02 Abril 2021

Hace unos días, mi nieto, de seis años, le preguntó a su madre: “¿Mamá, yo siempre voy a ser hijo único?”. A lo que, mi hija, respondió: “No sé, a los hijos los manda Dios y no sabemos cuándo ni cuántos nos mandará”. El niño, insistió: “O sea, ¿vos te duermes cualquier día y viene Dios y te pone una semilla en el vientre y de ahí nace un niño?”. “Claro”, le dijo mi hija, “por eso yo no sé cuándo volveré a ser mamá”. Mi nieto volvió a la carga: “¿Qué los niños son como ángeles que están en el cielo y Dios los elige para mandarlos a la tierra con una misión?”. “Sí”, respondió su madre. A lo que agregó: “Todos tenemos una misión que cumplir en la vida”. “¿Y cuál es la misión que yo tengo que cumplir en mi vida?”, preguntó finalmente el pequeño. ¡Menuda pregunta la que realizó al final el niño! Una pregunta que se realizaron los santos, los sabios, los científicos y todos los hombres y mujeres responsables, de buena voluntad y comprometidos socialmente durante toda la historia de la humanidad. La pregunta final del niño, es especial para que se la hagan los adolescentes y los jóvenes a la luz de esta Semana Santa. Chicas y muchachos que, seguramente, se enriquecerán con la respuesta que encuentren. Enriquecerán su intelecto, su voluntad, su comprensión del mundo actual y del comportamiento de los distintos tipos de gente que habitan nuestro planeta, hoy jaqueado por una pandemia tan terrible que nos lleva a temer la ira de Dios. De un Dios misericordioso que no castiga, sino perdona; que no humilla, sino enaltece; que no quita la vida, sino que la da en abundancia. Es hora de rezar a Dios con mucha fe para que nos ilumine. Él nos enseñó el Padrenuestro, como una oración universal. Y San Pablo, que debemos realizar oraciones y suplicas acompañadas de acción de gracias con alegría. Sigamos sus enseñanzas.

Daniel E. Chavez

Pasaje Benjamín Paz 308

San Miguel de Tucumán

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