Carlos Sorín: “es deshonesto crear emociones ex profeso”

El director brindó una exposición sobre sus películas en el Gerardo Vallejo. La edición y el guión son los momentos a prestar atención.

LECCIONES POR ZOOM. Carlos Sorín brindó una masterclass con importantes definiciones sobre la actividad. incaa LECCIONES POR ZOOM. Carlos Sorín brindó una masterclass con importantes definiciones sobre la actividad. incaa

Con sus películas cuenta “Historias mínimas” o que al menos comienzan así, y terminan siendo no tan mínimas; a veces utiliza actores profesionales y otras, a personas sin experiencia artística, aunque mantiene un mismo código de actuación.

Este año lanzó su noveno filme: se trata de “El cuaderno de Tomy” (disponible por la plataforma de streaming Netflix), basado en los últimos días de vida de María Vázquez, quien en su lecho de muerte y con humor e ironía, enfrentó el final de su vida mientras escribía un libro para su hijo de tres años.

Carlos Sorín protagonizó el lunes una masterclass en el Festival Internacional Tucumán Cine Gerardo Vallejo, en el que dejó claras sus ideas sobre el séptimo arte, pero además transmitió a otros directores, actores y estudiantes verdaderas lecciones.

Después de años de dedicarse a la publicidad, su carrera comenzó en 1986 con “La película del Rey” y dirigió en 1989 al ganador del Oscar Danny Day Lewis en “Eterna sonrisa de New Jersey”. Pero además hizo “El gato desaparece” y “El camino de San Diego”, entre otras.

Por otro lado, el director sigue trabajando en una serie sobre la tragedia de Cromañón y en otra sobre el perito Francisco Pascasio Moreno. “Son dos proyectos con dos productoras distintas. Supongo que el tema de la cuarentena y la imposibilidad de hacer un protocolo han frenado las negociaciones. Como fui contratado para escribir y dirigir, no participé en el negocio. Igual, recién estaba en unas primeras versiones de guión”, le contó recientemente a la agencia Télam.

Ópera prima

“La primera película fue muy buena, pero la segunda, un fracaso”, contó ayer en una entrevista on line con Ezequiel Radusky.

“La publicidad me dio plata para hacer mis realizaciones y, además, un manejo técnico. Pero hay allí un formalismo y un barroquismo que no va con el cine; yo me cuidé mucho de no ser barroco”, señaló al describir sus dos actividades principales. “Por lo general hay películas muy bien hechas, pero con una temática muy poco interesante, poco feliz; es lo que abunda”, advirtió.

“La película del Rey”, su debut, mostró un nivel de libertad llamativo. “Hay que saber que cada una de las producciones es una ópera prima, con los nervios, el temor, la ansiedad.”, sostuvo.

Durante la conversación por Zoom (el festival puede seguirse en www.tucumancine.gob.ar -ver “Agenda de hoy”-) relató que después del fracaso de su segunda realización, se dedicó a hacer comerciales y tuvo 11 años de ostracismo hasta que regresó con otra película.

Actores y no actores

“¿Cómo se maneja con los actores?”, se le preguntó. “Si son actores, es una relación de igual a igual, no me meto mucho en su interior, veo los resultados; la construcción del personaje es el territorio del actor. Me limito a dar ideas generales y algunos datos. Pero cuando son no actores, no hay estrategia, es ensayo y error permanente”. Pero eso sí, más adelante reconoció que es un sufrimiento y que cada vez que recurre a estos últimos, se propone no volver a hacerlo.

Sorín se formó como espectador en la década de 1970. En ese momento, estaban dirigiendo todos los directores italianos: Fellini, Antonioni, Monicelli, Rosellini; estaba el Free Cinema inglés, la Nouvelle Vague con Truffaut, el alemán Rohmer. Pero aclara que el uso de no actores es una tendencia mundial, con exponentes del cine iraní y de muchas otras cinematografías, quizá como una reacción a Hollywood. De todos modos, la primera vez que recurrió a ellos fue durante un comercial en la Patagonia.

Casi pensando en su última propuesta que estrenó Netflix, afirmó: “me parece deshonesto provocar emociones ex profeso. Está bien que la gente salga distinta de como entró al cine, pero rechazo eso que se llama golpes bajos. Tuve gran cuidado en ‘El cuaderno de Tomy’. Me siento más cómodo con el humor. Las historias son dramas para los personajes pero el humor está en mi mirada, forma parte de mí”.

Música

El director contó que decidió utilizar la música en sus filmes con dosis homeopáticas, a pesar de la solvencia profesional de su hijo, Nicolás Sorín, especializado en composiciones musicales para cine. Luego de revelar que su gran amor son las películas italianas, precisó: “traté de atenuar la presencia de la música; es un elemento foráneo, ayuda sí, pero prefiero tenerla a cuentagotas porque cuando entra, perdés los ruidos, la puerta que se cierra o la sirena. Trato de dosificar todo lo que puedo, un poco al principio y otro al final”.

En una hoja

En otro tramo de la entrevista respondió sobre los guiones. “Escribo muchas historias. Y cuando la tengo, la resumo en una hoja hoja y media, como si la hubiera visto el día anterior y te la estoy contando ahora. Contar es muy importante, yo lo hago con amigos. Eso me ayuda, porque cuando estás contando te das cuenta que lo que es difícil de explicar genera un problema”, señaló.

Posteriormente, definió que en los momentos del guión y de la edición hay que pensar y no apresurarse. “No hay que dejarse manejar por la ansiedad, no hay que sobre trabajar. Salir, volver del guión, tomarse el tiempo necesario, no apurar”, aconsejó.

La entrevista completa puede verse en el sitio oficial del evento y también en Facebook.

Agenda de hoy

-  En la Competencia Latinoamericana de Largometrajes se proyectarán “La sangre en el ojo” (de Toia Bonino - Argentina); “Río sucio” (Gustavo Fallas - Costa Rica); “La bitácora del sur” (Omar Díaz - Chile) y “Papi” (Noelia Quintero Herencia - República Dominicana).

- En el certamen Argentino de Largometrajes se verán “Un cuerpo estalló en mil pedazos” (Martín Sappia) y “El corazón del Bañado” (Gonzalo Saleme). Siguen las instancias de cortos nacionales y de videoclips tucumanos.

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