Tucumán Cine: Historias de amistad entre leyendas, montañas y selva en “Laguna del Tesoro”

La ficción y el documental tucumano que ingresa en la competencia argentina. “Me interesa contar sobre lugares que nos ayudan a vivir”, dice Sebastián Agulló.

EXPERIENCIA INTRANSMISIBLE. “El cine es una herramienta para investigar nuevas formas de comunicarnos y canalizar experiencias”, cuenta el director de la película en la que cuatro amigos suben a las altas cumbres. captura de video EXPERIENCIA INTRANSMISIBLE. “El cine es una herramienta para investigar nuevas formas de comunicarnos y canalizar experiencias”, cuenta el director de la película en la que cuatro amigos suben a las altas cumbres. captura de video

Hay dos lagunas del tesoro: la que se posiciona oficialmente como atracción turística y la que es dueña de una leyenda sobre el botín de los incas que los españoles quisieron conquistar. Hay dos películas: “La leyenda de la laguna del tesoro” y “Laguna del Tesoro”, ambas están agendadas en la nueva edición del Festival de Cine. La que trata sobre la leyenda específicamente estuvo dirigida por el físico y montañista Orlando Bravo, en 1971 (ver nota aparte).

La realización dirigida por Sebastián Agulló se podrá ver hoy y el jueves (por tucumancine.gob.ar y en Uruguay por mascinemateca.org.uy); es la segunda producción tucumana que compite en una de las secciones del encuentro que se inició el viernes.

Curiosamente las dos propuestas están presentadas como documental y tratan sobre aventuras en paisajes y geografías complicadas.

“La película habla de la amistad y en ese sentido es un documental, pero en realidad aprovechamos la total libertad que nos regala el cine y nos tiramos de cabeza en una conversación de años junto a mucha gente querida y talentosa” le cuenta a LA GACETA su director durante una entrevista.

Agulló conoce de cerca lo que dice porque anduvo varias veces por ese bosque, a pura yunga, a pocos kilómetros de su ciudad, Concepción. Estudió primero en la Escuela de Cine de la UNT y luego en Enerc (Buenos Aires). Se especializó en montaje y edición y trabajó para series de televisión y en cine. Este es su primer largometraje como director. Actualmente reside en México. “Usando luz, color, sonidos, música, palabras, ficción y documental, fuimos creando la película y en el camino, una forma de seguir encontrándonos”, explica con entusiasmo el director.

- ¿Qué querías contar?

- En la película se mezclan leyendas que se cuentan en los alrededores de mi ciudad natal, Concepción, y en Santa María en los valles catamarqueños. Recorrimos la yunga y las montañas de lo que actualmente es el Parque Nacional Aconquija, fuimos hasta las ruinas incas de La Ciudacita a 4500 metros de altura y bajamos hasta la yunga tucumana.

- No es fácil llegar allí.

- Desde chango subía las montañas de Aconquija, Estar en lugares tan alejados y tan hermosos es una experiencia que me ayuda a entender algo importante que no puedo expresar en palabras y que siempre desee compartir con mis amigos, y muchas veces con el tiempo y las obligaciones, vivir esas experiencias se hace difícil. Así que bueno, esta película es un intento de conversación con toda la gente amada con la que todavía no subí un cerro y con gente que no conozco pero que podríamos ser amigos.

- Imagino que además de la experiencia, hay alguna motivación para contar todo esto.

- Lo que me motivó y me motiva a llevar este proyecto adelante es el deseo de hacer conocer esos lugares que nos ayudan a vivir, las montañas que guardan el agua dulce, la yunga que da oxígeno y alimento y los amigos que nos dan motivos para ser felices, todo eso.

- ¿Cómo fue la experiencia?

- Caminar en la montaña, el esfuerzo físico, la dificultad del terreno, la falta de oxígeno, son cosas que te ayudan a entender cual es tu verdadera posición frente al mundo, llegar a esas alturas, ver todas las formas de vida distintas a la nuestra: los animales, las plantas y los hongos que luchan por vivir en la misma tierra que uno. Dormir acostado en la misma tierra que los guanacos y las tarucas. Saber que un pueblo con mucha sabiduría vivió en esos lugares. La experiencia es intransmisible, solo la puedes vivir, aunque creo que lo más parecido a las montañas y la selva es la amistad: la experiencia de compartir con gente querida el deseo de ser felices a pesar de las dificultades del terreno. Y el cine es una herramienta maravillosa para investigar nuevas formas de comunicarnos y canalizar experiencias.

- ¿Qué apoyo tuviste?

En la realización del proyecto tuve el apoyo de un grupo de profesionales que aportaron a este proyecto toda su arte y a los cuales estoy inmensamente agradecido. También tuve ayuda del Fondo Nacional de las Artes, la Fundación ProYungas, la Secretaría de Desarrollo Productivo y del Gobierno de Tucumán. Para la gente que tiene problemas de audición o no conoce bien el idioma tucumano les recomiendo que activen los subtítulos.

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Pero la presentación de la historia de esta geografía no termina allí. Y seguramente faltan otras historias de un tiempo oscuro en el que se libraron distintas batallas, durante del Operativo Independencia.

“La Leyenda de la Laguna del Tesoro” es un filme producido por el Instituto Cinefotográfico de la Universidad Nacional de Tucumán (recuperado por Néstor Díaz Suárez). Fue rodado en 1971. Participan Daniel Fontanarrosa, Eliseo Brizuela, Carlos Pillín, Miguel Nacul, Guillermo Vargas, Leo Núñez, Contreras y Carlos Cisint. Contó con el guión y dirección del experto montañista Orlando Bravo.

Mientras un grupo de estudiantes y el profesor realizan la larga caminata, Don Eliseo (guía) cuenta la historia del rey inca, y que había una ciudad que se mantenía en secreto, donde los indígenas habían ocultado mucha riqueza y una inmensa cadena de oro. Cuando los españoles invadieron la zona, los incas arrojaron todo a la laguna. Ante una pregunta, el guía responde que sí se intentó rescatarlo, pero que salió el toro guardián y con fuego de los ojos, los hizo escapar. “Los gringos se largaron con una mano atrás y otra adelante como se dice”, agrega Don Eliseo. Algunos dicen que el toro guardián tenía los cuernos de oro.

“Por el Cochuna siempre arriba…”, se escucha la voz en off del director Orlando Bravo, un docente que acompañaba a sus alumnos del Gymnasium y del Instituto Técnico a recorrer la naturaleza, y que poseía en su casa de avenida Roca al 400 un enorme telescopio.

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