Se despejó la primera “x” en el enigma opositor.
Mientras los aliados a Juntos por el Cambio (JxC), el alfarismo y los demás partidos que rivalizan con el Partido Justicialista (PJ) siguen con las ruedas de diálogo y los dimes y diretes, el legislador Ricardo Bussi puso a su Fuerza Republicana (FR) en modo campaña 2021, en soledad y sin perspectivas de un posible acuerdo electoral con otros espacios políticos de Tucumán.
De esta forma, el bussismo buscará volver al Congreso de la Nación, luego de más de una década de ausencia en los recintos del Senado y de Diputados.
Desde que vio cómo la Gobernación se le esfumaba de entre las manos por unos 2.000 votos ante el justicialista Julio Miranda, recientemente fallecido, es probable que Bussi esté atravesando su mejor momento desde lo electoral.
Se acaban de cumplir 22 años de aquella histórica votación que dejó al hijo de Antonio Domingo Bussi a las puertas de la Casa de Gobierno.
En todo este tiempo, el hombre que heredó las riendas de FR se mantuvo siempre en algún cargo electivo de orden parlamentario. Fue diputado y senador nacional, legislador provincial e incluso concejal de San Miguel de Tucumán.
Nunca volvió a quedar tan cerca del sillón de Lucas Córdoba como aquella noche en la que se fue a dormir con la sensación de que había derrotado al PJ.
Pero –y a pesar de las oscilaciones entre cada votación- el sello de Fuerza Republicana logró sostener su representatividad en la escena política de Tucumán.
Hoy, con cinco bancas en la Legislatura provincial (perdió otras dos en el camino, en medio de la batalla Manzur vs. Jaldo), el bussismo es el principal bloque opositor en el recinto de Muñecas al 900.
Además, en los comicios de 2019 logró sentar concejales en todos los distritos del Gran San Miguel de Tucumán.
No le alcanzó para las intendencias ni para las comunas rurales, ya que -salvo contadas excepciones- el PJ mantiene el predominio abrumador sobre las administraciones del interior.
De todos modos, en términos globales, FR tuvo un crecimiento exponencial con relación a las provinciales de 2015, cuando pudo reunir sólo los votos para un único escaño en el Poder Legislativo.
¿A qué se debió este boom? En general, entre los armadores de otros partidos predomina la sensación de que, si bien el bussismo cuenta con un núcleo “duro” con poco peso desde lo electoral, supo convertirse un refugio seductor para quienes jamás apoyarían a un candidato justicialista, y a la vez se sintieron defraudados por la última administración macrista. Es decir: lo que no vaya a parar a la “grieta”, ni al voto en blanco, sustentaría cada vez más a Fuerza Republicana.
Este interesante capital político, entre otros factores, hizo que los intendentes radicales Mariano Campero (Yerba Buena) y Roberto Sánchez (Concepción) ejercieran presión durante largos meses para que Bussi se sumara a Juntos por el Cambio, con la meta de conformar un frente electoral inédito en Tucumán.
Este escenario, de hecho, sería el menos agradable para la Casa de Gobierno.
En las últimas intermedias, celebradas en 2017, el peronismo logró conservar sus dos bancas en la Cámara Baja, gracias a los 460.000 votos colectados por la lista liderada entonces por el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Detrás, con casi 320.000 sufragios, había terminado el armado macrista encabezado por el radical José Cano (ex Cambiemos para el Bicentenario), que sin embargo igualó al PJ en el reparto de escaños. FR, si bien había obtenido más de 155.000 boletas, quedó otra vez afuera del Congreso.
Esta clase de antecedentes, sumados a la coyuntura dada por la fractura oficialista, daban argumentos a los radicales que bregaban por la conformación de “un acuerdo amplio” que incluyera a los republicanos.
Hoy, ni siquiera el propio Bussi cree que estén dadas las condiciones para que eso suceda. En FR observan que el intendente Germán Alfaro está decidido a lanzarse en soledad con el PJS. Tampoco cuentan ya en el bussismo con Campero ni con Sánchez como potenciales aliados, porque no ven que, a pesar de los puntos en común, los intendentes estén dispuestos a salir de Juntos por el Cambio. A su vez, en el partido republicano le atribuyen al diputado Cano la negativa de la UCR a abrirle las puertas de JxC. Por último, Bussi tampoco estaría dispuesto a cederles lugares “salibles” en las listas a partidos que ofrezcan una estructura menor que la propia, como pueden ser el PRO o el CREO. ¿Habrá lugar para autocríticas por la falta de consensos?
Todavía faltan tres semanas para la fecha límite para la solicitud de reconocimiento de alianzas transitorias ante la Cámara Nacional Electoral. Toda una eternidad para los tiempos de la política.
De todos modos, el primer interrogante en la oposición tucumana está casi dilucidado. Salvo un giro brusco en la escena política, en el cuarto oscuro habrá boletas de FR, con Bussi a la cabeza.
Así, resta ver cómo avanzan los demás rivales del Partido Justicialista.
Con el bussismo fuera de la mesa de negociación, Alfaro y las distintas corrientes de la UCR tienen una diferencia menos por superar. Y menos nombres para llenar casilleros en las listas. El pragmatismo es una característica de la política en los tiempos que corren. Pero los intereses contrapuestos amenazan con atomizar la oferta electoral que formulen los partidos opositores en Tucumán.