Así fue la carrera deportiva de Carlos Reutemann

El santafecino marcó una era para el automovilismo argentino.

Así fue la carrera deportiva de Carlos Reutemann
07 Julio 2021

Carlos Reutemann nació el 12 de abril de 1942. El primer auto que tuvo a mano fue un Ford A modelo 29 en Manucho, un pueblo a 40 kilómetros de Santa Fe capital. El camino de tierra de la granja que tenía su padre Enrique y su madre, Flora Molina, fue su primera pista.

Pero no aprendió a manejar sobre ese Ford, sino sobre un Rastrojero y un tractor: tenía 10 años y usaba un almohadón de asiento para poder ver sobre el volante.

El sueño del piloto empezó a los 23 años, en 1965, cuando corrió en Turismo Mejorado Anexo J, con un Fiat 1500 de los hermanos Américo y Carlos Grossi.

El primer registro en un auto de Fórmula es de 1966, cuando compite en las 500 Millas de Rafaela, en la Mecánica Argentina F.1, con un De Tomaso-Fiat, un auto sin la potencia de motor de los encumbrados rivales, pero al que Reutemann exprimió y vio la bandera en el quinto lugar. La velocidad de curva fue el secreto que le posibilitó entreverarse con los mejores.

las coronas de Turismo Mejorado de 1966 y 1967 lo condujeron al Turismo Carretera, donde corrió con un Ford Angostado, con motor F100 V8. Debutó el 28 de julio de 1968 en el autódromo de Buenos Aires y su llegada a la marca fue producto de la intervención de Oscar Gálvez, al que Reutemann le escribió una carta expresándole la intención de ser piloto del Óvalo.

Fue un McLaren M7C, propiedad de Jo Bonnier, con el que cumplió el sueño de manejar el 24 de enero de 1971 un F.1. El enorme talento le posibilitó hacer podio –tercer lugar– y recibir la ovación del público. Era el comienzo de un idilio, de una relación que los amantes del automovilismo disfrutaron y los detractores, aquellos que sólo veían como único resultado la victoria, empezaron a inflamar. El crecimiento era sostenido y la segunda temporada en F.2 la finalizó subcampeón de Ronnie Peterson, una batalla que se definió en la prueba final en Vallelunga, a 30 kilómetros de Roma.


El día que se quedó sin nafta en Buenos Aires, en 1974

“No creo en la mala suerte, creo que hay razones para todo. El día que tuve problema con el combustible, en Buenos Aires, no fue cuestión de mala suerte: fue un detalle técnico, porque tuvimos un problema al sacar la rueda trasera derecha con el portamasa. No pudieron sacarla con un martillo ni cortar la tuerca. Se perdió mucho tiempo y en lugar de vaciar el tanque se llenó de apuro. Me faltó menos de medio litro, nos quedamos en la última vuelta, la 52, cuando llevaba 27 segundos de ventaja”, contó en 2017, en Cadena 3. Sin embargo, aquel 13 de enero de 1974, las crónicas reflejaron que el desprendimiento de la toma de aire, que se ubicaba detrás, por sobre la cabeza, generó que el motor quemara más combustible que lo habitual. La imagen de Lole desconsolado, sentado junto al Brabham BT44 número 7 recorrió el mundo. En el palco estuvo el presidente Juan Domingo Perón, que viajó en helicóptero desde Olivos al autódromo porteño junto con María Estela Martínez de Perón –Isabelita–, y Raúl Lastiri. Reutemann subió al palco y el presidente, de saco blanco, metió las manos en sus bolsillos, sacó su lapicera y se la regaló. “No tengo nada para entregarle, pibe”, fue la frase del General.


El primer triunfo no se demoraría: el 30 de marzo de 1974 celebró en el circuito sudafricano de Kyalami; esa misma temporada festejó en los GP’s de Austria y de los Estados Unidos y terminaría el Mundial en el sexto puesto.


Durante 11 temporadas participó de 146 Grandes Premios, con 12 triunfos y otros 33 podios.

“Si uno le tiene miedo a la muerte no podría subirse a un auto de carrera”, repetía, como respuesta, después de romperse las piernas, en 1972, tras un accidente en el circuito Easter Monday Thruxton International, en Hampshire, Inglaterra.


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