kg/ha sin problemas gracias a esa creación fitogenetica, sumada a otras herramientas tecnológicas”, afirmaba en su momento a este suplemento el Director Técnico de la Eeaoc Daniel Ploper.

Verdaderamente, cuando se analizan estos números cuesta creer que por dichos montos se pueda poner en riesgo la continuidad de las acciones de investigación y desarrollo de los programas de mejoramiento.

En numerosas especies vegetales se estima que alrededor del 30% de la semilla utilizada corresponde a semilla fiscalizada y legal, mientras que el porcentaje restante se divide entre bolsa ilegal y uso propio. El uso propio es una figura que se utiliza mucho en el país y le permite al productor utilizar la semilla de propia producción para la siguiente campaña.

Desde hace un tiempo atrás que se debate en el parlamento argentino la modificación de la ley de semillas en lo que respecta a uso propio y regalías, pero el tiempo pasa y las discusiones siguen sin lograr tener los resultados que el sector productivo se merece.

La propiedad intelectual es de vital importancia ya que, si no es respetada, los obtentores salen del mercado y no permite que los productores tengan la oportunidad de acceder a nuevas tecnologías incorporadas a las semillas en numerosas especies.

Es por ello que las investigaciones y las inversiones que se realizan para obtener la mejor semilla deben ser protegidas para que en el futuro cercano se pueda disponer de la mejor semilla para lograr el éxito buscado. Esta es una de las formas de lograr que las exportaciones de productos agrícolas puedan aumentar por unidad de superficie.

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